Un incalculable tesoro desconocí tener hasta que lo vi,
quise ocultarlo por miedo a romperlo e igualmente sufrí.
El tenerlo en mis manos fue el mayor sueño de la vida,
quise protegerlo, negarlo al resto, algo que llenaba el día,
lo cuidé y contemplé teniendo como testigo el oscurecer.
No quise pretender pero quería ahí permanecer.
Momentos nuevos vividos, despertados, desconocidos,
resucitó al alba y despertó al naciente desconocido.
Una noche de tormentas con pavor a su lado me tendí,
en cada trueno de la inhóspita velada, apretaba junto a mí.
El cielo lloró de impotencia, la tierra tembló desgarrada,
en mis brazos contemplé que lo había roto abrazada...
El frío sucumbió mi aliento, parada y dolida caí,
mi tesoro abría roto y y con el mi latir.
Me niego a sustituirlo ni pegarlo lo arregla para mí,
recojí sus pedazos y también los de mi dolor que vi ,
guardándolos juntos para no más sacarlo y enterrarlos,
comprobando que hay momentos que mejor no encontralos,
mejor no sentir porque al final se rompió y eso no se remplaza, miraré al frente pero no emocionada,
el viento secará mis lágrimas y el tiempo traerá el olvido pero preferiré no salir de mi morada,
que volver a recoger trozos del dolor al quebrar mi tesoro
ni verme más humana al ver postrada.
lo que llegué a sentir y no dejé crecer por miedo sólo apreté hasta en mis manos disolver,
mejor no conocer, mejor no saber, mejor esconder que de nuevo volver a ver...
quise ocultarlo por miedo a romperlo e igualmente sufrí.
El tenerlo en mis manos fue el mayor sueño de la vida,
quise protegerlo, negarlo al resto, algo que llenaba el día,
lo cuidé y contemplé teniendo como testigo el oscurecer.
No quise pretender pero quería ahí permanecer.
Momentos nuevos vividos, despertados, desconocidos,
resucitó al alba y despertó al naciente desconocido.
Una noche de tormentas con pavor a su lado me tendí,
en cada trueno de la inhóspita velada, apretaba junto a mí.
El cielo lloró de impotencia, la tierra tembló desgarrada,
en mis brazos contemplé que lo había roto abrazada...
El frío sucumbió mi aliento, parada y dolida caí,
mi tesoro abría roto y y con el mi latir.
Me niego a sustituirlo ni pegarlo lo arregla para mí,
recojí sus pedazos y también los de mi dolor que vi ,
guardándolos juntos para no más sacarlo y enterrarlos,
comprobando que hay momentos que mejor no encontralos,
mejor no sentir porque al final se rompió y eso no se remplaza, miraré al frente pero no emocionada,
el viento secará mis lágrimas y el tiempo traerá el olvido pero preferiré no salir de mi morada,
que volver a recoger trozos del dolor al quebrar mi tesoro
ni verme más humana al ver postrada.
lo que llegué a sentir y no dejé crecer por miedo sólo apreté hasta en mis manos disolver,
mejor no conocer, mejor no saber, mejor esconder que de nuevo volver a ver...