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“Corazón Frío”

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Las Montañas llenas de niebla están, la lluvia y el frío no dejan de atosigar, los arboles, seguros no son, pues los Truenos los buscan
como remedio para descargar, y no hay sitio seguro para descansar y refugiar en un sitio seguro, para olvidar el frío Invierno que azota sin cesar.


Ella una extraña que tropecé en el inmenso Bosque y salude, ella me contesto y tropezó y se deslizo por la bajada de la falda de la Montaña llena de musgo y cañas, hasta llegar abajo que la socorrí y ayude a levantarse de aquel suelo resbaladizo y frio Otoño.


Le recogí su pequeña mochila y se la lleve un rato hasta que ella recupero su aliento y de su lamento al frío dolor del momento.


Ella agradecida quedo, y de risa lloro, por el numerito de su caída alrededor, yo sonreí y empezó a llover con fuerza y sin poder aguantar tan fría agua, que cala los huesos sin dudar, y para enfermar de un resfriado, yo de eso ni hablar.


Sabia de un lugar cercano de Refugio y ya está,
una casucha escondida en algún lugar, solo había que buscarla lo antes posible sin parar de andar y refugiarse de la tempestad.


20 minutos y la encontré, tapando a mi desconocida con mi jersey, pues helada estaba del golpe y la ayude.


La puerta abrí de una patada, pues dura estaba y cedió ante mí, del miedo a morir, de pulmonía los dos, yo y vos, mi desconocida que se junto y tropezó conmigo sin querer ni poder evitar un encuentro tan casual.


Cerré la puerta, y una estaca puse para que el frío viento y agua no entraran sin invitarlas a esta reunión de una pareja, que ni se conocen y están en la realidad, solos sin saber lo que les espera ni que pasara.


No había leña y fuera mojado y verde estaba, e imposible de incendiar y menos sin mechero
que encender la leña que no debía faltar y no está.


Dos catres habían, separados por dos metros de distancia, con dos viejas y pobres mantas, marchitadas por el tiempo y lugar, ella se refugió en uno de los catres, y se tapo hasta el cuello, temblando de frío sin parar, yo me tumbe pensando cómo salir de aquel lugar, pues sería malo pasar la noche, sin calefacción y sin nada caliente que tomar.


Yo sufría más por aquella joven mujer, que de yo mismo, que se aguantar más las inclemencias del tiempo de este lugar, y la mujer es más friolera y necesita calor que yo no le puedo dar, pues por ser extraños, puede mal pensar y tomarlo a mal si la arropo con mi cuerpo y calor la doy sin dudar, pues imprevisible es la mujer, y nunca se sabe que puede pensar, por su miedo de ser el sexo débil, y caer en una desventura sin poder hacer nada y ser abusada por un hombre sin piedad.


La noche oscureció el refugio y nada se veía, solo la silenciosa silueta de esa chica que cada vez temblaba más, pues hacia más frío dentro que fuera y no se podía aguantar.
Los relámpagos alumbraban el pequeño lugar, y un tembloroso bulto en su catre escuchaba temblar y sollozar en silencio sin parar.


Me acerque a la chica y la tape con mi manta hasta la cabeza y ella con una frase escondida
dentro de sus mantas, me pareció oír una frase, ¡Gracias!.
Tarde era, sin posibilidad de salir de allí, ella asomo su cara y con los relámpagos reflejaban como me miraba con tristeza y agradecida por ayuda y la estancia


Intente animarla con una conversación de confianza y ayudarla a romper el hielo de una extraña que recelaba de mi posición de hombre que la espantaba, y no fiaba su confianza por miedo a ser agobiada por lo que no quisiera ser, arroyada por mi cuerpo y violada.


La calme y confianza la di, de darle esperanza de ayudarla a salir de aquel lugar, cuando de día y sin lluvia, las cosas se ven mejor, y es más fácil de salir.


Ella se calmo y de mi agradeció la conversación que la calmo y ya no dudo, como la arropaba y ayudaba a salir viva y sin daño alguno de aquel frío lugar, de abandono sin civilización donde acudir.


Era de madrugada cuando ella se acerco con las dos mantas y se arropo a mi lado, pues yo estaba de lado dándola la espalda, y me quede helado sintiéndola respirar, sin saber qué hacer, pues miedo me daba respirar y asustada echara a correr de aquel lugar, durante 15 minutos la incomodidad me invadió el cuerpo de no respirar y relajar mi acelerado corazón.


Yo con temor la hable, para que no se asustase y pensara lo peor, querer aprovecharme.
- ¿TE ENCUENTRAS BIEN MUJER?-
- y ella me respondió más tranquila: - ¡SÍ!, GRACIAS POR PREGUNTAR, A SU LADO ME SIENTO MUCHO MEJOR-
Me volví de frente y corriendo el riesgo de mala interpretación, la rodee con mi brazo hacia mi corazón y la arrope con mi cuerpo más caliente y mucho mejor.
Ella me miro, durante unos segundos, y se volvió hacia mí, y puso su cabeza en mi cuello, y se arropo con toda la confianza del mundo y al mismo tiempo que con arrumacos se pegaba a mí, me dijo:- YA ERA HORA QUE TE DECIDIERAS A TAPARME EN TI, PUES FRIO HE PASADO POR NO FIARTE DE MI, CUANDO TE NECESITABA COMO HOMBRE PEGADO A MI,
Y SI ME HUBIESES BESADO, YO ME HABRÍA DEJADO, CON TAL DE CALENTARME, CONTIGO COMO MUJER, PERO NUNCA ES TARDE, ABRÁZAME FUERTE Y CALENTARME MI CUERPO CON CONFIANZA DE AVENTURA
QUE TE PREFIERO A TI, QUE AL FRÍO QUE MATA EL CALOR Y LA PASIÓN QUE YA SIENTO POR TU AMOR DE HOMBRE QUE ME LLENA DE LOCURA.
No hay quien entienda a las mujeres, si eres lanzado te frenan, y si te retienes te extrañan sin aventura.


Araciel Abaddon.
Todos los derechos reservados del
Autor de esta Prosa amorosa.
 

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