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¡mamá, papá! ¿qué es “pene”?

¡MAMÁ, PAPÁ! ¿QUÉ ES “PENE”?

Siempre hemos respetado la libertad de credo, razón por la cual pedimos una disculpa si de modo, aunque sea mínimo, tocamos la moral de quien nos lee. Este tema no es con el afán de satirizar a nadie. Por el contrario, deseamos sirva de ejemplo para orientar principalmente a nuestros hijos a tiempo y pongan oídos sordos a quien trate de confundirlos. Parece mentira que hasta la actualidad consideremos un tabú hablar de sexo. Ahora no es el momento. Gracias. JURCAN.

Llegamos a una casa habitada por un matrimonio característico: DOÑA PURITINA, El Doctor DON HIPÓLITO y su hija INOCENCIA. En dicho lugar todo el tiempo, tenían como fondo Cantos Gregorianos, porque toda la demás música era cosa del diablo. Además se respiraba un ambiente metódico, superficial y místico. He aquí la razón:

“DOÑA PURITINA, mujer de aproximadamente treinta y cinco años de edad; “se decía de rancio abolengo”. Posiblemente, porque sus perfumes despedían una fragancia rancia aunado al olor de la naftalina de su ropa. Ella lucía una tez clara y paliducha tirándole a un verduzco transparente. Hay quienes opinaban que tanto era su apego a la religión que posiblemente el color de su piel se debía a que sus “flatulencias” las retenía, es decir, no las expulsaba como naturalmente debe ser, por considerarlo pecado, entonces su metabolismo posiblemente reciclaba esos gases para distribuidos en su organismo. Por su complexión estirada y forma de vestir daba la sensación de tener sesenta años.

El Doctor DON HIPÓLITO, su esposo, con treinta y ocho años de edad, aproximadamente; “Decían las malas lenguas que al parecer le dio más importancia a la religión que a su profesión, porque más que médico parecía herbolario. Su profesión la ejercía a contentillo de la “ideática de DOÑA PURITINA, que era quien lo tenía sometido con tal de aparentar un matrimonio recto y ejemplar. Tenía prohibido, por parte de ella consultar damas, porque para auscultarlas o alguna observación anatómica tendrían que desprenderse de su ropa, al quedar totalmente desnudas, posiblemente él, caería en tentación y ése era un pecado mayor e imperdonable.

“El doctor DON HIPÓLITO, se miraba avejentado, igualmente flacucho, pero con el vientre pronunciado; usaba lentes con cristales gruesos como fondo de botella ---parecía personaje de caricatura---. Se corría el chisme de que su complexión anatómica se debía a que se daba sus escapadas a popular mercado y le entraba con ganas a los tacos de barbacoa, carnitas, suadero y de todo, pero en casa, carne de ninguna, porque para ellos las vigilias eran obligatorias, constantes y necesarias, además de ser vegetarianos. No tomaba ni fumaba; asistía a fiestas de carácter parroquial, eso en el interior de la iglesia, porque las fiestas profanas, de barriada o particulares solamente atraían al demonio, según DOÑA PURITINA, además era pecado.

INOCENCIA, jovencita de aproximadamente doce años de edad; se le veía distraída, acomplejada y confundida; había sido educada por sus padres de manera metódica pero muy apegada a la religión. Era el vivo retrato de su madre, solamente que más pequeña de edad y por lo desnutrida daba la sensación de ser una chiquilla de siete años. Su nombre apenas si le quedaba. Asistía a una escuela de monjas; se dice que tenía prohibido mirar a su alrededor, porque para su mamá, los anuncios comerciales, periódicos, portadas de revistas, parejas de novios abrazándose en la calle, era malo y ahí se manifestaba el demonio. No tenían televisor porque para DOÑA PURITINA, en esos aparatos solamente pasaban visiones y pornografía; todo era pecado, razón por la cual, esta chica caminaba como zombie para no mirar lo que pudiera perturbarla.

