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Amor en París

En París, a las orillas del Sena,
nació mi amor.
Un día lluvioso de primavera
desde la cima de la torre Eiffel,
contemplamos la panorámica de la ciudad.
Después bajo la misma torre,
paseamos juntos con un paraguas,
me dijiste la frase “te quiero”
tus ojos me acariciaron,
besaste mis labios con ternura,
un escalofrío recorrió mi cuerpo
y una ola de felicidad invadió mi alma.

La mañana siguiente salió el sol
e iluminaba el río Sena.
Embarcamos en un crucero fluvial,
contemplamos la belleza de los monumentos:
Notre Dame, El Chatelet, el museo D´Horsay,
la biblioteca nacional, la torre Eiffel.
París, cada uno de tus rincones
esconde una historia de amor.
Navegando por el río Sena
llegamos a la orilla del paraíso
con nuestros besos y caricias apasionadas.

Paseamos por sus avenidas y plazas,
comparecimos en el palacio del Louvre
rodeado por una muchedumbre de gente,
llegamos a los jardines de las Tullerías
nos sentamos en un banco
bajo la sombra de los cipreses,
y arropados por su follaje.
Contemplé un estanque,
los cisnes que nadaban sobre sus aguas,
nos acompañaban con sus gestos de amor.
Tras una serie de besos candentes
Te dije “quiéreme siempre y no me abandones nunca”.
 
Última edición:

SANDRA BLANCO

Administradora - JURADO
En París, a las orillas del Sena,
nació mi amor.
Un día lluvioso de primavera
desde la cima de la torre Eiffel,
contemplamos la panorámica de la ciudad.
Después bajo la misma torre,
paseamos juntos con un paraguas,
me dijiste la frase “te quiero”
tus ojos me acariciaron,
besaste mis labios con ternura,
un escalofrío recorrió mi cuerpo
y una ola de felicidad invadió mi alma.

La mañana siguiente salió el sol
e iluminaba el rio Sena.
Embarcamos en un crucero fluvial,
contemplamos la belleza de los monumentos:
Notre Dame, El Chatelet, el museo D´Horsay,
la biblioteca nacional, la torre Eiffel.
París, cada uno de tus rincones
esconde una historia de amor.
Navegando por el río Sena
llegamos a la orilla del paraiso
con nuestros besos y caricias apasionadas.

Paseamos por sus avenidas y plazas,
comparecimos en el palacio del Louvre
rodeado por una muchedumbre de gente,
llegamos a los jardines de las Tullerías
nos sentamos en un banco
bajo la sombra de los cipreses,
y arropados por su follaje.
Contemplé un estanque,
los cisnes que nadaban sobre sus aguas,
nos acompañaban con sus gestos de amor.
Tras una serie de besos candentes
Te dije “quiéreme siempre y no me abandones nunca”.

Wowww que bonito un amor en París,preciosos versos colmados de un bello romanticismo,un gusto leerte,gracias por compartir,un beso grande.
 
Una hermosa historia con el marco maravilloso de la ciudad de la luz y los enamorados, cerrando la tarde con besos y frases de amor. Felicitaciones Paloma por su hermosisima y romántica poesía, saludos amiga poeta
 

amada

Moderadora del Foro Compartiendo Tristezas
Sueños no cumplidos, pasear por París y que los sentimientos afloren, y escribir los mas bellos versos que nunca he escrito...ayys...que hermosas letras y que maravillo sentimiento....saludos preciosa.
 
También conocí París y todos esos increíbles lugares, aunque apenas escuchando las clases de francés en el bachillerato; y también me enamoré, pero de la hermosa profesora que nos hablaba con su dulce voz y me hacía soñar...

Lindos recuerdos nos traes en tu obra.

Un abrazo.
 
En París, a las orillas del Sena,
nació mi amor.
Un día lluvioso de primavera
desde la cima de la torre Eiffel,
contemplamos la panorámica de la ciudad.
Después bajo la misma torre,
paseamos juntos con un paraguas,
me dijiste la frase “te quiero”
tus ojos me acariciaron,
besaste mis labios con ternura,
un escalofrío recorrió mi cuerpo
y una ola de felicidad invadió mi alma.

La mañana siguiente salió el sol
e iluminaba el río Sena.
Embarcamos en un crucero fluvial,
contemplamos la belleza de los monumentos:
Notre Dame, El Chatelet, el museo D´Horsay,
la biblioteca nacional, la torre Eiffel.
París, cada uno de tus rincones
esconde una historia de amor.
Navegando por el río Sena
llegamos a la orilla del paraíso
con nuestros besos y caricias apasionadas.

Paseamos por sus avenidas y plazas,
comparecimos en el palacio del Louvre
rodeado por una muchedumbre de gente,
llegamos a los jardines de las Tullerías
nos sentamos en un banco
bajo la sombra de los cipreses,
y arropados por su follaje.
Contemplé un estanque,
los cisnes que nadaban sobre sus aguas,
nos acompañaban con sus gestos de amor.
Tras una serie de besos candentes
Te dije “quiéreme siempre y no me abandones nunca”.
PALOMITA

¡Qué envidiable viaje romántico!

¡Ay!

Abrazos y besos desde mi balcón quiteño
de geranios multicromáticos,

Guillermo.
 

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