Sergio D'Baires
Miembro Conocido

Entra un hombre agobiado a la farmacia;
que por su dueña, viuda, era atendida.
-¿Que desea el señor?-. La comedida
le preguntó con seductora gracia.
Con vergüenza, pudor, por verbigracia
le muestra a la señora sorprendida,
que el viril intrumento ¡Gran medida!,
¡Siempre duro! Incansable, no se sacia.
Le ruega que le venda una carqueja
que alivie satiriasis tan frecuente.
-¡No me agrada vivir siempre caliente!,
¿Que me puede ofrecer tan bella dama?-.
Lo "estudia"como al zángano, la abeja...
-Un sueldito, comida y buena cama-.
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