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Mi perro Copito - prosa

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Copito es tierno, esponjoso, suave. Tan blanco que parece un copo de nieve recién caído del cielo. Es tan pequeño que cabe dentro de una taza de chocolate. Sus ojos negros parecen dos luceros brillantes, refulgentes, deslumbrantes, que nos alumbran en la oscuridad y su naricita, también de un negro azabache, imita a las trufas que algún día tal vez se encuentre por el campo.

Le gusta mucho estar entre los niños retozando sobre el césped; yo les digo: "¡tened cuidado con las macetas!", y, como si adivinara lo que quiero decir, acerca su hocico a los geranios de una manera tan graciosa que parece sonreir. ¡Qué bien lo pasan jugando!

Comparten los juguetes. Mi hijo lo sube en un camioncito o en un helicóptero, se divierten, brincan hasta caer reventados. Duermen una breve siesta y Copito despierta a sus compañeros de juegos con un ladrido tímido, ligero, leve.

A veces, cuando toco el piano, se acerca a mi lado. Resulta tan cómico ver cómo mueve con ritmo su rabito al compás de las teclas, mientras emite unos graciosos ladridos, parece como si cantara. "¿Los perros cantan?"

Yo creo que sí. Entonces lo abrazo, lo acaricio y él, muy despacio, se hace una bolita... y se queda dormido plácidamente en mi regazo.



Chelo Álvarez.
12/11/2014
 

MARIPOSA NEGRA

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ahhhh Chelo, que hermosa descripción de tu maravilloso copito, me hiciste acordar de mi perro travieso, un enorme placer leerte, besos
 

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