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Relato

LA BELLEZA Y LA FEALDAD


Ayer salí en busca de la belleza humana, tropezé con rostros que harían enaldecer de pasión y casi me atrevería a decir a sonrrojar al mismísimo Eros, descubrí historias que dejarían como una nimiedad la leyenda de Edipo, gestos de buena voluntad, miradas que llegan al alma, acciones y proezas dignas de la belleza humana, me sentí dichoso por encontrar aquello que buscaba con tanto ahinco y que poco me costó dar con ello, tan sólo bastaba con mirar a mi alrededor para ver la bellaza que albergaba la humanidad. Al caer la tarde quise ver la puesta de sol, cuna de tantas conquistas y protagonista de tantos versos, nada podía ser mas hermoso que ver los filamentos cobrizos del sol abrazando el horizonte, ver sus destellos dorados surcando las olas del mar, aquella estampa arquetípica jungiana de la belleza y la humanidad, mi alma borracha de paz interior levantaba su mirada hacia el esplendor de unas nubes que dibujaban la silueta de alguna Diosa caprichosa al pasar, hasta la arena se acomodaba a mi cuerpo recostado en ella, la perfección se hizo poesía al divisar una partida de aves migratorias que de forma caprichosa de flecha de cupido apuntaban hacia la roca donde parecía acunarse el sol, oh, divina belleza, plano celestial, desde mi improvisada cama de sílice lo que podía contemplar, resplandecía una silueta de mujer tumbada en la roca, mirando al cielo, con sus cabellos dorados tapando su desnudez, era la envidia de la mismísima Afrodita, ser perfecto, hasta en la sombra simulaba una escultura angelical. Me acerqué hasta ella temeroso de su desprecio y mi fracaso y al contemplarla se esfumó como humo al viento. cerré los ojos por un momento y luego los volví ha abrir, pasaron las nubes a prisa, el sol se escondió, el mar se embravecía, y todo lo que era bello en ese momento desapareció, no comprendí nada hasta escuchar la voz, la voz que me decía- no has de ver con los ojos, sino con el alma, pues la vista te engaña a espaldas del corazón-, temeroso le pregunté- ¿acaso no es bello ver el sol dormitando sobre el horizonte? ¿no es hermoso ver sus destellos surcar el mar? ¿no es divino haber visto tu figura bajo esa lluvia de luz? y respondió- esa que has visto no es más que una de las máscaras de mi hermana fealdad, se hace pasar por mi a mis espaldas, domina vuestra ignorancia, y se apodera de vuestros ojos, entonces contesté lleno de ira y frustración- ¿como puedo saber que mis ojos me engañan? y sobre todo, ¿como puedo volver a verte?, es fácil contestó,- tan sólo has de cerrar los ojos cuando mires y dejar que tu alma vea por ti, cuando descubras la verdadera belleza, sin duda me tendrás a mi. En ese instante quise arrancarme los ojos para poder ver, abrir el alma, poner cerrojo a mi estupidez, maravilloso instante me regaló la belleza, limpia, pura, trasparente, recuerdo imborrable para mi mente, malditos ojos cegados por el velo de la ignorancia, que no me dejaban ver, más que una bulgar máscara, de la envidiosa fealdad, que actuando a espaldas de la belleza, con malas artes y saña usurpaba su esbeltez.
 
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Ricardo Linares

Guest
Buen relato Manuel, la belleza está interiormente, el exterior se destruye muy fácil y puede no ser verdadero, si el alma actúa con amor, todo lo que está alrededor es bello, ahí está la diferencia, ha sido un placer leerlo, saludos amigo poeta.
 

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