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Amor en el lienzo

La sala estaba abarrotada de periodistas, sus preguntas se disparaban junto a los flashes, todo el mundo quería saber que se sentía al saltar a la fama de forma tan repentina, después de una vida gris en cuanto a creación artística. Laura miraba al vacío recordando, y a la vez llorando en su interior.
Su padre, Antonio Mars, había nacido en Gerona, pero emigró siendo muy joven a Madrid. Allí conoció a Carmen Rodriguez, una chica muy hermosa y tímida a la que dejó embarazada. Se casó con ella, aunque nunca sintió nada más que deseo. Era un hombre osco, rudo en sus formas, cuyo único pensamiento estaba en el dinero, y que mantenía sojuzgada a Carmen, envolvíendose en su manto de timidez y silencio para sobrevivir. En ese ambiente nació Laura. Su padre nunca la dedico ni la más leve sonrisa, y sus conversaciones eran escasas, sobre todo por que él estaba la mayoría del tiempo de viaje intentando vender el género textil al que se dedicaba en cuerpo y alma.
De pequeña la operaron mal de anginas, y eso la provoco reuma. Inyecciones de Benzetacil e higado, y sobre todo cama, pues la humedad y el frío la provocaban fuertes dolores de piernas. Esos largos periodos en una casa silenciosa y sin vida la convirtieron en una persona introvertida, y también en una aficionada a la pintura. En su casa había una enciclopedia de los mejores pintores de la historia, seguramente regalada por algún cliente de su padre, pues este era incapaz de gastarse una peseta si no era estrictamente necesario, y ella se compró todo lo que necesitaba para dibujar con el dinero que fue ahorrando de cumpleaños y navidades. Cuando Antonio vio en lo que se había gastado el dinero ahorrado le retiró las cuatro frases que aun la decía por compromiso.
Inevitablemente acabó en la carrera de bellas artes. Realmente era buena, en el dibujo técnico nadie la superaba, y dominaba todos los estilos pictóricos, pero algo fallaba, sus cuadros no tenían vida. Todos alababan sus cuadros, pero los olvidaban en diez minutos, pues carecían de la capacidad de sorprender y atraer al que lo observa.Ya tenía problemas con la relación con los compañeros que la consideraban rara, pero la sensación de inferioridad agravaba la situación. Una rabia profunda crecía en su interior. Ella veía las pinturas de otros y solo notaba fallos técnicos, pero a otras personas les causaban admiración. Solo el profesor de dibujo técnico, Arturo Mendoza, la entendía.


-Mira Laura, el arte no es solo el éxito en una exposición, hay más. A mi me pasó lo mismo que a ti, mis dibujos carecían de “alma”. Fue un periodo muy frustrante en mi vida, andaba perdido. Llegué a odiar todo lo relacionado con el arte, pero encontré la enseñanza. Quizás mis cuadros no sean puestos a la venta en una galería prestigiosa, pero si puedo dirigir y enseñar a otros que lo consigan, y mi orgullo de artista se nutre de cada logro que conseguís.


Calló por un momento para que sus palabras calaran en los pensamientos de Laura.


-Un amigo mío, que dirige la revista Arte de Hoy, me ha pedido que le haga la critica de una exposición que se realiza la semana que viene en la Galería Theo. Son ocho jóvenes promesas. ¿Que te parece si la haces tú?, a lo mejor por ese camino encuentras el tuyo.


No le apetecía ni lo más mínimo, pero Arturo se portó muy bien con ella durante toda la carrera, así que aceptó. Llegó media hora antes de que abrieran las puertas. Esperó sin decir nada y entró con los primeros visitantes. Llamó la atención, pues se paraba durante mucho rato en cada cuadro sin dejar de tomar notas. Tan absorta estaba en su trabajo que se le pasó la hora de comer sin que su estómago reclamara su parte.
Llegó a casa llena de ideas e imágenes. Sin apenas descanso y con un pequeño bocadillo como sustento, empezó a escribir su crónica.Estaba llena de crítica ácida, desmontaba cuadro por cuadro dando un listado completo de todos los fallos técnicos, poniendo en duda la originalidad de la pintura y de su aspecto artístico. A primera hora de la mañana, después de una noche en vela, se la envió por email a Arturo.


Ring...ring...ring.


-¿Si, digamé?
-Hola Laura, soy yo. Acabo de leer tu artículo. ¿Estás segura que es esto lo que quieres que publiquen?
-¡Si!
-¿No quieres revisarla?
-O así o nada.
-Como quieras. En el aspecto técnico no puedo poner ni un solo pero, como siempre eres brillante, pero prácticamente arruinas las carreras de esos muchachos, les dejas como unos vulgares aficionados.
-Es lo que son. No vi ni una pintura de calidad en esa exposición. Sus carreras suben por que sus cuadros son comprados por gente sin la más mínima formación artística, que solo quieren tener en el salón la firma de un pintor de moda, y fanfarronear ante sus conocidos que es una inversión de futuro. Es pura bazofia.


El director de la revista no puso ni una pega, y así se imprimió. Muchos fueron los que criticaron tan desaforada critica, pero muchos más los que la aplaudieron. Descubrieron muchos aspectos en el articulo en los que nunca hubieran caído. A la semana siguiente le ofreció nuevas exposiciones que visitar.
Su fama creció en poco tiempo, tanto como critica, como de pluma viperina. Hasta los pintores consagrados temblaban si intuían su presencia ante un cuadro suyo. No había nadie que le dirigiera una sonrisa sincera. Aunque siguió siendo fiel a Arte de Hoy, fueron muchas las revistas que le ofrecían colaboraciones, tanto de dentro como de fuera de España. Cada vez se volvía un poco más introvertida, un poco más huraña, un poco más aislada de la realidad. El trato con la gente la hastiaba.
Viajó hasta Granada para la inauguración de una pinacoteca que resulto se runa de esas reuniones que tanto odiaba, llena de discursos, falsos deseos y excesivo fausto para los recursos de que disponía. Cansada, se fue a mitad del evento. Cogió su coche y se echo a la carretera para despejarse, le encantaba hacer kilómetros por carreteras secundarias, donde siempre encontraba hermosos paisajes, aunque fuera solo un rincón, donde deleitarse. Paró en un pequeño pueblo solitario para estirar las piernas. Durante su paseo encontró una casa donde se exponían cuadros de un pintor local, Alejandro Macías. Casi sin pensarlo entró, no había nadie y las puertas hacia las salas estaban cerradas, pero en la recepción había un lienzo, representaba un atardecer en el campo, donde un grupo de labradores y sus mujeres ventaban el trigo para separar la paja del grano. Unos bebían, otros reían, o se secaban el sudor. La escena era alegre, la recogida de los frutos después de tanto trabajo. Era...era...era perfecto. No se lo podía creer. Quedó un buen rato observándole sin poder sacarle ningún defecto, todo coordinaba, la escena quedaba plasmada con tanta viveza que la impresionó. Cada detalle, cada personaje aislado, era por si ya una obra maravillosa.


