María Lourdes
Miembro Conocido
Y te me hiciste viejo…
con la guerrera puesta,
inédito cultivador de sueños
de tantas rosas y cosechas,
fruto de azúcar y sal
en insigne fortaleza;
con mil años y mil letras,
caballero de armaduras
de sensoriales y suaves sedas.
Son tus manos santas
y tus leves dedos que vuelan,
cual palomas blancas
envueltas en gasas de papel
que aún en tus ojos silenciosos
tarareando sonidos suenan,
por las infinitas calles
con tu piel de madriguera,
con la palidez pulida
entre los lirios del valle.
Y te me hiciste santo…
porque a tu Dios
recurriste siempre
porque contaste historias,
como estrellas fugaces
talladas en los cielos
que a puro pensamiento elevaste
a la esencia del universo.
Hoy cuando más estás callado, abuelo
envuelto en tus nobles ideas
eres esa paz absorbente que ahora liberas
amor de viejos poemas que tus ojos hoy enseñan
será tu recuerdo por siempre nuestro ejemplo…
No te alíes aún a las estrellas,
sé cometa Abuelo.
Nunca mueras…
con la guerrera puesta,
inédito cultivador de sueños
de tantas rosas y cosechas,
fruto de azúcar y sal
en insigne fortaleza;
con mil años y mil letras,
caballero de armaduras
de sensoriales y suaves sedas.
Son tus manos santas
y tus leves dedos que vuelan,
cual palomas blancas
envueltas en gasas de papel
que aún en tus ojos silenciosos
tarareando sonidos suenan,
por las infinitas calles
con tu piel de madriguera,
con la palidez pulida
entre los lirios del valle.
Y te me hiciste santo…
porque a tu Dios
recurriste siempre
porque contaste historias,
como estrellas fugaces
talladas en los cielos
que a puro pensamiento elevaste
a la esencia del universo.
Hoy cuando más estás callado, abuelo
envuelto en tus nobles ideas
eres esa paz absorbente que ahora liberas
amor de viejos poemas que tus ojos hoy enseñan
será tu recuerdo por siempre nuestro ejemplo…
No te alíes aún a las estrellas,
sé cometa Abuelo.
Nunca mueras…
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