Antonio Jurado Rivera
Miembro Conocido
Estaba lleno del todo el Teatro Principal
dónde un famoso rapsoda
mi poema más preciado tenía que recitar.
Tras salir al escenario lo colocó en el atril
y empezó con maestría
a interpretar el papel del poema que escribí.
Pero ya en el sexto verso, se fue diluyendo su ánima
el poema era muy triste, y sobre Lina, mi amiga,
que murió en un atropello justo delante de mí.
Y a medida que leía le hicieron perder su aplomo
los avatares del verso, porque al vivir el poema
se le caían las lágrimas dentro de la historia preso.
La sala se quedó muda por tanto llanto y dolor,
parecía como el duelo que se respira en silencio
en una misa cualquiera cuando se muere un señor.
El rapsoda no acertaba a escaparse de aquel llanto
y balbuceando intentaba seguir leyendo el poema
que le había hecho llorar tanto.
Un ademán de su mano me invitó a que subiera
al estrado a recitar, aquella historia tan triste
que un día tan negro escribiera.
Y yo intente recitarlo, pero al recordar los hechos,
con tanta pena y dolor, lloré tan amargamente
como el público, el rapsoda y una mujer ya mayor.
Y lo mismo que lloraban el día que aconteció
aquella triste desgracia, los padres desconsolados
de la pobre amiga mía el momento del adiós.
Al conocer bien la historia y salir de la función
eran un paño de lágrimas el público que acudió,
y el corazón encogido a todos se les quedó.
Que Dios la tenga en su Gloria hasta la resurrección.
No fue para nada justo lo que a Lina le ocurrió
¡Con lo preciosa que era y con tantas ilusiones
y tantos sueños hermosos que tenía en su corazón!!!.
Antonio Jurado (España)
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