Esta factoría era increíble; fabricaba sueños por doquier. Hacía sueños de amores, viajes, amistad… fabricaba sueños y más sueños y siempre contaba con personas, ya que los sueños deben ser compartidos.
Aún así, algo debía hacer mal porque la mayoría de ellos se rompía antes de ser realizados.
La dirección creó el departamento de certificación; todos deberían ser probados y descartar aquellos que no las superaran. Los sueños reales, raramente lo hacían pero los virtuales, casi siempre los más rígidos controles… ¡solo necesitaban imaginación!. Imaginad el sabor del azúcar y sin necesidad de utilizar el paladar… ¡genial!... aunque a veces resultaba un poco empalagoso.
La dirección de la empresa terminó por cerrar la sección de sueños reales. A partir de ese momento sólo se fabricarían sueños virtuales, o lo que es lo mismo… ¡virtualmente sueños!
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