• Sabías que puedes registrarte o ingresar a tu cuenta directamente desde facebook con el botón de facebook en la parte superior de la página?

Soez trompabulario cánido

SOEZ TROMPABULARIO CÁNIDO
“Hace tiempo, en una de las trazadas calles de la ciudad de Puebla, en la calle 9 norte entre 32 y 34 poniente, de la colonia Santa María, se encontraba una propiedad, cuyo frente y entrada principal estaba conformada por una cerca de cemento a manera de ramas de árbol, entrecruzadas. Tal era lo perfectamente elaboradas artesanalmente dichas ramas, que se requería palparlas para desengañarse que no eran naturales…

“La citada casa se encontraba custodiada por varios perros, bravos por cierto y, aunque sus hocicos, difícilmente salían aproximadamente veinte centímetros hacia el exterior, quien desconocía la existencia, bravura y peligrosidad de estos animales, llegaron a tener un mordisco o por lo menos tremendo susto.

“A la calle siguiente, de dicha propiedad, habitaba Don Hermenegildo, hombre entrado en años, tranquilo y muy educado, quien, por rutina, tenia que cruzar dicha propiedad, ya que a escaso metros de la entrada principal de la mencionada casa de “los perros bravos”, había una tienda bien surtida donde esta persona se surtía. “Lo característico es, que dichos perros, raramente ladraban a otros transeúntes, solamente se habían ensañado con Don Herme.

“Esta observación se hizo notar; algunos parroquianos llegaron a preguntar a Don Herme., cuál era la razón, de la agresividad de esos perros contra él, lo cual no pudo explicar.

“En una ocasión, Don Herme., venía contando los dineros para hacer su compra además distraído; mero al pasar a un lado de la cerca, por escasos centímetros, uno de los perros tiró la tarascada y casi le mordió la mejilla; posiblemente se olvidó que en dicha propiedad habitaban sus cánidos enemigos, Don Herme., pegó sendo brinco que por poco cae al suelo.

“Indignado, pese al susto se reincorporó, y tomando ciertas providencias se acercó a escasa distancia de donde los dichosos canes ladraban desaforadamente, encolerizado, miró al más agresivo y emitió un: ¡gua gua gua… gua gua! de coraje.

“Por la secuencia de estas sílabas y el sonido, cual más se enteró que emitió (lo que coloquialmente se conoce como una mentada de madre), al estilo ladrido.

“Coincidentemente, Jurcan, cruzaba por aquel lugar en esos momentos y se percató del acontecimiento. Curioso y sorprendido le dijo a este señor:

“--- :¿Don Herme., qué pasó? ¡Jamás me imaginé, de usted, escuchar ese “soez” trompabulario cánido!

“--- ¿Qué culpa tiene la “mamá” del perro?

Autor: Rafael Calderón Negrete. (Puebla, México)
Seudónimo: Jurcan Uriarte Pontleca.
28/07/2016 Derechos de Autor Reservados.©
 
Última edición:
SOEZ TROMPABULARIO CÁNIDO
“Hace tiempo, en una de las trazadas calles de la ciudad de Puebla, en la calle 9 norte entre 32 y 34 poniente, de la colonia Santa María, se encontraba una propiedad, cuyo frente y entrada principal estaba conformada por una cerca de cemento a manera de ramas de árbol, entrecruzadas. Tal era lo perfectamente elaboradas artesanalmente dichas ramas, que se requería palparlas para desengañarse que no eran naturales…

“La citada casa se encontraba custodiada por varios perros, bravos por cierto y, aunque sus hocicos, difícilmente salían aproximadamente veinte centímetros hacia el exterior, quien desconocía la existencia, bravura y peligrosidad de estos animales, llegaron a tener un mordisco o por lo menos tremendo susto.

“A la calle siguiente, de dicha propiedad, habitaba Don Hermenegildo, hombre entrado en años, tranquilo y muy educado, quien, por rutina, tenia que cruzar dicha propiedad, ya que a escaso metros de la entrada principal de la mencionada casa de “los perros bravos”, había una tienda bien surtida donde esta persona se surtía. “Lo característico es, que dichos perros, raramente ladraban a otros transeúntes, solamente se habían ensañado con Don Herme.

“Esta observación se hizo notar; algunos parroquianos llegaron a preguntar a Don Herme., cuál era la razón, de la agresividad de esos perros contra él, lo cual no pudo explicar.

“En una ocasión, Don Herme., venía contando los dineros para hacer su compra además distraído; mero al pasar a un lado de la cerca, por escasos centímetros, uno de los perros tiró la tarascada y casi le mordió la mejilla; posiblemente se olvidó que en dicha propiedad habitaban sus cánidos enemigos, Don Herme., pegó sendo brinco que por poco cae al suelo.

“Indignado, pese al susto se reincorporó, y tomando ciertas providencias se acercó a escasa distancia de donde los dichosos canes ladraban desaforadamente, encolerizado, miró al más agresivo y emitió un: ¡gua gua gua… gua gua! de coraje.

“Por la secuencia de estas sílabas y el sonido, cual más se enteró que emitió (lo que coloquialmente se conoce como una mentada de madre), al estilo ladrido.

“Coincidentemente, Jurcan, cruzaba por aquel lugar en esos momentos y se percató del acontecimiento. Curioso y sorprendido le dijo a este señor:

“--- :¿Don Herme., qué pasó? ¡Jamás me imaginé, de usted, escuchar ese “soez” trompabulario cánido!

“--- ¿Qué culpa tiene la “mamá” del perro?

Autor: Rafael Calderón Negrete. (Puebla, México)
Seudónimo: Jurcan Uriarte Pontleca.
28/07/2016 Derechos de Autor Reservados.©
RAFAEL

JAJAJAJAJA

¡Que soez” trompabulario cánido!

Un fortísimo abrazo,

Guillermo.
 

RADIO EN VIVO

Donar

Versos Compartidos en Facebook

Arriba