-Ese lo pinté en un momento muy feliz de mi vida.


Laura se giró sobresaltada, creía que estaba sola.


-Hola, soy el autor y el propietario de este modesto museo.


Antes de contestar se quedó mirando a su interlocutor. Era alto, de treinta y pocos años, delgado, y sin ser muy guapo, tenía unos grandes ojos de limpia mirada y una voz grave y melodiosa.


-Hola. Vi por casualidad el cartel y me decidí a entrar. Lo siento, no sabía que estaba cerrado.
-Como comprenderás no hay muchas colas para entrar. Estaba trabajando en el estudio que tengo al fondo.
-Este cuadro me gustó mucho, técnicamente es impecable y la escena me ha conmovido.
-Muchas gracias. ¿Quieres entrar a ver el resto?
-Me encantaría.


Era una casa grande dividida en cinco salas diáfanas.


-En esta sala están los cuadros de un tiempo muy feliz. Acababa de regresar de París, y todo lo veía con una luz y un color desbordante. Todo me divertía. El cuadro de afuera es de esta época.


Laura quedó impresionada, todas las pinturas eran de la misma calidad que la anterior.


-Esta sala la dedico a un terrible incendio que sufrimos en el pueblo. Ardió los montes del Argan y las llamas llegaron a las casas. Murió bastante ganado, a pesar que todas las personas salimos a intentar sofocarlo.


Se veían a gente del pueblo tiznada por el incendio, con el espíritude la derrota reflejado en su rostro. Campos arrasados con animales medio carbonizados, casas destruidas, lágrimas y gritos. Un escalofrío recorrió la espada de ella.


-Esta se la dedico a mi madre. Pasó una gran agonía, un cáncer la mino poco a poco, apagándola como una vela. El dolor se apresó de mi y de mi ánimo. Fue la peor etapa de mi vida.


Casi daba miedo, todo lo que reflejaba era dolor, sufrimiento, desesperación. Una lágrima se escurrió por su mejilla, notaba ensu interior el dolor de Alejandro.


-En esta otra ya me encontraba mejor, pero no tenía ganas de reír, solo me di cuenta de lo dura y cruel que es esta vida.


Al contrario de la primera sala que solo reflejaba días y momentos alegres, esta mostraba la dura vida en el campo, el labriego sufriendo por sus riñones después de un día de trabajo, el niño llorando, la anciana con la cara marcada por sus arrugas y la mirada perdida, el perro famélico rebuscando en la basura.
Entraron en la última sala, allí, para su sorpresa encontró trabajos de una factura muy diferente. Un amanecer, un anochecer, un travieso arroyo atravesando un castañar, el vuelo de un águila buscando comida. Todo muy neutro, sin que ningún sentimiento se refleje, iguales de buenos, pero sin esa intensidad que tanto la había conmovido en las anteriores salas.


-El trabajo es buenísimo, creo que el mejor que he visto, y he visto mucho te lo aseguro. ¿Como es que no oí tu nombre antes?
-No me interesa la fama.
-Pero me hubiera enterado de alguna subasta de tus cuadros
-Yo no vendo mis cuadros.
-¿Porqué?
-Porque mis cuadros soy yo.


La respuesta la dejó pensativa. Salieron al exterior y era noche cerrada.


-No me di cuenta de la hora. ¿Hay algún hotel en el pueblo donde pasarla noche?. Me gustaría ver tus cuadros mañana con más tranquilidad.
-No. Fuera de temporada los dos pequeños hoteles que hay cierran. Vente adormir a mi casa, te prepararé la cena.


Laura dudó, no era costumbre suya ir a casa de nadie, y menos de un desconocido, pero estaba tan emocionada con su obra, y esa sonrisa tranquila parecía tan sincera...


-De acuerdo, pero te advierto que no soy una persona fácil de tratar.
-No te preocupes, mi madre tampoco, y a nadie he querido más en mi vida.


Para su sorpresa la velada fue muy agradable. Él la contó sus vivencias en Paris, como había aprendido a manejar sus pinceles y a sacar de su interior los sentimientos para plasmarlos en el lienzo. Ella, por primera vez, contó entre risas, como se hacía la enferma para poder quedarse en casa a pintar cuando era pequeña. También su frustración por no poder crear obras de valía, y de como llegó a la critica guiada por esta. Que fácil era contarle todo, siempretenía una palabra amable, un comentario acertado en cada momento, y una dulzura que la animaba. Esa noche apenas pudo dormir, no sabía que la pasaba, pero una excitación recorría sus entrañas evitando que se relajara. Mucho antes de amanecer ya estaba levantada.


-Veo que te gusta madrugar.
-No demasiado, pero me desperté pronto.
-¿Dormiste mal?
-No,será el exceso de silencio, o el cambio de colchón.
-Pues desayunamos y vamos a la galería.


Le fue explicando cuadro por cuadro, detalle por detalle, todo encajaba como un rompecabezas. Empezó a comprenderle, el por qué de cada uno de ellos. Reía o lloraba a cada comentario, tenía a flor de piel todos los sentimientos, tan pronto se exaltaba como se apoderaba de ella una terrible tristeza. Con nadie le había pasado tal cosa.Cuando llegaron a la última sala no aguanto sus dudas y le pregunto.


-¿Por que todas tus anteriores pinturas están tan cargadas de sentimientos y en cambio en estas últimas no?. Son preciosas, pero el cambio es manifiesto.
-Por qué no quiero sentir nada, simplemente no dejar de pintar y hacer de ello mi vida.
-No te entiendo. Tú le pones todo el interior a tus pinceles, ¿y ahora?. Explícamelo.
-No quiero sentir nada para no sufrir, solo ver pasar el tiempo.
-¿Sufrir? Sigo sin enternderlo.
-Me estoy muriendo Laura, un cáncer me esta comiendo por dentro y en no mucho tiempo vendrá a tomar su trofeo.
-Pero hoy hay tratamientos, hay medios...
-No Laura. A mi me pasa lo mismo que a ti, estoy solo en el mundo, si me trato me meterán en un hospital y ya no me dejarán salir, y sin mis pinceles no quiero vivir, es lo único que me mantiene en pié.


