Jurcan Uriarte Pontleca
Miembro Conocido
¿QUÉ ME PASA? ¿ESTARÉ SALADA?
¿Qué me pasa? ¿Estaré salada? Es una expresión común cuando aparece lo que conocemos como “mala racha”; sobre todo si hay continuidad en ciertos sucesos que hacen notar la secuencia de calamidades y todo lo que atosigan a la persona o a la familia. Tanto que no queda más remedio que decir: “¡nada más falta que un perro me orine!”.
Pues bien, recientemente a una familia le sucedió un accidente, al poco tiempo otro y otro; enseguida una serie de calamidades, después, “aparentemente” las cosas, se tranquilizaron.
Todo empezó con un accidente. Nuestro personaje estuvo incapacitada por un tiempo considerable y tuvo que valerse por “sí misma”, naturalmente que utilizando diferentes medios para sobreponerse a la inactividad ---ya que “detesta estar quieta”---, según ella: todo por un “mugroso accidente.
¡Y hay que admirarla!, ya que su incapacidad no logró tenerla quieta ---pese a que el médico le indicó “reposo absoluto”---. ¡Pero gracias a su necedad! demostró que el ser humano, cuando se lo propone, sale adelante.
Nuestro citado personaje quiso hacer creer que estaba en franca mejoría --- aunque la verdad era otra ---. Optó por mandar a volar los objetos que durante varios meses utilizó como apoyo para su recuperación: silla de ruedas y andadera. Solamente que su racha de calamidades no terminó ahí, ya que al parecer, le pesa una “DEMANDA DE CARÁCTER JUDICIAL”. La razón:
“Durante su periodo de convalecencia,” su teléfono celular y su perro “LEO”, fueron sus amigos inseparables; el primero para comunicarse y el segundo, digamos, para “cualquier cosa”, además, “LEO”, para ella, "su consentido," por tenerle un afecto especial; ¡Era único!
Nuestro personaje, su celular y el perro “LEO”, se hicieron inseparables.
Lamentablemente, en una ocasión, debido a un descuido, el teléfono celular cayó en un recipiente con agua; ---aparentemente no sufrió gran daño---; algunas personas le aconsejaron, que dicho teléfono quedara expuesto al sol, para que se secara y con el calor solar volvería a funcionar.
Ni tarda ni perezosa, así lo hizo. Al momento de acudir y levantarlo del lugar después del secado, se le ocurrió a “LEO”, el perro, ”orinarse sobre el celular”.
¡Véase esto como un incidente cotidiano o mejor como una acción milagrosa!: Nuestro personaje, ciega del coraje olvidó sus molestias musculares debido a las heridas y secuelas que quedan por las lesiones. Con maravillosos reflejos, arremetió a golpes al pobre “LEO”.
El perro se “quejó a las autoridades”. Ya nos enteraremos qué sucederá después...
¿Qué me pasa? ¿Estaré salada? Es una expresión común cuando aparece lo que conocemos como “mala racha”; sobre todo si hay continuidad en ciertos sucesos que hacen notar la secuencia de calamidades y todo lo que atosigan a la persona o a la familia. Tanto que no queda más remedio que decir: “¡nada más falta que un perro me orine!”.
Pues bien, recientemente a una familia le sucedió un accidente, al poco tiempo otro y otro; enseguida una serie de calamidades, después, “aparentemente” las cosas, se tranquilizaron.
Todo empezó con un accidente. Nuestro personaje estuvo incapacitada por un tiempo considerable y tuvo que valerse por “sí misma”, naturalmente que utilizando diferentes medios para sobreponerse a la inactividad ---ya que “detesta estar quieta”---, según ella: todo por un “mugroso accidente.
¡Y hay que admirarla!, ya que su incapacidad no logró tenerla quieta ---pese a que el médico le indicó “reposo absoluto”---. ¡Pero gracias a su necedad! demostró que el ser humano, cuando se lo propone, sale adelante.
Nuestro citado personaje quiso hacer creer que estaba en franca mejoría --- aunque la verdad era otra ---. Optó por mandar a volar los objetos que durante varios meses utilizó como apoyo para su recuperación: silla de ruedas y andadera. Solamente que su racha de calamidades no terminó ahí, ya que al parecer, le pesa una “DEMANDA DE CARÁCTER JUDICIAL”. La razón:
“Durante su periodo de convalecencia,” su teléfono celular y su perro “LEO”, fueron sus amigos inseparables; el primero para comunicarse y el segundo, digamos, para “cualquier cosa”, además, “LEO”, para ella, "su consentido," por tenerle un afecto especial; ¡Era único!
Nuestro personaje, su celular y el perro “LEO”, se hicieron inseparables.
Lamentablemente, en una ocasión, debido a un descuido, el teléfono celular cayó en un recipiente con agua; ---aparentemente no sufrió gran daño---; algunas personas le aconsejaron, que dicho teléfono quedara expuesto al sol, para que se secara y con el calor solar volvería a funcionar.
Ni tarda ni perezosa, así lo hizo. Al momento de acudir y levantarlo del lugar después del secado, se le ocurrió a “LEO”, el perro, ”orinarse sobre el celular”.
¡Véase esto como un incidente cotidiano o mejor como una acción milagrosa!: Nuestro personaje, ciega del coraje olvidó sus molestias musculares debido a las heridas y secuelas que quedan por las lesiones. Con maravillosos reflejos, arremetió a golpes al pobre “LEO”.
El perro se “quejó a las autoridades”. Ya nos enteraremos qué sucederá después...