Olimpia Era
Miembro Conocido
Temblores de frío en su cuerpo pequeño, sucio, ha sido hallado por unos niños, creyeron que era un muñeco, después una camada de gatitos, pues se movía y gemía, pero al abrir aquella enrollada bolsa… en su interior había un bebé.
La más mayor, entró en el bar de enfrente, llamó al dueño… enseñándole lo que habían encontrado, salió la esposa y, con ese instinto maternal que caracteriza a las mujeres, sacó una toalla y lo envolvió en ella, mientras su marido llamaba a la policía.
Los niños, con los ojos brillantes, sintiéndose participes de ese milagro de vida y con las lágrimas asomadas, pensando cómo alguien puede dejar algo tan bello en un contenedor. Les parecía lo más bello del mundo, sus ojos no veían la suciedad características del parto, solo el llanto amargo de una criatura, abandonada.
La mayor de los tres niños, que ya contaba con doce años, solicitó a la señora que se la dejase coger, pues ellos la habían encontrado, era de ellos, la señora sonrió y le dejó el bebé.
Los tres con ojos muy abiertos lo miraron y pensaron que era tan pequeñito… ¿ Como se podía dejar así a un niño? Pere, que era el pequeño y tenía cuatro años, quería darle un pedacito de su merienda.
Todos rieron y le explicaron que los bebés no comen, toman leche, normalmente de sus mamás o en biberón, dependiendo de la situación.
Llegó la policía y llamaron a una ambulancia, que apareció casi de inmediato. Limpiaron al bebé, le hicieron un primer chequeo y le llevaron de inmediato al hospital.
Pere lloraba, pues tenía miedo que se volviese a perder y no supiera encontrarles a ellos, además ¿Quién iba a abrazarle, darle besos, taparlo en su cuna? Cuando preguntó esto al policía, casi petrificado, sacando fuerzas y con ojos llorosos le dijo: Quiero que estés tranquilo, buscaremos a su mamá y mientras tanto en el hospital le darán de comer, le abrazarán y lo arroparán. No temas por eso, no vamos a dejarlo solo ni un momento, hasta encontrar a su mamá.
Concha Balada
ESPAÑA 01/08/15
Reservados los Derechos de Autor
La más mayor, entró en el bar de enfrente, llamó al dueño… enseñándole lo que habían encontrado, salió la esposa y, con ese instinto maternal que caracteriza a las mujeres, sacó una toalla y lo envolvió en ella, mientras su marido llamaba a la policía.
Los niños, con los ojos brillantes, sintiéndose participes de ese milagro de vida y con las lágrimas asomadas, pensando cómo alguien puede dejar algo tan bello en un contenedor. Les parecía lo más bello del mundo, sus ojos no veían la suciedad características del parto, solo el llanto amargo de una criatura, abandonada.
La mayor de los tres niños, que ya contaba con doce años, solicitó a la señora que se la dejase coger, pues ellos la habían encontrado, era de ellos, la señora sonrió y le dejó el bebé.
Los tres con ojos muy abiertos lo miraron y pensaron que era tan pequeñito… ¿ Como se podía dejar así a un niño? Pere, que era el pequeño y tenía cuatro años, quería darle un pedacito de su merienda.
Todos rieron y le explicaron que los bebés no comen, toman leche, normalmente de sus mamás o en biberón, dependiendo de la situación.
Llegó la policía y llamaron a una ambulancia, que apareció casi de inmediato. Limpiaron al bebé, le hicieron un primer chequeo y le llevaron de inmediato al hospital.
Pere lloraba, pues tenía miedo que se volviese a perder y no supiera encontrarles a ellos, además ¿Quién iba a abrazarle, darle besos, taparlo en su cuna? Cuando preguntó esto al policía, casi petrificado, sacando fuerzas y con ojos llorosos le dijo: Quiero que estés tranquilo, buscaremos a su mamá y mientras tanto en el hospital le darán de comer, le abrazarán y lo arroparán. No temas por eso, no vamos a dejarlo solo ni un momento, hasta encontrar a su mamá.
Concha Balada
ESPAÑA 01/08/15
Reservados los Derechos de Autor