Las lágrimas empezaron a brotar en su cara, una congoja se le agarraba al corazón sin poder evitarlo. Se acerco a Alejandro y le acaricióla cara con ternura. Le abrazó metiendo su cabeza en su pecho,oyendo su palpitar, sintiendo su calor. Miró hacia arriba y se encontró con sus ojos, esos ojos grandes de mirada clara. No puedo resistirse. Se puso de puntillas y le beso, con una pasión que jamás había conocido. Casi sin darse cuenta, estaban en el suelo de la sala haciendo el amor.

Dejó toda actividad y después de mucho tiempo, retomó la pintura. Dibujaba en el estudio de Alejandro, entre risas y miradas dedulzura, y por las noches hacían el amor, sin importarles que llegara el alba. Ella sabía lo que tenía que pasar, pero a pesar de ello fue la etapa más feliz de su vida, cada minuto, cada momento, lo disfrutaba con plenitud.
Una mañana despertó, Alejandro estaba acurrucado mirando para el otro lado. Le abrazó, pero de inmediato notó que su cuerpo estaba muy frío. Pegó un grito y le giró hacia ella, su cara sin vida reflejaba tranquilidad, calma, sosiego. Se abrazó a su pecho y lloró, lloró como nunca lo había hecho, vaciando todo su dolor en esas amargas lágrimas. Tardó varias horas en llamar a los servicios médicos.
Tras el entierro, recogiendo sus cosas, encontró una carta de Alejandro entre sus camisetas:


Querida Laura.
No sé como decirte cuanto de amo, y lo feliz, no, lo inmensamente felizque me has hecho en estos últimos meses, había perdido la esperanzade sentir algo así en mi vida. Desde hace días siento el final cerca. Perdona que no te dijera nada, pero quería verte sonreír hasta el último momento.
Te quiero pedir una cosa, te he dejado en testamento todas mis pertenencias. Mantén el museo abierto y sigue pintando. Cuando estás con un pincel en la mano eres la persona más maravillosa del mundo, no dejes que te digan lo contrario. Tú, como yo, no sabemos vivir sin nuestra paleta en la mano, y ya pasaste demasiado tiempo sintiéndote desgraciada.
Cuelga tus pinturas junto a las mías, y así me notarás a mi lado.
Gracias por todo lo que me has dado.
Te amaré por toda la eternidad.




-¡Señora Mars!, ¿Como explica el fabuloso éxito de sus pinturas en la Galería Wells de Londres?. Pocos pintores tienen ese privilegio.
-Digamos que los críticos han sido muy amables conmigo.
-¿Pero antes de esto no se conocía cuadros suyos de relevancia? Se dedicaba a la critica. De repente desaparece dos años y vuelve con estas maravillas.


Laura calló durante unos instantes.


-He aprendido a sentir, susurró.
-¿Como?
-Que he aprendido a sentir mis pinturas y a transmitirlo con mis pinceles. Ahí radica mi éxito.
-La serie de cinco cuadros “pasión de amor” es capaz de enamorar al visitante. Se especula que podría alcanzar un precio elevadísimo en el mercado. ¿A pensado en venderlos?.
-Yo no vendo mis cuadros.
-¿Y por qué no los vende?
-Por qué mis cuadros soy yo.


Unniño de poco más de un año, irrumpió con pasos no muy seguros hacía Laura. Le cogió en brazos, y se puso de pié.


-Lo siento señores, mi hijo reclama la atención de su madre y esta deseando que nos volvamos a nuestro pueblo.


El niño cogió la cara de su madre con las dos manitas y la estampó un beso en la boca, levantando las risas de los periodistas.


-Que guapo. ¿Como se llama la criatura?
-Alejandro, se llama Alejandro, y es lo más bonito que he hecho en la vida...y sin los pinceles.
 

MARIPOSA NEGRA

********
ahhhhhhhhhhh Javiiiii, impresionante prosa jajaja me dejaste con el alma en la boca, maravilloso, tierno, sencillo y muy muy conmovedora y original historia de amor, te aplaudoooooooo tremendo trabajo, me encantooooooooo, un enorme placer leerte, besos mi querido pintor de sueños
 

SANDRA BLANCO

Administradora - JURADO
La sala estaba abarrotada de periodistas, sus preguntas se disparaban junto a los flashes, todo el mundo quería saber que se sentía al saltar a la fama de forma tan repentina, después de una vida gris en cuanto a creación artística. Laura miraba al vacío recordando, y a la vez llorando en su interior.
Su padre, Antonio Mars, había nacido en Gerona, pero emigró siendo muy joven a Madrid. Allí conoció a Carmen Rodriguez, una chica muy hermosa y tímida a la que dejó embarazada. Se casó con ella, aunque nunca sintió nada más que deseo. Era un hombre osco, rudo en sus formas, cuyo único pensamiento estaba en el dinero, y que mantenía sojuzgada a Carmen, envolvíendose en su manto de timidez y silencio para sobrevivir. En ese ambiente nació Laura. Su padre nunca la dedico ni la más leve sonrisa, y sus conversaciones eran escasas, sobre todo por que él estaba la mayoría del tiempo de viaje intentando vender el género textil al que se dedicaba en cuerpo y alma.
De pequeña la operaron mal de anginas, y eso la provoco reuma. Inyecciones de Benzetacil e higado, y sobre todo cama, pues la humedad y el frío la provocaban fuertes dolores de piernas. Esos largos periodos en una casa silenciosa y sin vida la convirtieron en una persona introvertida, y también en una aficionada a la pintura. En su casa había una enciclopedia de los mejores pintores de la historia, seguramente regalada por algún cliente de su padre, pues este era incapaz de gastarse una peseta si no era estrictamente necesario, y ella se compró todo lo que necesitaba para dibujar con el dinero que fue ahorrando de cumpleaños y navidades. Cuando Antonio vio en lo que se había gastado el dinero ahorrado le retiró las cuatro frases que aun la decía por compromiso.
Inevitablemente acabó en la carrera de bellas artes. Realmente era buena, en el dibujo técnico nadie la superaba, y dominaba todos los estilos pictóricos, pero algo fallaba, sus cuadros no tenían vida. Todos alababan sus cuadros, pero los olvidaban en diez minutos, pues carecían de la capacidad de sorprender y atraer al que lo observa.Ya tenía problemas con la relación con los compañeros que la consideraban rara, pero la sensación de inferioridad agravaba la situación. Una rabia profunda crecía en su interior. Ella veía las pinturas de otros y solo notaba fallos técnicos, pero a otras personas les causaban admiración. Solo el profesor de dibujo técnico, Arturo Mendoza, la entendía.


