Jurcan Uriarte Pontleca
Miembro Conocido
… UNO DE MUERTITOS, ¿NO?
Chistopher: a todo le encontraba gracia. Cualquier acontecimiento era materia para ponerle humor. Así disfrazaba el tedio al paso de la vida.
Sus cuentos, chistes o puntadas, eran del agrado para algunos, no para todos. Algo que era de apreciarse es que sus cuentos no eran colorados ---groseros o vulgares, como se dice---, había uno que otro subidillo de color, pero no caían en la vulgaridad; era enemigo se lo obsceno o grosero. Incluso, no era mal hablado.
A cada acontecimiento o anécdota, Chistopher, le agregaba humor; resaltaba en lo chusco y gracioso. No faltó que alguien que no estaba de humor, incluso, su familia le decían: ¡---Te pasas! ¡Chistoso! o ¡ No seas sangrón!
En una ocasión, estando con su hija sucedió algo que Chistopher, le encontró el lado humorístico, ella, que no estaba de humor, molesta le dijo: “--- Tú a todo le encuentras chiste y quieres solucionarlo con eso, con chistes o cuentos...”… a lo que acostumbrado a ese tipo de reacciones, faltas del sentido del humor, contestó:
“--- Hija, no es que quiera ser gracioso, así soy desde que tengo uso de razón.
“--- Simplemente veo la vida con optimismo y de esa manera disfrazo lo que me ha invadido por siempre. He puesto humor a los aconteceres de la vida para no estar inmerso en lo que nos atosiga diariamente, entre ellos la inseguridad, la política, la salud y la carestía de la vida, para no sentirme víctima de ello, entre otras cosas ---con un dejo de tristeza, agregó---:
“--- Por ejemplo: Ustedes. ¡Perdóname, si no he podido darles lo que se merecen por la pobreza a la que las he orillado…!
“---Es por eso, que me refugio en el optimismo, soy realista, pero me preocupa lo que bulle en nuestro alrededor y qué será de ustedes en el mañana…
“--- Tal vez no esté lejano el día en que yo muera y por fin se desharán de mí; ya no volverán a escuchar lo que para unos es gracioso, para otros tonterías o babosadas…
“--- Me iré feliz, porque creo no haberle hecho daño a nadie; triste y con un pesar porque no les di a ustedes lo que se merecían. Contento porque voy a rendir cuentas ante el Creador. Triste porque a lo mejor ya no tendré aliento para despedirme con el último chiste o cuento.
Nadie se imaginaría que poco tiempo después, Chistopher, ya no despertó, ni siquiera se levantó de su cama; su familia al ver que no salía de su recámara entraron y se percataron de que había fallecido en el transcurso de la noche. Inmediatamente se corrió la voz, se hicieron los preparativos y en su propio domicilio fue velado; los funerales se realizaron de manera singular; llegaron todo tipo de personas, más de la clase baja, pues siempre convivió con quienes tenían menos y sus cuentos y chistes también aliviaban, en parte, los ánimos de quienes lo frecuentaban y por vivir en situación precaria…
El ambiente se tornó triste al principio. La familia estuvo recibiendo a todo aquel que se consideró amigo y conocido. Había palabras, abrazos, lágrimas y tristeza, por un lado; por la otra, hipocresía, pues algunos asistentes ---los no sinceros, --- tenían que estar presentes ante tal acontecimiento, se veían aburridos y comprometidos a acompañar a Chistopher, en su última morada. Otros cuchicheaban quién sabe qué cosas, pero aunque sea de mala gana, ahí estaban; con la plática y lo demás, ya empezaban a ambientarse ¿o no es así?
Abundó el café negro con “piquete”, la copita, hubo rezos. Bien pudo apreciarse que los asistentes se conocían entre sí, y si no, con unas cuantas copitas, hasta hermanos resultarían y empezó el bullicio en el velorio.
El caso es que Chistopher, tuvo un funeral de “peluche”, pues abundaron los “cuates, amigos o flota, la música y chupe”, como coloquialmente se dice.
En un momento inesperado, de entre los asistentes, no faltó el orador improvisado, que levantó la voz, llamando la atención y dijo:
“--- ¡Familia, amigos, vecinos!!! “--- ¿Qué somos en esta vida?, nada…
“--- ¿Que nos queda por hacer?...
“---Simplemente esperar, porque hoy estoy, mañana quien sabe… “--- Justo es reconocer que nuestro hermano Chistopher, supo destacar como todo un hombre lleno de cualidades...
”--- Dios lo ha llamado a rendir cuentas y ante ese llamado nadie puede oponerse, somos mortales…
“--- Chistopher no fue un hombre perfecto, pero nos enseñó que hay que respetar para que nos respeten y lo más grandioso, de este gran hombre, que siempre supo darle sabor y humor a la vida...
“--- Siempre nos deleitó con sus anécdotas, sus chistes y sus cuentos, creemos y debemos de…
En ese momento, de entre los asistentes, con voz, que denotaba claramente que ya habían hecho efecto las copitas y el café con piquete, dijo:
“--- ¡Ese Chistopher!!! Ya por último, aviéntate un cuento de muertitos. ¿No?
