Mariana Cuaspa
Miembro Conocido
El rubor de una estrella navega perdido,
prolongado miedo conserva mi delirio.
Tienes la calma que perdí
guardas el dulce verso que olvidé.
Tu cuerpo se comprime
por la ilusión que del cielo baja.
Con espasmos un lucero
desaprensivo de deseos salta
y en un evidente silencio de rubor se baña.
La noche en sus límites
desprevenida gime.
En original revancha; se anticipa al tiempo,
privilegio de las sombras
que lo inexplicable es posible:
¡Contemplar sumergidas
promesas permitidas!
El cielo cansado nos envuelve
matizando apenas el aroma de la noche.
Y con la música escondida en un lucero
la penumbra se estremece
por el despertar de un beso.
Un tibio suspiro traspasa el tiempo
desnudando fragantes sueños
que conmovidos se deslizan
en los acordes de una brisa alegre.
prolongado miedo conserva mi delirio.
Tienes la calma que perdí
guardas el dulce verso que olvidé.
Tu cuerpo se comprime
por la ilusión que del cielo baja.
Con espasmos un lucero
desaprensivo de deseos salta
y en un evidente silencio de rubor se baña.
La noche en sus límites
desprevenida gime.
En original revancha; se anticipa al tiempo,
privilegio de las sombras
que lo inexplicable es posible:
¡Contemplar sumergidas
promesas permitidas!
El cielo cansado nos envuelve
matizando apenas el aroma de la noche.
Y con la música escondida en un lucero
la penumbra se estremece
por el despertar de un beso.
Un tibio suspiro traspasa el tiempo
desnudando fragantes sueños
que conmovidos se deslizan
en los acordes de una brisa alegre.
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