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“el bosquecillo del amor”.

“EL BOSQUECILLO DEL AMOR”.

“Aquel lugar parecía un bosquecillo. Se respiraba pureza tanto en el ambiente como en el alma.
El sol por la mañana matizaba de oro las copas de los árboles.

Él,
diariamente cruzaba por aquel lugar rumbo a sus labores. Los árboles le inspiraban que algún día, compraría un solar y plantaría muchos árboles y disfrutaría de un paisaje como ése.

“Amén a su pensamiento. En más de una ocasión se encontró con ella, ---quien por las mañanas solía acudir a ese lugar con el objeto de hacer ejercicio, correr, purificar sus pulmones; aparentemente ajena a la presencia de él---.

“Fue el destino, Los encuentros ya no eran casuales. ---él esperaba y ella aparecía---

"En mágica y romántica oportunidad, a fuerza de encontrarse rompieron el mutismo.

"Coincidentemente al recargarse en un árbol, él, le dijo:

--- Mi nombre es ARIEL ¿Y tú? ARA, ---contestó ella---.

--- ¡Qué coincidencia! ARIEL y ARA, empiezan con “A”. También “Á”rbol, ---espetó ella, con un mohín de gracia---.

--- ARIEL, dijo: También “A”mor. ---Ella se sonrojó---.

--- ¡ Eso, es otra cosa! ---contestó ella---.

--- ¡No! ---dijo ARIEL---: El destino nos ha puesto en este camino ¿O no?

---- Desde que te conocí, llego contento a mi trabajo; siento que he encontrado al amor de mi vida.

--- ¡No sigas ARIEL!. Entiendo perfectamente, yo, siento lo mismo.

"
Tomándose de las manos se fundieron en un beso, ante aquel árbol, mudo testigo de su amor. Ese árbol fue cómplice de estos dos enamorados. "

"En su corteza grabaron sus nombres y la fecha cuando se conocieron.

"Fue lugar ideal para amarse y decirse muchas cosas, hasta una propuesta de matrimonio.

"Posteriormente las citas amorosas se hicieron por las tardes. La caída del sol ornamentaba el idilio hasta que el crepúsculo ganaba sombra. Más romántico cuando los rayos solares se filtraban entre las ramas de los árboles, hasta ocultarse. Después, el regreso para otro mañana de amor.

“Una vez casados, por razones de trabajo tuvieron que radicar en otro país.

"El lugar y el “árbol”, mudo testigo de su amor dejaron de ser visitados.


“Años después, ARIEL, ARA y sus hijos, regresaron a su tierra natal.

“Todo marchaban bien, pero en una ocasión ARIEL, le dijo a ARA: --- ¡Ven! ¡Acompáñame!

“Confundida lo miró; él, tenía un raro semblante pero no se atrevió a cuestionarlo, solamente lo siguió. Abordaron el transporte y bajaron en una zona urbanizada.

“ARA, confundida, conocía el lugar y a la vez lo desconocía. "

"ARIEL,
la hizo caminar hacia un lugar que parecía más laberinto que camino o vereda.

"Para salir de su confusión la hizo pasar a un acceso angosto, ni siquiera se le podía decir “callejón o callejuela”. Después de unos pasos le señaló un letrero y ella alcanzó a leer: “ANDADOR EUCALIPTOS”.


“Tomados de la mano caminaron más adelante donde aparecieron algunos condominios y viviendas, que parecían caricaturas, menos edificios o casas.

"
Todos los eucaliptos habían sido talados. El “bosquecillo del amor”, convertido en UNIDAD HABITACIONAL.

---¡Qué crimen! ---exclamó ARA, con profundo dolor---.


“A ARIEL, se le rasaron los ojos de lágrimas; veía con dolor lo que había sido del bosquecillo donde se juraron amor eterno.

"ARA,
terminó reconociendo el lugar y buscó afanosamente “el árbol”, donde ARIEL, le declaró su amor; pero solamente había una placa que decía: “3er. ANDADOR EUCALIPTOS”.
“Caminaron tomados de la mano alrededor de aquella UNIDAD HABITACIONAL.

“El sol, punto de ocultarse no se filtraba ya entre los árboles, sino entre aquellos edificios malhechos llamados “condominios”.

“La pureza del medio ambiente emanado por aquellos árboles, ya no existía.

" La opaca transparencia del cielo hacía del horizonte grisáceo y triste.

"La nitidez de aquel cielo daba la sensación de un paisaje pintado con un pincel sucio.

--- ¡Qué le han hecho a nuestra ciudad! ¡A nuestro planeta!!! ¡Exclamó ARA! ¿Acaso no hay algo, alguien o un poder divino que impida talar aquello que purifica nuestra vida?

--- ¡Dios mío! ¡Cuánta injusticia!

“Ambos lloraron como chiquillos. Pero en el fondo llevarían por siempre el recuerdo de su árbol y del bosquecillo, mudos testigos de su amor.

Autor: Rafael Calderón Negrete. (Puebla, México)
Seudónimo: Jurcan Uriarte Pontleca.
22/11/2016 Derechos de Autor Reservados.©
 
Última edición:
“EL BOSQUECILLO DEL AMOR”.

“Aquel lugar parecía un bosquecillo. Se respiraba pureza tanto en el ambiente como en el alma.
El sol por la mañana matizaba de oro las copas de los árboles.

Él,
diariamente cruzaba por aquel lugar rumbo a sus labores. Los árboles le inspiraban que algún día, compraría un solar y plantaría muchos árboles y disfrutaría de un paisaje como ése.
“Amén a su pensamiento.