-Mira Laura, el arte no es solo el éxito en una exposición, hay más. A mi me pasó lo mismo que a ti, mis dibujos carecían de “alma”. Fue un periodo muy frustrante en mi vida, andaba perdido. Llegué a odiar todo lo relacionado con el arte, pero encontré la enseñanza. Quizás mis cuadros no sean puestos a la venta en una galería prestigiosa, pero si puedo dirigir y enseñar a otros que lo consigan, y mi orgullo de artista se nutre de cada logro que conseguís.


Calló por un momento para que sus palabras calaran en los pensamientos de Laura.


-Un amigo mío, que dirige la revista Arte de Hoy, me ha pedido que le haga la critica de una exposición que se realiza la semana que viene en la Galería Theo. Son ocho jóvenes promesas. ¿Que te parece si la haces tú?, a lo mejor por ese camino encuentras el tuyo.


No le apetecía ni lo más mínimo, pero Arturo se portó muy bien con ella durante toda la carrera, así que aceptó. Llegó media hora antes de que abrieran las puertas. Esperó sin decir nada y entró con los primeros visitantes. Llamó la atención, pues se paraba durante mucho rato en cada cuadro sin dejar de tomar notas. Tan absorta estaba en su trabajo que se le pasó la hora de comer sin que su estómago reclamara su parte.
Llegó a casa llena de ideas e imágenes. Sin apenas descanso y con un pequeño bocadillo como sustento, empezó a escribir su crónica.Estaba llena de crítica ácida, desmontaba cuadro por cuadro dando un listado completo de todos los fallos técnicos, poniendo en duda la originalidad de la pintura y de su aspecto artístico. A primera hora de la mañana, después de una noche en vela, se la envió por email a Arturo.


Ring...ring...ring.


-¿Si, digamé?
-Hola Laura, soy yo. Acabo de leer tu artículo. ¿Estás segura que es esto lo que quieres que publiquen?
-¡Si!
-¿No quieres revisarla?
-O así o nada.
-Como quieras. En el aspecto técnico no puedo poner ni un solo pero, como siempre eres brillante, pero prácticamente arruinas las carreras de esos muchachos, les dejas como unos vulgares aficionados.
-Es lo que son. No vi ni una pintura de calidad en esa exposición. Sus carreras suben por que sus cuadros son comprados por gente sin la más mínima formación artística, que solo quieren tener en el salón la firma de un pintor de moda, y fanfarronear ante sus conocidos que es una inversión de futuro. Es pura bazofia.


El director de la revista no puso ni una pega, y así se imprimió. Muchos fueron los que criticaron tan desaforada critica, pero muchos más los que la aplaudieron. Descubrieron muchos aspectos en el articulo en los que nunca hubieran caído. A la semana siguiente le ofreció nuevas exposiciones que visitar.
Su fama creció en poco tiempo, tanto como critica, como de pluma viperina. Hasta los pintores consagrados temblaban si intuían su presencia ante un cuadro suyo. No había nadie que le dirigiera una sonrisa sincera. Aunque siguió siendo fiel a Arte de Hoy, fueron muchas las revistas que le ofrecían colaboraciones, tanto de dentro como de fuera de España. Cada vez se volvía un poco más introvertida, un poco más huraña, un poco más aislada de la realidad. El trato con la gente la hastiaba.
Viajó hasta Granada para la inauguración de una pinacoteca que resulto se runa de esas reuniones que tanto odiaba, llena de discursos, falsos deseos y excesivo fausto para los recursos de que disponía. Cansada, se fue a mitad del evento. Cogió su coche y se echo a la carretera para despejarse, le encantaba hacer kilómetros por carreteras secundarias, donde siempre encontraba hermosos paisajes, aunque fuera solo un rincón, donde deleitarse. Paró en un pequeño pueblo solitario para estirar las piernas. Durante su paseo encontró una casa donde se exponían cuadros de un pintor local, Alejandro Macías. Casi sin pensarlo entró, no había nadie y las puertas hacia las salas estaban cerradas, pero en la recepción había un lienzo, representaba un atardecer en el campo, donde un grupo de labradores y sus mujeres ventaban el trigo para separar la paja del grano. Unos bebían, otros reían, o se secaban el sudor. La escena era alegre, la recogida de los frutos después de tanto trabajo. Era...era...era perfecto. No se lo podía creer. Quedó un buen rato observándole sin poder sacarle ningún defecto, todo coordinaba, la escena quedaba plasmada con tanta viveza que la impresionó. Cada detalle, cada personaje aislado, era por si ya una obra maravillosa.


-Ese lo pinté en un momento muy feliz de mi vida.


Laura se giró sobresaltada, creía que estaba sola.


-Hola, soy el autor y el propietario de este modesto museo.


Antes de contestar se quedó mirando a su interlocutor. Era alto, de treinta y pocos años, delgado, y sin ser muy guapo, tenía unos grandes ojos de limpia mirada y una voz grave y melodiosa.


-Hola. Vi por casualidad el cartel y me decidí a entrar. Lo siento, no sabía que estaba cerrado.
-Como comprenderás no hay muchas colas para entrar. Estaba trabajando en el estudio que tengo al fondo.
-Este cuadro me gustó mucho, técnicamente es impecable y la escena me ha conmovido.
-Muchas gracias. ¿Quieres entrar a ver el resto?
-Me encantaría.


Era una casa grande dividida en cinco salas diáfanas.


-En esta sala están los cuadros de un tiempo muy feliz. Acababa de regresar de París, y todo lo veía con una luz y un color desbordante. Todo me divertía. El cuadro de afuera es de esta época.


Laura quedó impresionada, todas las pinturas eran de la misma calidad que la anterior.


-Esta sala la dedico a un terrible incendio que sufrimos en el pueblo. Ardió los montes del Argan y las llamas llegaron a las casas. Murió bastante ganado, a pesar que todas las personas salimos a intentar sofocarlo.


Se veían a gente del pueblo tiznada por el incendio, con el espíritude la derrota reflejado en su rostro. Campos arrasados con animales medio carbonizados, casas destruidas, lágrimas y gritos. Un escalofrío recorrió la espada de ella.


-Esta se la dedico a mi madre. Pasó una gran agonía, un cáncer la mino poco a poco, apagándola como una vela. El dolor se apresó de mi y de mi ánimo. Fue la peor etapa de mi vida.


