Maria Rial. issisora
Miembro Conocido
Vestidos de Mar
Me regalaste un poema, dos, tres...
y el infinito nombre.
Las noches amantes de mis días...
Un río bondadoso con el goce de mi alma.
Los lirios perfumados de tus ojos desvelados, por mis risas.
Una estrella latiendo vida,
fecundando de sutil belleza, mis mañanas.
Como el remanso despierto de mi lealtad
posada entre tus brazos,
derretiste las tormentas del olvido,
para alojarme,
donde se abre en luces y estalla la alegría,
que me refleja cada día tu llegada...
Valiente o desvalido,
sin tregua, mi compañero sin letargo eres...
Fuente vital de mi fuego,
conquistador de mi paraíso perdido.
Nido y luz del amor innegociable...
¡Dejémoslo vivir entre los dos!
que si millones de veces vuelve,
millones de veces...
me poso,
me entrego,
aprendo y te repaso amor.
Si fuiste,
el vuelo de la hoja verde de un árbol caído,
yo fui la fuerza del viento, que cómplice la soltó,
para volar plácidamente
c o n t i g o...
Para ser,
la flor de un dulce higo,
que complaciente sacia mi alma.
Siempre vuelve,
el bien amado de mis días fecundos,
para que amándonos,
luzca risueña nuestra esencia.
¿Quien dijo poesía que se renace,
para ser el loto de un charco?
Si los cantares son del viento...
y las espinas el resguardo de las rosas.
¿Sabrán los hombres, el porqué lucen,
como princesas vaporosas sus temores?
Te quiero así...
¡Vida mía! desvestida...
¡Vuela! poesía,
deja salir el gemido de nuestros besos
mientras, entre mis dedos
se resbala el sudor de su piel,
al vestirte de mar...
¡Amado mío!
Salto libre, como danzarina del éter,
con un soplo del viento amigo,
se eleva el fuego de mi aliento,
para llegar al puerto,
donde brilla, el cálido faro
de tu mirada cristalina,
la estrella del corazón que centellea
por el fruto dulce de un apacible presente.
El capitán de esta barca ligera.
El jardinero amoroso
de la flor más codiciada,
que es la vida.
El néctar de estos labios,
que brotan, como pétalos tiernos,
y son el bamboleo apasionado
de tu mirada reposada.
Dejemos amor,
que las almas desoladas
se quejen, de los abismos del pasado...
Flamea conmigo.
Tú...
sí, amor mío.
El que sabe, porqué la fragancia de una orquídea,
no reposa en esta selva mecánica,
ni se nutre de frías ilusiones.
El que abre,
la flor de dos pétalos,
porque con dos,
destila el verdor de la vida,
una eterna primavera bien amada...
El que riega cada brote de mis sonrisas,
mientras alzamos el vuelo,
y disfrutamos el sol de nuevos horizontes...
Porque, pase lo que pase,
en el centro de tus ojos,
siempre, con tu dulce mirada
yo me quedo... con la fuerza,
que te han robado,
los enigmas perezosos de los días
y te renuevo, con la fragancia intensa de la dicha.
Porque...
besándote con el alma el corazón.
Tuya soy amor.
Libre, como estos labios,
desterrados de conceptos predispuestos,
y premios engañosos de agua en el desierto.
Te regalo mí consentido,
amor por los vientos
y estos pétalos tiernos
con el rocío de agua destilada,
para que se limpien las cuevas encubadas
por el mundo y tus ocasos...
Ven, amor regálame tu presencia.
Que no cesaré de mirar con voz enaltecida, lo fecundo,
hasta que los lirios... me canten con tus ojos, su fragancia.
ALEGRIA
Maria Rial . Issisora
-47-
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