En la noche sentía temblores
oía melodías lejanas
era amor, que no amores;
uvas maduras y tempranas.
Percibía acordes de guitarras;
era mi corazón que así latía
un velero, y sin amarras
en un mar que embravecido intuía.
Confundí la luna con una farola
la que por un hueco veía
arena seca esperando la ola
tu presencia, mientras moría.
Yo, palmera del desierto,
que vivir en tu oasis pedía.
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