Casi daba miedo, todo lo que reflejaba era dolor, sufrimiento, desesperación. Una lágrima se escurrió por su mejilla, notaba ensu interior el dolor de Alejandro.


-En esta otra ya me encontraba mejor, pero no tenía ganas de reír, solo me di cuenta de lo dura y cruel que es esta vida.


Al contrario de la primera sala que solo reflejaba días y momentos alegres, esta mostraba la dura vida en el campo, el labriego sufriendo por sus riñones después de un día de trabajo, el niño llorando, la anciana con la cara marcada por sus arrugas y la mirada perdida, el perro famélico rebuscando en la basura.
Entraron en la última sala, allí, para su sorpresa encontró trabajos de una factura muy diferente. Un amanecer, un anochecer, un travieso arroyo atravesando un castañar, el vuelo de un águila buscando comida. Todo muy neutro, sin que ningún sentimiento se refleje, iguales de buenos, pero sin esa intensidad que tanto la había conmovido en las anteriores salas.


-El trabajo es buenísimo, creo que el mejor que he visto, y he visto mucho te lo aseguro. ¿Como es que no oí tu nombre antes?
-No me interesa la fama.
-Pero me hubiera enterado de alguna subasta de tus cuadros
-Yo no vendo mis cuadros.
-¿Porqué?
-Porque mis cuadros soy yo.


La respuesta la dejó pensativa. Salieron al exterior y era noche cerrada.


-No me di cuenta de la hora. ¿Hay algún hotel en el pueblo donde pasarla noche?. Me gustaría ver tus cuadros mañana con más tranquilidad.
-No. Fuera de temporada los dos pequeños hoteles que hay cierran. Vente adormir a mi casa, te prepararé la cena.


Laura dudó, no era costumbre suya ir a casa de nadie, y menos de un desconocido, pero estaba tan emocionada con su obra, y esa sonrisa tranquila parecía tan sincera...


-De acuerdo, pero te advierto que no soy una persona fácil de tratar.
-No te preocupes, mi madre tampoco, y a nadie he querido más en mi vida.


Para su sorpresa la velada fue muy agradable. Él la contó sus vivencias en Paris, como había aprendido a manejar sus pinceles y a sacar de su interior los sentimientos para plasmarlos en el lienzo. Ella, por primera vez, contó entre risas, como se hacía la enferma para poder quedarse en casa a pintar cuando era pequeña. También su frustración por no poder crear obras de valía, y de como llegó a la critica guiada por esta. Que fácil era contarle todo, siempretenía una palabra amable, un comentario acertado en cada momento, y una dulzura que la animaba. Esa noche apenas pudo dormir, no sabía que la pasaba, pero una excitación recorría sus entrañas evitando que se relajara. Mucho antes de amanecer ya estaba levantada.


-Veo que te gusta madrugar.
-No demasiado, pero me desperté pronto.
-¿Dormiste mal?
-No,será el exceso de silencio, o el cambio de colchón.
-Pues desayunamos y vamos a la galería.


Le fue explicando cuadro por cuadro, detalle por detalle, todo encajaba como un rompecabezas. Empezó a comprenderle, el por qué de cada uno de ellos. Reía o lloraba a cada comentario, tenía a flor de piel todos los sentimientos, tan pronto se exaltaba como se apoderaba de ella una terrible tristeza. Con nadie le había pasado tal cosa.Cuando llegaron a la última sala no aguanto sus dudas y le pregunto.


-¿Por que todas tus anteriores pinturas están tan cargadas de sentimientos y en cambio en estas últimas no?. Son preciosas, pero el cambio es manifiesto.
-Por qué no quiero sentir nada, simplemente no dejar de pintar y hacer de ello mi vida.
-No te entiendo. Tú le pones todo el interior a tus pinceles, ¿y ahora?. Explícamelo.
-No quiero sentir nada para no sufrir, solo ver pasar el tiempo.
-¿Sufrir? Sigo sin enternderlo.
-Me estoy muriendo Laura, un cáncer me esta comiendo por dentro y en no mucho tiempo vendrá a tomar su trofeo.
-Pero hoy hay tratamientos, hay medios...
-No Laura. A mi me pasa lo mismo que a ti, estoy solo en el mundo, si me trato me meterán en un hospital y ya no me dejarán salir, y sin mis pinceles no quiero vivir, es lo único que me mantiene en pié.


Las lágrimas empezaron a brotar en su cara, una congoja se le agarraba al corazón sin poder evitarlo. Se acerco a Alejandro y le acaricióla cara con ternura. Le abrazó metiendo su cabeza en su pecho,oyendo su palpitar, sintiendo su calor. Miró hacia arriba y se encontró con sus ojos, esos ojos grandes de mirada clara. No puedo resistirse. Se puso de puntillas y le beso, con una pasión que jamás había conocido. Casi sin darse cuenta, estaban en el suelo de la sala haciendo el amor.

Dejó toda actividad y después de mucho tiempo, retomó la pintura. Dibujaba en el estudio de Alejandro, entre risas y miradas dedulzura, y por las noches hacían el amor, sin importarles que llegara el alba. Ella sabía lo que tenía que pasar, pero a pesar de ello fue la etapa más feliz de su vida, cada minuto, cada momento, lo disfrutaba con plenitud.
Una mañana despertó, Alejandro estaba acurrucado mirando para el otro lado. Le abrazó, pero de inmediato notó que su cuerpo estaba muy frío. Pegó un grito y le giró hacia ella, su cara sin vida reflejaba tranquilidad, calma, sosiego. Se abrazó a su pecho y lloró, lloró como nunca lo había hecho, vaciando todo su dolor en esas amargas lágrimas. Tardó varias horas en llamar a los servicios médicos.
Tras el entierro, recogiendo sus cosas, encontró una carta de Alejandro entre sus camisetas:


Querida Laura.
No sé como decirte cuanto de amo, y lo feliz, no, lo inmensamente felizque me has hecho en estos últimos meses, había perdido la esperanzade sentir algo así en mi vida. Desde hace días siento el final cerca. Perdona que no te dijera nada, pero quería verte sonreír hasta el último momento.
Te quiero pedir una cosa, te he dejado en testamento todas mis pertenencias. Mantén el museo abierto y sigue pintando. Cuando estás con un pincel en la mano eres la persona más maravillosa del mundo, no dejes que te digan lo contrario. Tú, como yo, no sabemos vivir sin nuestra paleta en la mano, y ya pasaste demasiado tiempo sintiéndote desgraciada.
Cuelga tus pinturas junto a las mías, y así me notarás a mi lado.
Gracias por todo lo que me has dado.
Te amaré por toda la eternidad.




