Caballero de los Geranios
MODERADOR DE ORTOGRAFÍA Y SEMÁNTICA
ANGUSTIA DE UNA PIEDRA
Al borde de mi río le tiemblan los lamentos,
emite piedra, dura, gigante, activa expresa:
“Estuve en la cornisa del cerro, de princesa,
al cielo, mi corona sublime daba alientos.
Sujeta con doncellas, por años, viejos cientos,
robustas custodiaron tranquilas mi tibieza,
sirvieron mis ancestros de base y fortaleza
a siete maravillas del mundo… vivo en cuentos.
Un día destrozaron las botas de mis huesos,
mis placas fragmentaron cleptómanos confesos.
La nube, enfurecida, sus lágrimas y rayos,
lanzó sobre la tierra, gemía sin desmayos,
flaquearon mis soportes… caí… donde me exploras,
maté con mi derrumbe, de angustia les imploras…”
“Me siento la culpable, las llagas no suturan,
me duele mi castigo, no escapo a los suplicios
de angustia en mis arterias. ¡Observa mis cilicios!
las manchas, de la sangre virtuosa, me perduran:
de niños, de mujeres, de ancianos desfiguran
en listas de noticias de espanto y de desquicios,
los días infernales trepidan sacrificios…
No aguantan más mis pies… con fango me torturan.
Serruchos de las hordas bebieron mis zapatos,
descalza me dejaron y escucho vallenatos,
sacudo en mi vereda la lúgubre matanza…
Se engullen los gusanos calígines a ultranza,
con cortes reproducen dolor y me desmedra,
labraron en mi espalda la imagen de pez piedra…”
Al borde de mi río le tiemblan los lamentos,
emite piedra, dura, gigante, activa expresa:
“Estuve en la cornisa del cerro, de princesa,
al cielo, mi corona sublime daba alientos.
Sujeta con doncellas, por años, viejos cientos,
robustas custodiaron tranquilas mi tibieza,
sirvieron mis ancestros de base y fortaleza
a siete maravillas del mundo… vivo en cuentos.
Un día destrozaron las botas de mis huesos,
mis placas fragmentaron cleptómanos confesos.
La nube, enfurecida, sus lágrimas y rayos,
lanzó sobre la tierra, gemía sin desmayos,
flaquearon mis soportes… caí… donde me exploras,
maté con mi derrumbe, de angustia les imploras…”
“Me siento la culpable, las llagas no suturan,
me duele mi castigo, no escapo a los suplicios
de angustia en mis arterias. ¡Observa mis cilicios!
las manchas, de la sangre virtuosa, me perduran:
de niños, de mujeres, de ancianos desfiguran
en listas de noticias de espanto y de desquicios,
los días infernales trepidan sacrificios…
No aguantan más mis pies… con fango me torturan.
Serruchos de las hordas bebieron mis zapatos,
descalza me dejaron y escucho vallenatos,
sacudo en mi vereda la lúgubre matanza…
Se engullen los gusanos calígines a ultranza,
con cortes reproducen dolor y me desmedra,
labraron en mi espalda la imagen de pez piedra…”