Bartolomé Rodríguez Oliva
Miembro
Ya no hay rosas en el mar...
Son cadáveres que navegan a la deriva,
empujados por las corrientes del Estrecho
hacia el inmenso Océano,
fin del Mundo en otros tiempos
principio de la Nada en estos.
Ya no hay rosas en el mar...
Son los pétalos que quedaron
de los nombrados años sesenta,
que tanto amor prometieron
y que hoy cierran las puertas,
a cal y canto, al hermano negro.
Ya no hay rosas en el mar...
son lamentos que bailan en el aire
al son de las músicas de otros tiempos,
cargadas de mensajes al viento,
que hoy endurecen los corazones
y los tímpanos han hecho de hierro.
Ya no hay rosas en el mar ...
son manos extendidas de balseros
que llega cansados, extenuados, en cueros,
esperando la ayuda del blanco
o ,tal vez , el temido regreso
hacia las tierras que maltrataron
su yerto y aterido cuerpo.
Ya no hay rosas en el mar ...
al final la muerte es el premio
en el inmenso mar o en las calles
de una ciudad de cemento,
con brea y asfalto en las venas
y por corazón un basurero.
Son cadáveres que navegan a la deriva,
empujados por las corrientes del Estrecho
hacia el inmenso Océano,
fin del Mundo en otros tiempos
principio de la Nada en estos.
Ya no hay rosas en el mar...
Son los pétalos que quedaron
de los nombrados años sesenta,
que tanto amor prometieron
y que hoy cierran las puertas,
a cal y canto, al hermano negro.
Ya no hay rosas en el mar...
son lamentos que bailan en el aire
al son de las músicas de otros tiempos,
cargadas de mensajes al viento,
que hoy endurecen los corazones
y los tímpanos han hecho de hierro.
Ya no hay rosas en el mar ...
son manos extendidas de balseros
que llega cansados, extenuados, en cueros,
esperando la ayuda del blanco
o ,tal vez , el temido regreso
hacia las tierras que maltrataron
su yerto y aterido cuerpo.
Ya no hay rosas en el mar ...
al final la muerte es el premio
en el inmenso mar o en las calles
de una ciudad de cemento,
con brea y asfalto en las venas
y por corazón un basurero.
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