-¡Señora Mars!, ¿Como explica el fabuloso éxito de sus pinturas en la Galería Wells de Londres?. Pocos pintores tienen ese privilegio.
-Digamos que los críticos han sido muy amables conmigo.
-¿Pero antes de esto no se conocía cuadros suyos de relevancia? Se dedicaba a la critica. De repente desaparece dos años y vuelve con estas maravillas.


Laura calló durante unos instantes.


-He aprendido a sentir, susurró.
-¿Como?
-Que he aprendido a sentir mis pinturas y a transmitirlo con mis pinceles. Ahí radica mi éxito.
-La serie de cinco cuadros “pasión de amor” es capaz de enamorar al visitante. Se especula que podría alcanzar un precio elevadísimo en el mercado. ¿A pensado en venderlos?.
-Yo no vendo mis cuadros.
-¿Y por qué no los vende?
-Por qué mis cuadros soy yo.


Unniño de poco más de un año, irrumpió con pasos no muy seguros hacía Laura. Le cogió en brazos, y se puso de pié.


-Lo siento señores, mi hijo reclama la atención de su madre y esta deseando que nos volvamos a nuestro pueblo.


El niño cogió la cara de su madre con las dos manitas y la estampó un beso en la boca, levantando las risas de los periodistas.


-Que guapo. ¿Como se llama la criatura?
-Alejandro, se llama Alejandro, y es lo más bonito que he hecho en la vida...y sin los pinceles.


Wowwwwwwwwwwww me encanto tiene de todo amor melancolía ,romanticismo,entrega compromiso,me encanto ,te felicito Javier esta preciosa la historia y mu bien relatada y contada,engancha muchísimo en la lectura,felicitaciones,es preciosa,un gusto leerte,gracias por compartir,un beso grande.
 
Sensacional!! Javier es realmente bella. Te felicito de corazón. Fue un placer enorme leer tranquila esta historia tan hermosa. Fui viendo las pinturas y las imágenes saltaban de las palabras.
Bravo!!
Un beso grande
 
Excelentes letras que relatan una intensa historia en la que podemos encontrar una mezcla de emociones y sentimientos... Felicidades mi querido Javier muy bien desarrollada la prosa... siempre es un placer leerte

Un enorme beso con todo mi cariño

Charo
 
¿Qué te puedo decir? Esta prosa es una verdera belleza, por su sutil movimiento, por la fluidez, ternura y dulzura quie le imprimes y porque como historia de amor es absolutamente magnífica. Felicitaciones Javier por este maravilloso escrito, reputación y saludos amigo poeta
 

Cisne

Moderadora del Foro Impresionismo y Expresionismo,
La sala estaba abarrotada de periodistas, sus preguntas se disparaban junto a los flashes, todo el mundo quería saber que se sentía al saltar a la fama de forma tan repentina, después de una vida gris en cuanto a creación artística. Laura miraba al vacío recordando, y a la vez llorando en su interior.
Su padre, Antonio Mars, había nacido en Gerona, pero emigró siendo muy joven a Madrid. Allí conoció a Carmen Rodriguez, una chica muy hermosa y tímida a la que dejó embarazada. Se casó con ella, aunque nunca sintió nada más que deseo. Era un hombre osco, rudo en sus formas, cuyo único pensamiento estaba en el dinero, y que mantenía sojuzgada a Carmen, envolvíendose en su manto de timidez y silencio para sobrevivir. En ese ambiente nació Laura. Su padre nunca la dedico ni la más leve sonrisa, y sus conversaciones eran escasas, sobre todo por que él estaba la mayoría del tiempo de viaje intentando vender el género textil al que se dedicaba en cuerpo y alma.
De pequeña la operaron mal de anginas, y eso la provoco reuma. Inyecciones de Benzetacil e higado, y sobre todo cama, pues la humedad y el frío la provocaban fuertes dolores de piernas. Esos largos periodos en una casa silenciosa y sin vida la convirtieron en una persona introvertida, y también en una aficionada a la pintura. En su casa había una enciclopedia de los mejores pintores de la historia, seguramente regalada por algún cliente de su padre, pues este era incapaz de gastarse una peseta si no era estrictamente necesario, y ella se compró todo lo que necesitaba para dibujar con el dinero que fue ahorrando de cumpleaños y navidades. Cuando Antonio vio en lo que se había gastado el dinero ahorrado le retiró las cuatro frases que aun la decía por compromiso.
Inevitablemente acabó en la carrera de bellas artes. Realmente era buena, en el dibujo técnico nadie la superaba, y dominaba todos los estilos pictóricos, pero algo fallaba, sus cuadros no tenían vida. Todos alababan sus cuadros, pero los olvidaban en diez minutos, pues carecían de la capacidad de sorprender y atraer al que lo observa.Ya tenía problemas con la relación con los compañeros que la consideraban rara, pero la sensación de inferioridad agravaba la situación. Una rabia profunda crecía en su interior. Ella veía las pinturas de otros y solo notaba fallos técnicos, pero a otras personas les causaban admiración. Solo el profesor de dibujo técnico, Arturo Mendoza, la entendía.


-Mira Laura, el arte no es solo el éxito en una exposición, hay más. A mi me pasó lo mismo que a ti, mis dibujos carecían de “alma”. Fue un periodo muy frustrante en mi vida, andaba perdido. Llegué a odiar todo lo relacionado con el arte, pero encontré la enseñanza. Quizás mis cuadros no sean puestos a la venta en una galería prestigiosa, pero si puedo dirigir y enseñar a otros que lo consigan, y mi orgullo de artista se nutre de cada logro que conseguís.


Calló por un momento para que sus palabras calaran en los pensamientos de Laura.


-Un amigo mío, que dirige la revista Arte de Hoy, me ha pedido que le haga la critica de una exposición que se realiza la semana que viene en la Galería Theo. Son ocho jóvenes promesas. ¿Que te parece si la haces tú?, a lo mejor por ese camino encuentras el tuyo.


No le apetecía ni lo más mínimo, pero Arturo se portó muy bien con ella durante toda la carrera, así que aceptó. Llegó media hora antes de que abrieran las puertas. Esperó sin decir nada y entró con los primeros visitantes. Llamó la atención, pues se paraba durante mucho rato en cada cuadro sin dejar de tomar notas. Tan absorta estaba en su trabajo que se le pasó la hora de comer sin que su estómago reclamara su parte.
Llegó a casa llena de ideas e imágenes. Sin apenas descanso y con un pequeño bocadillo como sustento, empezó a escribir su crónica.Estaba llena de crítica ácida, desmontaba cuadro por cuadro dando un listado completo de todos los fallos técnicos, poniendo en duda la originalidad de la pintura y de su aspecto artístico. A primera hora de la mañana, después de una noche en vela, se la envió por email a Arturo.


