Jorge Toro
Miembro Conocido
¿Dónde se fue la mujer que era mi felicidad,
dónde partió su sonrisa que me llenaba de gozo,
dónde se fue nuestra alquimia y su plena intensidad?…
¡Dónde quedaron los días de mi mirada en sus ojos,
dónde las mágicas horas y entrega incondicional?
¿Dónde fueron sus palabras y el refugio de su pecho
dónde el abrazo emotivo que me llenaba la vida,
donde sus cálidos besos, sus labios tibios y tiernos? …
¿Dónde extravié esos senos de redondeces divinas,
y aquella esbelta cintura que se pegaba a mi cuerpo?
¿Dónde se ha mudado todo, dónde perdí su calor,
y ese afrodisiaco olor de su piel y su cabello?…
¿Dónde quedó su sabor - suave sal de su sudor -;
la turbación de su cuerpo cuando besaba su cuello,
y su sensual sacudida al morder su carne en flor?
¿Dónde fueron los orgasmos que explotaban a la par,
dónde mis besos hambrientos y su embriagante saliva,
dónde nuestro sexo oral, nuestra pasión animal,
dónde su tibia humedad y mi simiente fundidas,
dónde la locura aunada y aquél delirio carnal?
¿Dónde quedó todo aquello?, me pregunto todavía,
y por más que lo repaso solo llega a mi memoria:
un recuerdo pesaroso de aquellos sublimes días
y una abismal soledad que invade todas mis horas,
malqueridas desde entonces, por eternas… por vacías...
dónde partió su sonrisa que me llenaba de gozo,
dónde se fue nuestra alquimia y su plena intensidad?…
¡Dónde quedaron los días de mi mirada en sus ojos,
dónde las mágicas horas y entrega incondicional?
¿Dónde fueron sus palabras y el refugio de su pecho
dónde el abrazo emotivo que me llenaba la vida,
donde sus cálidos besos, sus labios tibios y tiernos? …
¿Dónde extravié esos senos de redondeces divinas,
y aquella esbelta cintura que se pegaba a mi cuerpo?
¿Dónde se ha mudado todo, dónde perdí su calor,
y ese afrodisiaco olor de su piel y su cabello?…
¿Dónde quedó su sabor - suave sal de su sudor -;
la turbación de su cuerpo cuando besaba su cuello,
y su sensual sacudida al morder su carne en flor?
¿Dónde fueron los orgasmos que explotaban a la par,
dónde mis besos hambrientos y su embriagante saliva,
dónde nuestro sexo oral, nuestra pasión animal,
dónde su tibia humedad y mi simiente fundidas,
dónde la locura aunada y aquél delirio carnal?
¿Dónde quedó todo aquello?, me pregunto todavía,
y por más que lo repaso solo llega a mi memoria:
un recuerdo pesaroso de aquellos sublimes días
y una abismal soledad que invade todas mis horas,
malqueridas desde entonces, por eternas… por vacías...
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