La luna no pudo verle,
y se ocultó tras la Alhambra,
iba triste y cabizbajo
hondo pesar en su alma,
mas quienes le acompañaban
en aquella noche aciaga,
evitaban...su mirada.
¡Ay, que fatal madrugada¡
crespones en mudos pechos,
huérfana la poesía,
doliente le reclamaba.
Y no hay otro Federico,
ni una pluma con tal magia,
y es su legado excelso
atemporal en el tiempo,
hoy, como ayer y mañana.
Nos quitaron al hombre en plena juventud, pero permanece vivo en su legado.
y se ocultó tras la Alhambra,
iba triste y cabizbajo
hondo pesar en su alma,
mas quienes le acompañaban
en aquella noche aciaga,
evitaban...su mirada.
¡Ay, que fatal madrugada¡
crespones en mudos pechos,
huérfana la poesía,
doliente le reclamaba.
Y no hay otro Federico,
ni una pluma con tal magia,
y es su legado excelso
atemporal en el tiempo,
hoy, como ayer y mañana.
Nos quitaron al hombre en plena juventud, pero permanece vivo en su legado.