Chistopher: a todo le encontraba gracia. Cualquier acontecimiento era materia para ponerle humor. Así disfrazaba el tedio al paso de la vida.
Sus cuentos, chistes o puntadas, eran del agrado para algunos, no para todos. Algo que era de apreciarse es que sus cuentos no eran colorados ---groseros o vulgares, como se dice---, había uno que otro subidillo de color, pero no caían en la vulgaridad; era enemigo se lo obsceno o grosero. Incluso, no era mal hablado.
A cada acontecimiento o anécdota, Chistopher, le agregaba humor; resaltaba en lo chusco y gracioso. No faltó que alguien que no estaba de humor, incluso, su familia le decían: ¡---Te pasas! ¡Chistoso! o ¡ No seas sangrón!
En una ocasión, estando con su hija sucedió algo que Chistopher, le encontró el lado humorístico, ella, que no estaba de humor, molesta le dijo: “--- Tú a todo le encuentras chiste y quieres solucionarlo con eso, con chistes o cuentos...”… a lo que acostumbrado a ese tipo de reacciones, faltas del sentido del humor, contestó:
“--- Hija, no es que quiera ser gracioso, así soy desde que tengo uso de razón.
“--- Simplemente veo la vida con optimismo y de esa manera disfrazo lo que me ha invadido por siempre. He puesto humor a los aconteceres de la vida para no estar inmerso en lo que nos atosiga diariamente, entre ellos la inseguridad, la política, la salud y la carestía de la vida, para no sentirme víctima de ello, entre otras cosas ---con un dejo de tristeza, agregó---:
“--- Por ejemplo: Ustedes. ¡Perdóname, si no he podido darles lo que se merecen por la pobreza a la que las he orillado…!
“---Es por eso, que me refugio en el optimismo, soy realista, pero me preocupa lo que bulle en nuestro alrededor y qué será de ustedes en el mañana…
“--- Tal vez no esté lejano el día en que yo muera y por fin se desharán de mí; ya no volverán a escuchar lo que para unos es gracioso, para otros tonterías o babosadas…
“--- Me iré feliz, porque creo no haberle hecho daño a nadie; triste y con un pesar porque no les di a ustedes lo que se merecían. Contento porque voy a rendir cuentas ante el Creador. Triste porque a lo mejor ya no tendré aliento para despedirme con el último chiste o cuento.
Nadie se imaginaría que poco tiempo después, Chistopher, ya no despertó, ni siquiera se levantó de su cama; su familia al ver que no salía de su recámara entraron y se percataron de que había fallecido en el transcurso de la noche. Inmediatamente se corrió la voz, se hicieron los preparativos y en su propio domicilio fue velado; los funerales se realizaron de manera singular; llegaron todo tipo de personas, más de la clase baja, pues siempre convivió con quienes tenían menos y sus cuentos y chistes también aliviaban, en parte, los ánimos de quienes lo frecuentaban y por vivir en situación precaria…
El ambiente se tornó triste al principio. La familia estuvo recibiendo a todo aquel que se consideró amigo y conocido. Había palabras, abrazos, lágrimas y tristeza, por un lado; por la otra, hipocresía, pues algunos asistentes ---los no sinceros, --- tenían que estar presentes ante tal acontecimiento, se veían aburridos y comprometidos a acompañar a Chistopher, en su última morada. Otros cuchicheaban quién sabe qué cosas, pero aunque sea de mala gana, ahí estaban; con la plática y lo demás, ya empezaban a ambientarse ¿o no es así?
Abundó el café negro con “piquete”, la copita, hubo rezos. Bien pudo apreciarse que los asistentes se conocían entre sí, y si no, con unas cuantas copitas, hasta hermanos resultarían y empezó el bullicio en el velorio.
El caso es que Chistopher, tuvo un funeral de “peluche”, pues abundaron los “cuates, amigos o flota, la música y chupe”, como coloquialmente se dice.
En un momento inesperado, de entre los asistentes, no faltó el orador improvisado, que levantó la voz, llamando la atención y dijo:
“--- ¡Familia, amigos, vecinos!!! “--- ¿Qué somos en esta vida?, nada…
“--- ¿Que nos queda por hacer?...
“---Simplemente esperar, porque hoy estoy, mañana quien sabe… “--- Justo es reconocer que nuestro hermano Chistopher, supo destacar como todo un hombre lleno de cualidades...
”--- Dios lo ha llamado a rendir cuentas y ante ese llamado nadie puede oponerse, somos mortales…
“--- Chistopher no fue un hombre perfecto, pero nos enseñó que hay que respetar para que nos respeten y lo más grandioso, de este gran hombre, que siempre supo darle sabor y humor a la vida...
“--- Siempre nos deleitó con sus anécdotas, sus chistes y sus cuentos, creemos y debemos de…
En ese momento, de entre los asistentes, con voz, que denotaba claramente que ya habían hecho efecto las copitas y el café con piquete, dijo:
“--- ¡Ese Chistopher!!! Ya por último, aviéntate un cuento de muertitos. ¿No?
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