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Miembro Conocido
Mis palabras a punto de romperse
caminan por tu piel,
ya no quieres llevarlas
estorban tus recuerdos,
si las ves no las borres
dejalas que se pierdan
huyendo de tu genio,
dejando sus acentos
prendidos en tu cuerpo
para que un dìa puedas
devolver sus sonidos
y puedan convertirse
de nuevo en frases bellas
pues ya las que me quedan
se encuentran mutiladas.
Ya no hay ritmo, ni rima,
que hagan hermoso el verso
y se rompiò el soneto, las silvas y las liras,
la dècima, la octava y el romance,
ya mi nombre no suena
sonoro entre tus labios
Y gime triste el Cielo llorando por su Reina
porque a sus duros pechos
los ocultò la Luna.
Triste mi alma se esconde acongojada
porque una sombra extraña la acompaña,
escucho sus canciones y como versos suaves
mi corazòn de pena se desgarra.
Se llena el aire de hechicera magia
donde el hambriento tigre se hace manso
con el olor de su tigresa
con sus deseos sensuales y encendidos.
¡Ah! tu selva cabellera
donde los juncos se mecen con el viento,
lleven a mi amada la voz de mi agonìa
porque yo la he visto llorando su dolor
y dormido su amor despierta y camina
al lugar donde estàn encerradas las palabras.
09/03/2015
Ysidro Parra - Venezuela
Reservados Derechos de Autor.
caminan por tu piel,
ya no quieres llevarlas
estorban tus recuerdos,
si las ves no las borres
dejalas que se pierdan
huyendo de tu genio,
dejando sus acentos
prendidos en tu cuerpo
para que un dìa puedas
devolver sus sonidos
y puedan convertirse
de nuevo en frases bellas
pues ya las que me quedan
se encuentran mutiladas.
Ya no hay ritmo, ni rima,
que hagan hermoso el verso
y se rompiò el soneto, las silvas y las liras,
la dècima, la octava y el romance,
ya mi nombre no suena
sonoro entre tus labios
Y gime triste el Cielo llorando por su Reina
porque a sus duros pechos
los ocultò la Luna.
Triste mi alma se esconde acongojada
porque una sombra extraña la acompaña,
escucho sus canciones y como versos suaves
mi corazòn de pena se desgarra.
Se llena el aire de hechicera magia
donde el hambriento tigre se hace manso
con el olor de su tigresa
con sus deseos sensuales y encendidos.
¡Ah! tu selva cabellera
donde los juncos se mecen con el viento,
lleven a mi amada la voz de mi agonìa
porque yo la he visto llorando su dolor
y dormido su amor despierta y camina
al lugar donde estàn encerradas las palabras.
09/03/2015
Ysidro Parra - Venezuela
Reservados Derechos de Autor.
