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¡BRUTILIO, te dije que no agarraras el agua!!!

¡BRUTILIO, te dije que no agarraras el agua!!!

Brutilio, pescó un resfriado de esos que se dicen marca diablo. Le lloriqueaban los ojos como manantial en vísperas de agotarse. El moco le fluía por la nariz como fuga de llave de fregadero. La garganta emitía un ruido entre gruñido y trituradora, porque la tos también se manifestó a la par de otros malestares propios de esta enfadosa enfermedad llamada gripe, gripa, catarro, moquillo, resfriado o como se le diga.

Ya una vez declarado el malestar no tuvo de otra más que resignarse y seguir los consejos de mamá para tratar de curar o controlar el malestar. Lo arropó más de lo acostumbrado; además los tiempos estabas variable ---de momento lluvia, después viento frío, calor, humedad, etc---.

Después de haberse tomado algunos antigripales y antibióticos para la infección de la garganta, ingirió en suficiente cantidad, té de canela, con azúcar, bastante limón y una rajita de ocote. Hizo inhalaciones con agua hirviendo, a la cual le agregaron alcohol y mentolato, para la descongestión del pecho.

Ya una vez recostado le untaron y frotaron mentolato, también en pecho y espalda; medicamentos propios para las vías respiratorias. .

¡Ah, qué alivio! Al parecer los malestares minaron un poco.

Aunque las molestias propias de dichos malestares no cesaron en su totalidad, al parecer, logró conciliar el sueño, pese a que sudó a chorros, al grado de que al día siguiente la sábana se sentía húmeda.

Despertó, aparentemente aliviado. Las molestias como por arte de magia habían desaparecido. De momento ni moqueó, ni estornudó, tampoco tosió y los ojos no le lloriqueaban. Tomo su ropa y se propuso a salir, pues la mañana se apreciaba soleada y con un clima estupendo.

Para esto, su señora madre antes de marcharse a trabajar le preguntó: ¿cómo te siente? Él contestó: “ya estoy bien má”. Entonces ella le hizo algunas recomendaciones como: ¡Cuídate, no te expongas al frío y “no agarres el agua”.

Brutilio, decidió salir. A escasa distancia había un estanque donde él y varios de sus amigos acostumbraban reunirse y echarse un chapuzón. Llegó a dicho lugar y efectivamente ya se encontraban chapoteando en el agua la mayoría de sus cuates.

La mañana ---como habíamos mencionado---, estaba además de soleada, calurosa. No faltó en amigo que le gritó:¡ Éntrale, Brutilio,el agua está re sabrosa!
A tanta insistencia poca resistencia, pues Brutilio, no aparentaba haber tenido semejantes malestares la noche anterior y pudo más la tentación que terminó por aceptar.

Cuando más entretenido se hallaba Brutilio, chapoteando y disfrutando del agua, no se percató que su señora madre pasó casualmente por el estanque, ya que no trabajó con tal de estar y atender a su vástago.

Cuál sería su sorpresa ver al ingrato hijo echando busitos en ese estanque, que además de ser agua estancada estaba fría. Razón por la cual, completamente encolerizada le gritó, diciéndole:

¡Mal haya sea la madre que te parió, hijo de la fregada!

¡Qué no te dije que no agarraras el agua fría! ¡Qué no te expusieras al frío!

¡Ven acá, hijo de toda tu madre! Y empezó a arrojarle piedras y cuanto objeto encontró a la mano. Afortunadamente ningún proyectil dio en el blanco porque lo hubiera desnucado, descalabrado o lo que sea.

¡Toda hecha una furia le exigió a Brutilio,que saliera de inmediato des estanque! Ya una vez afuera del estanque, tiritando de frío, Brutilio,le dijo a su mamá:

¡Oye má, si no agarré el agua! Pos ni se puede agarrar. Se cuela entre los dedos y…
¡Cállate baboso, o yo misma te echo al estanque y te ahogo, al fin a mí me doliste!

Hasta este momento no sabemos qué le sucedió a Brutilio. Tan pronto haya alguna noticia se la haremos saber.

Autor: Rafael Calderón Negrete. (Puebla, México)
Seudónimo: Jurcan Uriarte Pontleca.
20/10/2016 Derechos de Autor Reservados.©
 
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