Olimpia Era
Miembro Conocido
RECUERDOS QUE TRAE EL VIENTO
Un pañuelo de seda volando al viento y nuestro cabello en la cara, en este atardecer de otoño, con sus amarillentas hojas, pero aún en los árboles, y sin que haya llegado el frío, solo refrescando por las tardes y noches. El pensamiento también se lo lleva el viento, hacia otro tiempo de adolescencia, que no por ello han de ser mejores tiempos. Que nos hacen recordar la primera vez que vimos el más bello atardecer, acompañados de alguien.
El viento nos hace recordar las mariposas en el estómago cuando alguna persona que nos gustaba se acercaba.
Siempre pensábamos que no éramos lo suficientemente buenos, para ese “alguien”.
-¿Tal vez por nuestras espinillas?
-“Alguien” también las tenía.
A veces, era la hermosura de alguien, la que nos azoraba.
Aquel día no hacía viento, solo una brisa en una playa solitaria donde, tal vez, nos dimos nuestro primer beso, él mas dulce y torpe de ellos. Pero hoy, lo recordamos con ternura, como si el viento trajera, entre sus ráfagas, retazos de aquellos tiempos.
Tiempos pasados que hemos idealizado o que nos han marcado.
Dentro de unos años, recordaremos una tarde de otoño... “cuando, un pañuelo de seda volando al viento...”
Olimpia Era
Un pañuelo de seda volando al viento y nuestro cabello en la cara, en este atardecer de otoño, con sus amarillentas hojas, pero aún en los árboles, y sin que haya llegado el frío, solo refrescando por las tardes y noches. El pensamiento también se lo lleva el viento, hacia otro tiempo de adolescencia, que no por ello han de ser mejores tiempos. Que nos hacen recordar la primera vez que vimos el más bello atardecer, acompañados de alguien.
El viento nos hace recordar las mariposas en el estómago cuando alguna persona que nos gustaba se acercaba.
Siempre pensábamos que no éramos lo suficientemente buenos, para ese “alguien”.
-¿Tal vez por nuestras espinillas?
-“Alguien” también las tenía.
A veces, era la hermosura de alguien, la que nos azoraba.
Aquel día no hacía viento, solo una brisa en una playa solitaria donde, tal vez, nos dimos nuestro primer beso, él mas dulce y torpe de ellos. Pero hoy, lo recordamos con ternura, como si el viento trajera, entre sus ráfagas, retazos de aquellos tiempos.
Tiempos pasados que hemos idealizado o que nos han marcado.
Dentro de unos años, recordaremos una tarde de otoño... “cuando, un pañuelo de seda volando al viento...”
Olimpia Era