“Esto nos daba a entender que esta familia trataba de demostrar pureza en su forma de vivir para no caer en pecado; más no se habían dado cuenta que la vida es diferente y habían olvidado que el mismo Jesús manifestó: “Dar a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César.” Aunque eso ya es otra historia.

“Pues bien, en una ocasión, a la hora de la comida, esta familia se encontraba a la mesa, no sin antes bendecir los sagrados alimentos, costumbre de día con día.


INOCENCIA, en ese momento dijo:

“--- ¡Mamá, papá! ¿Qué es pene?

A DOÑA PURITINA, por poco le da un infarto y, DON HIPÓLITO, por poco se ahoga con el bocado. Ambos lo escupieron sobre la mesa y con un mohín de asombro y espanto. Para ellos fue terrible tal pregunta.

DOÑA PURITINA, con la boca libre, con la mano en el pecho y santiguándose, casi semidesmayada por la sorpresa y con palabras entrecortadas le preguntó a INOCENCIA:

“--- ¿Hija…, pregun… tas…te…, qué… es pene? Aun no salían de su asombro, cuando DON HIPÓLITO, espetó:

“--- ¡Espera mujer…, yo, como médico debo explicar y dar respuesta a su pregunta!

“Posó su mano sobre el hombro de la pequeña y la condujo a su consultorio. Ahí, sentado, frente a ella como si fuera una paciente, de manera titubeante y parsimoniosa le dijo:

“… Este… hija…, los humanos fuimos creados por Dios, y se nos dotó de varios órganos…, así…, como en la escuela nos lo enseñan, ya cuando somos adultos el Señor nos permite crear hijos y ustedes nacen por la voluntad de Dios. ¿Me has entendido?...”

“INOCENCIA, acostumbrada a no contradecir, porque de hacerlo sería pecado, no le quedó otra más que decir que sí, pero la realidad fue que nada entendió y DON HIPÓLITO, ni le habló con la verdad y tampoco le dijo nada. Por lo tanto se quedó igual o peor.

"Nuevamente la condujo al comedor donde DOÑA PURITINA, esperaba impaciente y al parecer se había ya aventado tres rosarios, invocó a todos los santos de su devoción y encendió tres veladoras al abogado de las causas difíciles y desesperadas.

"En eso entró el doctor con INOCENCIA, y le dijo:

“--- ¡Tranquila mujer, ya está aclarado todo! DOÑA PURITINA, lanzando un suspiro de conformidad ---aunque más que nada picada por el morbo y la curiosidad, otra vez ante la mesa, antes de probar nuevamente bocado, le preguntó a INOCENCIA:

“---
Bien hija…, gracias a Dios y a la sabiduría de tu señor padre que te sacó de la duda, pero…

“--- ¿Por qué esa pregunta de qué es pene?:

“Toda confundida y temerosa, INOCENCIA, contestó:

“--- Es que…, en la mañana…, “la Madre Superiora…, entró al salón y nos dijo…, que el Padre Damián…, había fallecido…, que todas las mañanas recemos tres aves marías y un padre nuestro…, para que el alma del Padre Damián…, NO PENE”.

Nota: Historia y parte de una realidad. Se han disfrazado nombres y características para no lesionar a los verdaderos protagonistas, así que cualquier parecido es mera coincidencia, pero así me lo platicaron. F I N

Autor: Rafael Calderón Negrete. (Puebla, Puebla, México)
Seudónimo: Jurcan Uriarte Pontleca.
31/03/2018 Derechos de Autor Reservados.©

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Magnífica historia!!! Muchas veces la "Inocencia" de los niños confunde las palabras y aparecen estas anécdotas que son sumamente graciosas, más cuando son escritas por su soberbia pluma. ¡Impresionantes letras! Un placer disfrutar de su exquisita prosa, Jurcan Uriarte Pontleca, reciba la más cordial felicitación y saludo.
 

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