Ring...ring...ring.


-¿Si, digamé?
-Hola Laura, soy yo. Acabo de leer tu artículo. ¿Estás segura que es esto lo que quieres que publiquen?
-¡Si!
-¿No quieres revisarla?
-O así o nada.
-Como quieras. En el aspecto técnico no puedo poner ni un solo pero, como siempre eres brillante, pero prácticamente arruinas las carreras de esos muchachos, les dejas como unos vulgares aficionados.
-Es lo que son. No vi ni una pintura de calidad en esa exposición. Sus carreras suben por que sus cuadros son comprados por gente sin la más mínima formación artística, que solo quieren tener en el salón la firma de un pintor de moda, y fanfarronear ante sus conocidos que es una inversión de futuro. Es pura bazofia.


El director de la revista no puso ni una pega, y así se imprimió. Muchos fueron los que criticaron tan desaforada critica, pero muchos más los que la aplaudieron. Descubrieron muchos aspectos en el articulo en los que nunca hubieran caído. A la semana siguiente le ofreció nuevas exposiciones que visitar.
Su fama creció en poco tiempo, tanto como critica, como de pluma viperina. Hasta los pintores consagrados temblaban si intuían su presencia ante un cuadro suyo. No había nadie que le dirigiera una sonrisa sincera. Aunque siguió siendo fiel a Arte de Hoy, fueron muchas las revistas que le ofrecían colaboraciones, tanto de dentro como de fuera de España. Cada vez se volvía un poco más introvertida, un poco más huraña, un poco más aislada de la realidad. El trato con la gente la hastiaba.
Viajó hasta Granada para la inauguración de una pinacoteca que resulto se runa de esas reuniones que tanto odiaba, llena de discursos, falsos deseos y excesivo fausto para los recursos de que disponía. Cansada, se fue a mitad del evento. Cogió su coche y se echo a la carretera para despejarse, le encantaba hacer kilómetros por carreteras secundarias, donde siempre encontraba hermosos paisajes, aunque fuera solo un rincón, donde deleitarse. Paró en un pequeño pueblo solitario para estirar las piernas. Durante su paseo encontró una casa donde se exponían cuadros de un pintor local, Alejandro Macías. Casi sin pensarlo entró, no había nadie y las puertas hacia las salas estaban cerradas, pero en la recepción había un lienzo, representaba un atardecer en el campo, donde un grupo de labradores y sus mujeres ventaban el trigo para separar la paja del grano. Unos bebían, otros reían, o se secaban el sudor. La escena era alegre, la recogida de los frutos después de tanto trabajo. Era...era...era perfecto. No se lo podía creer. Quedó un buen rato observándole sin poder sacarle ningún defecto, todo coordinaba, la escena quedaba plasmada con tanta viveza que la impresionó. Cada detalle, cada personaje aislado, era por si ya una obra maravillosa.


-Ese lo pinté en un momento muy feliz de mi vida.


Laura se giró sobresaltada, creía que estaba sola.


-Hola, soy el autor y el propietario de este modesto museo.


Antes de contestar se quedó mirando a su interlocutor. Era alto, de treinta y pocos años, delgado, y sin ser muy guapo, tenía unos grandes ojos de limpia mirada y una voz grave y melodiosa.


-Hola. Vi por casualidad el cartel y me decidí a entrar. Lo siento, no sabía que estaba cerrado.
-Como comprenderás no hay muchas colas para entrar. Estaba trabajando en el estudio que tengo al fondo.
-Este cuadro me gustó mucho, técnicamente es impecable y la escena me ha conmovido.
-Muchas gracias. ¿Quieres entrar a ver el resto?
-Me encantaría.


Era una casa grande dividida en cinco salas diáfanas.


-En esta sala están los cuadros de un tiempo muy feliz. Acababa de regresar de París, y todo lo veía con una luz y un color desbordante. Todo me divertía. El cuadro de afuera es de esta época.


Laura quedó impresionada, todas las pinturas eran de la misma calidad que la anterior.


-Esta sala la dedico a un terrible incendio que sufrimos en el pueblo. Ardió los montes del Argan y las llamas llegaron a las casas. Murió bastante ganado, a pesar que todas las personas salimos a intentar sofocarlo.


Se veían a gente del pueblo tiznada por el incendio, con el espíritude la derrota reflejado en su rostro. Campos arrasados con animales medio carbonizados, casas destruidas, lágrimas y gritos. Un escalofrío recorrió la espada de ella.


-Esta se la dedico a mi madre. Pasó una gran agonía, un cáncer la mino poco a poco, apagándola como una vela. El dolor se apresó de mi y de mi ánimo. Fue la peor etapa de mi vida.


Casi daba miedo, todo lo que reflejaba era dolor, sufrimiento, desesperación. Una lágrima se escurrió por su mejilla, notaba ensu interior el dolor de Alejandro.


-En esta otra ya me encontraba mejor, pero no tenía ganas de reír, solo me di cuenta de lo dura y cruel que es esta vida.


Al contrario de la primera sala que solo reflejaba días y momentos alegres, esta mostraba la dura vida en el campo, el labriego sufriendo por sus riñones después de un día de trabajo, el niño llorando, la anciana con la cara marcada por sus arrugas y la mirada perdida, el perro famélico rebuscando en la basura.
Entraron en la última sala, allí, para su sorpresa encontró trabajos de una factura muy diferente. Un amanecer, un anochecer, un travieso arroyo atravesando un castañar, el vuelo de un águila buscando comida. Todo muy neutro, sin que ningún sentimiento se refleje, iguales de buenos, pero sin esa intensidad que tanto la había conmovido en las anteriores salas.


-El trabajo es buenísimo, creo que el mejor que he visto, y he visto mucho te lo aseguro. ¿Como es que no oí tu nombre antes?
-No me interesa la fama.
-Pero me hubiera enterado de alguna subasta de tus cuadros
-Yo no vendo mis cuadros.
-¿Porqué?
-Porque mis cuadros soy yo.


La respuesta la dejó pensativa. Salieron al exterior y era noche cerrada.


-No me di cuenta de la hora. ¿Hay algún hotel en el pueblo donde pasarla noche?. Me gustaría ver tus cuadros mañana con más tranquilidad.
-No. Fuera de temporada los dos pequeños hoteles que hay cierran. Vente adormir a mi casa, te prepararé la cena.


