Maria Román
Miembro Activo
Siéntate y escribe mi historia vivida,
que yo pueda contarla y leer,
dice el viento en su silbido,
y bajo el roble me siento, a ver qué puedo hacer.
En mi ensueño, vago por el campo,
saboreando, cómo vuelve a fluir,
hasta el sol con sus tibios rayos,
participa, al quererlo todo unir.
Las ramas se quitan el hielo este invierno,
las ninfas se ríen y besan mi cuello,
deshojando rosas que caen en mi pelo
y acaricio, ausente, las hojas del suelo.
Es el rocío de enero, quien enfría mi cara,
guarda en la noche oscura el polvo de hada,
mientras cuenta cuentos de princesas doradas,
y príncipes que vuelan en alfombras mágicas.
La exuberante Naturaleza, me arrulla
y en sus brazos entiendo, que soy todo y no soy nada
que yo pueda contarla y leer,
dice el viento en su silbido,
y bajo el roble me siento, a ver qué puedo hacer.
En mi ensueño, vago por el campo,
saboreando, cómo vuelve a fluir,
hasta el sol con sus tibios rayos,
participa, al quererlo todo unir.
Las ramas se quitan el hielo este invierno,
las ninfas se ríen y besan mi cuello,
deshojando rosas que caen en mi pelo
y acaricio, ausente, las hojas del suelo.
Es el rocío de enero, quien enfría mi cara,
guarda en la noche oscura el polvo de hada,
mientras cuenta cuentos de princesas doradas,
y príncipes que vuelan en alfombras mágicas.
La exuberante Naturaleza, me arrulla
y en sus brazos entiendo, que soy todo y no soy nada