Carlos Ariel Albornoz
Miembro Conocido
CUARENTENA
A pesar de los pesares
por este virus voraz,
vemos retoñar la Paz
enfrascada en los hogares.
Cruzó fronteras y mares
el pequeño vagabundo,
logró detener un mundo
que con la vida comercia,
aunque alguno, por inercia,
¡no haya parado un segundo!
En esa inercia mezquina
la cuarentena es su cruz,
porque no busca más luz
que el ascua de su sardina.
El egoísmo encortina
todo amor en la mirada
y a la gente obnubilada
le falta visión del otro:
¡corcovea como potro
para aislarse en su morada!
La humanidad se deshoja
y el aislamiento es unión,
signo de contradicción
e inminente paradoja.
Mustia flor, nuestra congoja
ha buscado Paz y Bien:
peregrinos del amén
y del ¡amen!, más que nunca,
nuestra esperanza no es trunca
para soñar un Edén.
Ariel Albornoz
A pesar de los pesares
por este virus voraz,
vemos retoñar la Paz
enfrascada en los hogares.
Cruzó fronteras y mares
el pequeño vagabundo,
logró detener un mundo
que con la vida comercia,
aunque alguno, por inercia,
¡no haya parado un segundo!
En esa inercia mezquina
la cuarentena es su cruz,
porque no busca más luz
que el ascua de su sardina.
El egoísmo encortina
todo amor en la mirada
y a la gente obnubilada
le falta visión del otro:
¡corcovea como potro
para aislarse en su morada!
La humanidad se deshoja
y el aislamiento es unión,
signo de contradicción
e inminente paradoja.
Mustia flor, nuestra congoja
ha buscado Paz y Bien:
peregrinos del amén
y del ¡amen!, más que nunca,
nuestra esperanza no es trunca
para soñar un Edén.
Ariel Albornoz