Laura dudó, no era costumbre suya ir a casa de nadie, y menos de un desconocido, pero estaba tan emocionada con su obra, y esa sonrisa tranquila parecía tan sincera...


-De acuerdo, pero te advierto que no soy una persona fácil de tratar.
-No te preocupes, mi madre tampoco, y a nadie he querido más en mi vida.


Para su sorpresa la velada fue muy agradable. Él la contó sus vivencias en Paris, como había aprendido a manejar sus pinceles y a sacar de su interior los sentimientos para plasmarlos en el lienzo. Ella, por primera vez, contó entre risas, como se hacía la enferma para poder quedarse en casa a pintar cuando era pequeña. También su frustración por no poder crear obras de valía, y de como llegó a la critica guiada por esta. Que fácil era contarle todo, siempretenía una palabra amable, un comentario acertado en cada momento, y una dulzura que la animaba. Esa noche apenas pudo dormir, no sabía que la pasaba, pero una excitación recorría sus entrañas evitando que se relajara. Mucho antes de amanecer ya estaba levantada.


-Veo que te gusta madrugar.
-No demasiado, pero me desperté pronto.
-¿Dormiste mal?
-No,será el exceso de silencio, o el cambio de colchón.
-Pues desayunamos y vamos a la galería.


Le fue explicando cuadro por cuadro, detalle por detalle, todo encajaba como un rompecabezas. Empezó a comprenderle, el por qué de cada uno de ellos. Reía o lloraba a cada comentario, tenía a flor de piel todos los sentimientos, tan pronto se exaltaba como se apoderaba de ella una terrible tristeza. Con nadie le había pasado tal cosa.Cuando llegaron a la última sala no aguanto sus dudas y le pregunto.


-¿Por que todas tus anteriores pinturas están tan cargadas de sentimientos y en cambio en estas últimas no?. Son preciosas, pero el cambio es manifiesto.
-Por qué no quiero sentir nada, simplemente no dejar de pintar y hacer de ello mi vida.
-No te entiendo. Tú le pones todo el interior a tus pinceles, ¿y ahora?. Explícamelo.
-No quiero sentir nada para no sufrir, solo ver pasar el tiempo.
-¿Sufrir? Sigo sin enternderlo.
-Me estoy muriendo Laura, un cáncer me esta comiendo por dentro y en no mucho tiempo vendrá a tomar su trofeo.
-Pero hoy hay tratamientos, hay medios...
-No Laura. A mi me pasa lo mismo que a ti, estoy solo en el mundo, si me trato me meterán en un hospital y ya no me dejarán salir, y sin mis pinceles no quiero vivir, es lo único que me mantiene en pié.


Las lágrimas empezaron a brotar en su cara, una congoja se le agarraba al corazón sin poder evitarlo. Se acerco a Alejandro y le acaricióla cara con ternura. Le abrazó metiendo su cabeza en su pecho,oyendo su palpitar, sintiendo su calor. Miró hacia arriba y se encontró con sus ojos, esos ojos grandes de mirada clara. No puedo resistirse. Se puso de puntillas y le beso, con una pasión que jamás había conocido. Casi sin darse cuenta, estaban en el suelo de la sala haciendo el amor.

Dejó toda actividad y después de mucho tiempo, retomó la pintura. Dibujaba en el estudio de Alejandro, entre risas y miradas dedulzura, y por las noches hacían el amor, sin importarles que llegara el alba. Ella sabía lo que tenía que pasar, pero a pesar de ello fue la etapa más feliz de su vida, cada minuto, cada momento, lo disfrutaba con plenitud.
Una mañana despertó, Alejandro estaba acurrucado mirando para el otro lado. Le abrazó, pero de inmediato notó que su cuerpo estaba muy frío. Pegó un grito y le giró hacia ella, su cara sin vida reflejaba tranquilidad, calma, sosiego. Se abrazó a su pecho y lloró, lloró como nunca lo había hecho, vaciando todo su dolor en esas amargas lágrimas. Tardó varias horas en llamar a los servicios médicos.
Tras el entierro, recogiendo sus cosas, encontró una carta de Alejandro entre sus camisetas:


Querida Laura.
No sé como decirte cuanto de amo, y lo feliz, no, lo inmensamente felizque me has hecho en estos últimos meses, había perdido la esperanzade sentir algo así en mi vida. Desde hace días siento el final cerca. Perdona que no te dijera nada, pero quería verte sonreír hasta el último momento.
Te quiero pedir una cosa, te he dejado en testamento todas mis pertenencias. Mantén el museo abierto y sigue pintando. Cuando estás con un pincel en la mano eres la persona más maravillosa del mundo, no dejes que te digan lo contrario. Tú, como yo, no sabemos vivir sin nuestra paleta en la mano, y ya pasaste demasiado tiempo sintiéndote desgraciada.
Cuelga tus pinturas junto a las mías, y así me notarás a mi lado.
Gracias por todo lo que me has dado.
Te amaré por toda la eternidad.




-¡Señora Mars!, ¿Como explica el fabuloso éxito de sus pinturas en la Galería Wells de Londres?. Pocos pintores tienen ese privilegio.
-Digamos que los críticos han sido muy amables conmigo.
-¿Pero antes de esto no se conocía cuadros suyos de relevancia? Se dedicaba a la critica. De repente desaparece dos años y vuelve con estas maravillas.


Laura calló durante unos instantes.


-He aprendido a sentir, susurró.
-¿Como?
-Que he aprendido a sentir mis pinturas y a transmitirlo con mis pinceles. Ahí radica mi éxito.
-La serie de cinco cuadros “pasión de amor” es capaz de enamorar al visitante. Se especula que podría alcanzar un precio elevadísimo en el mercado. ¿A pensado en venderlos?.
-Yo no vendo mis cuadros.
-¿Y por qué no los vende?
-Por qué mis cuadros soy yo.


Unniño de poco más de un año, irrumpió con pasos no muy seguros hacía Laura. Le cogió en brazos, y se puso de pié.


-Lo siento señores, mi hijo reclama la atención de su madre y esta deseando que nos volvamos a nuestro pueblo.


El niño cogió la cara de su madre con las dos manitas y la estampó un beso en la boca, levantando las risas de los periodistas.


-Que guapo. ¿Como se llama la criatura?
-Alejandro, se llama Alejandro, y es lo más bonito que he hecho en la vida...y sin los pinceles.


Javier
Excelente narrativa, con muchos ingredientes que tocan el corazón.
Te felicito; te manejas muy bien en los relatos.
Un abrazo con cariño
Ana
 

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