Carlos Ariel Albornoz
Miembro Conocido
ROMANCE A DON JUAN FRANCISCO
Si hubo algún madrugador
suspirando por su Aurora,
ese fue don Juan Francisco,
¡paisano de güena monta!
Padre del "Gringo" Albornoz,
de Pirucha, de Victoria
y de Eleuterio Ciriaco,
cuatro brotes que a su sombra
fueron calcando la estampa,
¡estampa de sangre criolla!
Cruzó las Sierras del Sur
allá en sus primeras horas,
hasta encontrar la querencia
escondida entre unas lomas:
Cañada de Álvarez fue
dende esos tiempos su zona.
Él la regó con su frente
hasta tener tierra propia,
igualito que un hornero
cuando levanta la alcoba.
Pronto llegaron los hijos:
¡fresca sonrisa en su boca!
y la alegría, más tarde,
de los nietos con sus cosas...
Mas dicen, los que conocen,
que la vida es paradoja:
las flores se vuelven mustias
cuando de amor se deshojan.
¡Y le cayó la viudez
como talero sin lonja!
Ansí don Juan por la pena
partió siguiendo a su esposa,
que "la cabra tira al monte"
se sabe también de sobra.
Porque la muerte del grano
nunca termina en derrota,
no han de perder sus semillas
ni el hombre ni la mazorca.
Por encima del corral
hoy su ricuerdo galopa,
¡son memorias de un bisnieto
estos versos que lo nombran!
Carlos Ariel Albornoz
___________________________
*Dedicado a mis bisabuelos,
Juan y Aurora.
Si hubo algún madrugador
suspirando por su Aurora,
ese fue don Juan Francisco,
¡paisano de güena monta!
Padre del "Gringo" Albornoz,
de Pirucha, de Victoria
y de Eleuterio Ciriaco,
cuatro brotes que a su sombra
fueron calcando la estampa,
¡estampa de sangre criolla!
Cruzó las Sierras del Sur
allá en sus primeras horas,
hasta encontrar la querencia
escondida entre unas lomas:
Cañada de Álvarez fue
dende esos tiempos su zona.
Él la regó con su frente
hasta tener tierra propia,
igualito que un hornero
cuando levanta la alcoba.
Pronto llegaron los hijos:
¡fresca sonrisa en su boca!
y la alegría, más tarde,
de los nietos con sus cosas...
Mas dicen, los que conocen,
que la vida es paradoja:
las flores se vuelven mustias
cuando de amor se deshojan.
¡Y le cayó la viudez
como talero sin lonja!
Ansí don Juan por la pena
partió siguiendo a su esposa,
que "la cabra tira al monte"
se sabe también de sobra.
Porque la muerte del grano
nunca termina en derrota,
no han de perder sus semillas
ni el hombre ni la mazorca.
Por encima del corral
hoy su ricuerdo galopa,
¡son memorias de un bisnieto
estos versos que lo nombran!
Carlos Ariel Albornoz
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*Dedicado a mis bisabuelos,
Juan y Aurora.
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