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Miembro Conocido
Llevo clavados tus ojos
en medio del corazón:
son como dos alfileres
negros, en el corazón.
(Jesús C. Oropeza)
Una punzada en el alma
llevo por tu desengaño
que me ha hecho tanto daño
y martiriza mi calma.
Mi amor con tu amor se empalma
y en un camino de abrojos,
al mirar tus labios rojos
palpita en mí la ilusión
pues con desesperación
llevo clavados tus ojos.
Tu desengaño, mujer,
me ha tenido prisionero;
pero no será el primero
en mi triste acontecer.
Y si sé que tu querer
a otro das con gran pasión
perdería la razón
pues con tu mala jugada
recibo una puñalada
en medio del corazón.
Triste y solo yo me siento
por tu actitud tan incierta,
porque me has dejado abierta
una herida, lo presiento.
He perdido hasta tu aliento
y no sé si tus deberes,
al igual que tus placeres
me brindan paz o dolor;
pues tu deber y tu amor
son como dos alfileres.
Que más puedo yo pedirte
si hasta mi pena te sueña,
y de mi sueño eres dueña
y lucho por recibirte.
No es necesario decirte
que aún en tu condición
será mía la elección
para tenerte en mi Cielo
con mi pena y mi desvelo
negros, en el algodón.
13/10/2015
Ysidro Parra _ Venezuela
Reservados Derechos de Autor.
en medio del corazón:
son como dos alfileres
negros, en el corazón.
(Jesús C. Oropeza)
Una punzada en el alma
llevo por tu desengaño
que me ha hecho tanto daño
y martiriza mi calma.
Mi amor con tu amor se empalma
y en un camino de abrojos,
al mirar tus labios rojos
palpita en mí la ilusión
pues con desesperación
llevo clavados tus ojos.
Tu desengaño, mujer,
me ha tenido prisionero;
pero no será el primero
en mi triste acontecer.
Y si sé que tu querer
a otro das con gran pasión
perdería la razón
pues con tu mala jugada
recibo una puñalada
en medio del corazón.
Triste y solo yo me siento
por tu actitud tan incierta,
porque me has dejado abierta
una herida, lo presiento.
He perdido hasta tu aliento
y no sé si tus deberes,
al igual que tus placeres
me brindan paz o dolor;
pues tu deber y tu amor
son como dos alfileres.
Que más puedo yo pedirte
si hasta mi pena te sueña,
y de mi sueño eres dueña
y lucho por recibirte.
No es necesario decirte
que aún en tu condición
será mía la elección
para tenerte en mi Cielo
con mi pena y mi desvelo
negros, en el algodón.
13/10/2015
Ysidro Parra _ Venezuela
Reservados Derechos de Autor.