Jorge Toro
Miembro Conocido
Enrique Santos Discépolo (Argentina, 1901-1951)
Poeta, compositor, actor y autor teatral.
Escribió entre otros tangos:
Cambalache, Que va cha ché, Yiya yira…
Poeta, compositor, actor y autor teatral.
Escribió entre otros tangos:
Cambalache, Que va cha ché, Yiya yira…
Señor Santos Discépolo:
En la primera treintena del pasado siglo veinte
sus canciones impregnadas de lunfardo y sentimiento
expresaron descarnadas su absoluto desencanto
por un mundo pervertido sin principios ni moral.
Sus palabras advertían del barullo que imperaba,
de cómo habían caído al olvido los valores
y la ambición material se paseaba triunfal.
Que ser recto era tozudo y ser noble necedad;
que la honradez era broma y el dinero lo ideal.
Que para nada valía ser un ciudadano honesto,
porque sin duda el abyecto en todos casos vencía.
Que en un mundo indiferente a nadie importaba el otro
y existía oído sordo al reclamo del decente.
Respetado señor Santos, debo decirle que ahora,
aunque pasaron los años, nada a mejor volteó.
Caducaron las conciencias, se agigantó la violencia,
el dinero es ese dios por el que fácil se mata
y la dignidad de otrora, hoy a ninguno maniata.
La insobornable justicia perdió su preciada venda
y aquella proba balanza que tiempo atrás ostentó,
volvióse artero artilugio de mañosa inequidad,
que obedeciendo a sobornos se inclina al mejor postor.
Ser correcto está en desuso y ser rapaz es la moda.
Políticos, abogados, empresarios, constructores,
profesores, magistrados, predicadores, doctores,…
al tiempo y de forma igual enterraron su moral
y cual taimados rapaces despojan sin un puñal.
No hay esperanza a la vista, abruma la impunidad,
imperan la podredumbre y una atroz desigualdad.
Hoy los humildes perecen a puertas de un hospital
que sólo quiere acoger a quienes tienen con qué.
Hoy matan a los mendigos para limpiar la ciudad
desplazan a campesinos para quitarles sus tierras
y engañan a los ingenuos para afianzar un poder.
Es un mundo sin escrúpulos carente de probidad
donde unos cuantos burgueses dominan aquí y allá.
Un mundo distorsionado donde pulula el dinero
en manos de unos contados magnates y gobernantes
mientras millones de gentes no tienen ni para un pan.
Señor Santos Discépolo
Usted contó el desencanto que le agobió en su momento
y con hondo escepticismo desnudó esa realidad.
Con desaliento le expreso que el actual siglo veintiuno
a pesar de sus avances sigue siendo porquería
donde imperan día a día el ultraje y la maldad.