Yaneth Hernández
Miembro Conocido
La primera frase, de tus sánscritos labios,
es el silencio que bautiza, los besos nacientes
de tu aliento melódico, y la saliva perfumada,
de los adentros de tu éter.
Mis ojos, como un ritual de destellos cósmicos,
deliran en la magia, que desprenden
las mariposas, con alas de tu piel.
De tu vientre, a mi península,
un prodigio de caricias inicia la liturgia
de tus manos y el Talmud, de tu lengua,
versa sobre los pliegues de mi inocencia.
Amanece sobre el cerezo de tu pecho,
y como agua viva, el gemir de tu bostezo,
rima con el canto babilónico,
que tu sonrisa desabrocha
en una apología, de dulces roces.
Derechos reservados.
es el silencio que bautiza, los besos nacientes
de tu aliento melódico, y la saliva perfumada,
de los adentros de tu éter.
Mis ojos, como un ritual de destellos cósmicos,
deliran en la magia, que desprenden
las mariposas, con alas de tu piel.
De tu vientre, a mi península,
un prodigio de caricias inicia la liturgia
de tus manos y el Talmud, de tu lengua,
versa sobre los pliegues de mi inocencia.
Amanece sobre el cerezo de tu pecho,
y como agua viva, el gemir de tu bostezo,
rima con el canto babilónico,
que tu sonrisa desabrocha
en una apología, de dulces roces.
Derechos reservados.