En más de una ocasión se encontró con ella, ---quien por las mañanas solía acudir a ese lugar con el objeto de hacer ejercicio, correr, purificar sus pulmones; aparentemente ajena a la presencia de él---.

“Fue el destino, Los encuentros ya no eran casuales. ---él esperaba y ella aparecía---

En mágica y romántica oportunidad, a fuerza de encontrarse rompieron el mutismo.

Coincidentemente al recargarse en un árbol, él, le dijo:

--- Mi nombre es ARIEL ¿Y tú? ARA, ---contestó ella---.

--- ¡Qué coincidencia! ARIEL y ARA, empiezan con “A”. También “Á”rbol, ---espetó ella, con un mohín de gracia---.

--- ARIEL, dijo: También “A”mor. ---Ella se sonrojó---.

--- ¡ Eso, es otra cosa! ---contestó ella---.

--- ¡No! ---dijo ARIEL---: El destino nos ha puesto en este camino ¿O no? ---- Desde que te conocí, llego contento a mi trabajo; siento que he encontrado al amor de mi vida.

--- ¡No sigas ARIEL!. Entiendo perfectamente, yo, siento lo mismo.

"
Tomándose de las manos se fundieron en un beso, ante aquel árbol, mudo testigo de su amor. Ese árbol fue cómplice de estos dos enamorados. "

En su corteza grabaron sus nombres y la fecha cuando se conocieron.
"Fue lugar ideal para amarse y decirse muchas cosas, hasta una propuesta de matrimonio.

"Posteriormente las citas amorosas se hicieron por las tardes. La caída del sol ornamentaba el idilio hasta que el crepúsculo ganaba sombra. Más romántico cuando los rayos solares se filtraban entre las ramas de los árboles, hasta ocultarse. Después, el regreso para otro mañana de amor.

“Una vez casados, por razones de trabajo tuvieron que radicar en otro país.

"El lugar y el “árbol”, mudo testigo de su amor dejaron de ser visitados.


“Años después, ARIEL, ARA y sus hijos, regresaron a su tierra natal.

“Todo marchaban bien, pero en una ocasión ARIEL, le dijo a ARA: --- ¡Ven! ¡Acompáñame!

“Confundida lo miró; él, tenía un raro semblante pero no se atrevió a cuestionarlo, solamente lo siguió. Abordaron el transporte y bajaron en una zona urbanizada.

“ARA, confundida, conocía el lugar y a la vez lo desconocía. "

"ARIEL,
la hizo caminar hacia un lugar que parecía más laberinto que camino o vereda.

"Para salir de su confusión la hizo pasar a un acceso angosto, ni siquiera se le podía decir “callejón o callejuela”. Después de unos pasos le señaló un letrero y ella alcanzó a leer: “ANDADOR EUCALIPTOS”.


“Tomados de la mano caminaron más adelante donde aparecieron algunos condominios y viviendas, que parecían caricaturas, menos edificios o casas.

"
Todos los eucaliptos habían sido talados. El “bosquecillo del amor”, convertido en UNIDAD HABITACIONAL.

---¡Qué crimen! ---exclamó ARA, con profundo dolor---.


“A ARIEL, se le rasaron los ojos de lágrimas; veía con dolor lo que había sido del bosquecillo donde se juraron amor eterno.

"ARA,
terminó reconociendo el lugar y buscó afanosamente “el árbol”, donde ARIEL, le declaró su amor; pero solamente había una placa que decía: “3er. ANDADOR EUCALIPTOS”.
“Caminaron tomados de la mano alrededor de aquella UNIDAD HABITACIONAL.

“El sol, punto de ocultarse no se filtraba ya entre los árboles, sino entre aquellos edificios malhechos llamados “condominios”.

“La pureza del medio ambiente emanado por aquellos árboles, ya no existía.

" La opaca transparencia del cielo hacía del horizonte grisáceo y triste.

"La nitidez de aquel cielo daba la sensación de un paisaje pintado con un pincel sucio.

--- ¡Qué le han hecho a nuestra ciudad! ¡A nuestro planeta!!! ¡Exclamó ARA! ¿Acaso no hay algo, alguien o un poder divino que impida talar aquello que purifica nuestra vida?

--- ¡Dios mío! ¡Cuánta injusticia!

“Ambos lloraron como chiquillos. Pero en el fondo llevarían por siempre el recuerdo de su árbol y del bosquecillo, mudos testigos de su amor.

Autor: Rafael Calderón Negrete. (Puebla, México)
Seudónimo: Jurcan Uriarte Pontleca.
22/11/2016 Derechos de Autor Reservados.©
RAFAEL

¡Encantadora historia de un idilio!

Mas triste, por la inolvidable
evocación del árbol
donde se juraron amor.


Un fortísimo abrazo,

Guillermo.
 
Mi queridísimo maestro Guillermo: Caballero de los Geranios. Un verdadero honor saber y mirar que lees estas humildes letras. Muchísimas gracias y que estas fiestas decembrinas, así como el año venidero. Sean desbordantes de felicidad para ti y los tuyos. Sinceramente. Fam. Calderón López (Jurcan Uriarte Pontleca)...
 
Mi distinguido amigo y mestro, JAVIER TOMAS. Me honra saber y mirar que lees estas humildes letras. Muchas gracias. Y aprovechando la ocasion, deseamos que estas fiestas decembrinas al igual que el año venidero y siempre sean de dicha y bienestar par vos y toda la familia. Nuevamente gracias y que DTB...
 
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