Maria Rial. issisora
Miembro Conocido
¡Oh! poesía
¡Oh! poesía
¿Volveré abrigar el cántaro de tu amorosa melodía?…
¿Despertara mi alma, otro día, con el gozo del ímpetu de tu mirada?
¡Oh! cielo de las vertientes siderales, creador de cantos templados...
Mentor de estelares luces, acunas la viva flor del sentir...
Desprendiendo sus pétalos, para que vuelen lejos de arlequines,
regalando arpegios difusos….
Destella poesía, cánticos frondosos a la existencia, eleva tus alas,
sal de donde habitan, ornamentadas pasiones,
infructuosas de sentir, anhelantes de vibraciones incautas...
¿Que es poesía?
Sino la fuerza más sutil, de una flor intensamente entregada al cielo...
La profunda cadencia de unas manos, que se enraízan a la fuerza,
de una conciencia depurada de marcas mensurables…
Sin más sal en los lagrimales, libre de habitares,
que solo dejan en la mente límbicos dormitares.
Porque silente, sí...
entra la feminidad a la vida, sagradamente simple
para servir amorosamente a la sanidad, de la horda dejada
por avatares de un tiempo agobiador, entre arlequines frondosos,
mientras las manos de poesía,
desprenden cánticos con aroma de alma...
¡Oh! poesía, mar enaltecido de grandeza,
arropa cada mujer que trasmite vida, da cobijo a tus especies.
Porque eres tú, revitalizando cada instante,
con cada toque divino,
universalizado por la luz, de cada átomo en sagrada existencia...
Permites que los cantos de las aves, nos hablen de tu gloria,
mientras, se desprenden nuevas capacidades,
con cada irrepetible salto desde la fuente creadora...
¡Oh! poesía, despierten los sabios de las corrientes etéreas,
sonriendo agradecidos...
Cédamosles el paso a nuestras instancias.
No sea que se duerman, las cálidas vertientes
de tus azules infinitos, vida.
¡Oh! poesía...
Tú, que rebozas en mi corazón, la miel de un suspiro.
Tú, que amas, como aman las ternuras, las divinas esencias de una flor.
Tú, que tocas más adentro, los profundos festines del silencio.
Tú, que estallas, entre gozos por una tierra desprendida
y sin razón, trasciendes los códigos de lo humano,
para humanizar el divino verbo...
Tú, que habitas en la esencia, perfumas el ser.
Ahora brota otra cálida sonrisa del corazón,
permite que se depuren, tus hijos exiliados,
con tus aromas de radiante verbo.
Tú, que inspiras y solo con ello, nace otra humanidad poética
en la armonía, que reboza la beneficiente generosidad
de un misterio eterno.
Tú, que vives donde todas tus flores se aman,
y con el verbo amor,
retiras los dolientes, en las vidas depuradas de los abismos.
Tú, que habitas, donde solo una razón se hace flujo de alegría,
energética dádiva de una creación insuperable eres.
Enseña, lo que es reservar las seminales esencias,
para sensibilizar la fuerza, de los cantaros de la masculinidad,
de quienes habitan en las superficies encantadas
que adormecen la conciencia
y alejan de la senda de tu aurora viva.
Despierten los ojos luminosos,
como el que vive, en la uniformidad de la paz existencial.
Regalo simple, es poesía, alejada de un destilar amainado de extractos pueriles...
Tú, que nos abañas sin daños...
Porque solo los himnos de los encantados,
disfrazarían las pertenecientes bondades,
de lo que es vida...
¡Oh! poesía, tú, que todo lo llenas de majestuosa vitalidad,
te honro, en el paso por el tiempo...
Porque no hay belleza más sublime, que ser el vacío,
al compartir la fragancia de un pétalo de tu corazón...
Divinamente humano.
ALEGRIA
María Rial . Issisora
¡Oh! poesía
¿Volveré abrigar el cántaro de tu amorosa melodía?…
¿Despertara mi alma, otro día, con el gozo del ímpetu de tu mirada?
¡Oh! cielo de las vertientes siderales, creador de cantos templados...
Mentor de estelares luces, acunas la viva flor del sentir...
Desprendiendo sus pétalos, para que vuelen lejos de arlequines,
regalando arpegios difusos….
Destella poesía, cánticos frondosos a la existencia, eleva tus alas,
sal de donde habitan, ornamentadas pasiones,
infructuosas de sentir, anhelantes de vibraciones incautas...
¿Que es poesía?
Sino la fuerza más sutil, de una flor intensamente entregada al cielo...
La profunda cadencia de unas manos, que se enraízan a la fuerza,
de una conciencia depurada de marcas mensurables…
Sin más sal en los lagrimales, libre de habitares,
que solo dejan en la mente límbicos dormitares.
Porque silente, sí...
entra la feminidad a la vida, sagradamente simple
para servir amorosamente a la sanidad, de la horda dejada
por avatares de un tiempo agobiador, entre arlequines frondosos,
mientras las manos de poesía,
desprenden cánticos con aroma de alma...
¡Oh! poesía, mar enaltecido de grandeza,
arropa cada mujer que trasmite vida, da cobijo a tus especies.
Porque eres tú, revitalizando cada instante,
con cada toque divino,
universalizado por la luz, de cada átomo en sagrada existencia...
Permites que los cantos de las aves, nos hablen de tu gloria,
mientras, se desprenden nuevas capacidades,
con cada irrepetible salto desde la fuente creadora...
¡Oh! poesía, despierten los sabios de las corrientes etéreas,
sonriendo agradecidos...
Cédamosles el paso a nuestras instancias.
No sea que se duerman, las cálidas vertientes
de tus azules infinitos, vida.
¡Oh! poesía...
Tú, que rebozas en mi corazón, la miel de un suspiro.
Tú, que amas, como aman las ternuras, las divinas esencias de una flor.
Tú, que tocas más adentro, los profundos festines del silencio.
Tú, que estallas, entre gozos por una tierra desprendida
y sin razón, trasciendes los códigos de lo humano,
para humanizar el divino verbo...
Tú, que habitas en la esencia, perfumas el ser.
Ahora brota otra cálida sonrisa del corazón,
permite que se depuren, tus hijos exiliados,
con tus aromas de radiante verbo.
Tú, que inspiras y solo con ello, nace otra humanidad poética
en la armonía, que reboza la beneficiente generosidad
de un misterio eterno.
Tú, que vives donde todas tus flores se aman,
y con el verbo amor,
retiras los dolientes, en las vidas depuradas de los abismos.
Tú, que habitas, donde solo una razón se hace flujo de alegría,
energética dádiva de una creación insuperable eres.
Enseña, lo que es reservar las seminales esencias,
para sensibilizar la fuerza, de los cantaros de la masculinidad,
de quienes habitan en las superficies encantadas
que adormecen la conciencia
y alejan de la senda de tu aurora viva.
Despierten los ojos luminosos,
como el que vive, en la uniformidad de la paz existencial.
Regalo simple, es poesía, alejada de un destilar amainado de extractos pueriles...
Tú, que nos abañas sin daños...
Porque solo los himnos de los encantados,
disfrazarían las pertenecientes bondades,
de lo que es vida...
¡Oh! poesía, tú, que todo lo llenas de majestuosa vitalidad,
te honro, en el paso por el tiempo...
Porque no hay belleza más sublime, que ser el vacío,
al compartir la fragancia de un pétalo de tu corazón...
Divinamente humano.
ALEGRIA
María Rial . Issisora
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