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Aqui Estoy, poema

Cristina Guerrero S

Miembro Conocido
Contenido en la distancia,
bajo el arco de un violín callado,
petrificado en las miradas muertas,
destruido en el aire y derramado en lágrimas del ayer como partículas añejas,
Descansa mi figura inerte
aunque no lo he pedido,
aunque no quiero estar aquí.

No me miras, más estoy ahí,
soy de carne y hueso y de canela,
así decía mi abuela, a quien hoy he visto partir,
soy de hierro igualmente que de anís,
soy y estoy,
aunque no me mires,
yo, sigo aquí.

Sostenido en un mural implacable,
protegido de la lluvia por la caridad de un puente que cubre mi cabeza y la de un frío abril,
se dibuja mi figura incierta en esta noche
en esta calle y mas allá,
condenando la ruta de un silencio que atraviesa
las murallas de un sitio que cobija el porvenir.

Es apenas una llama,
casi ni se mueve sobre mí,
pero es la que me dice en las mañanas
a donde debo ir,
porque mis pies agobiados de andanzas a veces no responden
y solo se detienen en algún confín.

Sostenido en la mirada acusadora,
en unos ojos de color gris,
no me rindo y me detengo en el aire putrefacto de este suburbio de almas sin almas,
de cuerpos cansados de voces sin llantos,
de manos sin luz,
Y me separo del mural invisible,
para mirar mas allá de esos ojos
y encontrarme a mí mismo,
en el futuro mirando hacia el sur.

Se aploman mis pies agrietados,
se refugian mis manos en un abrigo pesado,
soy de carne y hueso y de canela,
así decía mi abuela,
a quien hoy, he visto partir.

Y aunque tus ojos grises y tormentosos
no se alejan del recuerdo,
sostendré tu mirada en la mía,
caminaré hacia tu figura
me verás venir.

Ya no existe el muro de cemento,
ni la escalinata hacia la cruz,
estoy aquí de frente al cielo,
es que no me ves?
es que no sientes la luz?

Deberías pues el gris es el color de vacío,
de la soledad del capullo cuando la mariposa ha nacido y se ha dejado ir,
de las telas de arañas que no han servio de nada,
del cemento lúgubre del alma,
cuando no se sabe vivir...

Soy de carne y hueso y de canela,
eso decía mi abuela
a quien hoy, he visto partir.

Contenido en la distancia,
bajo el arco de un violín callado,
petrificado en las miradas muertas,
destruido en el aire y derramado en lágrimas del ayer como partículas añejas,
Descansa mi figura inerte
aunque yo no lo he pedido,
aunque yo no he querido estar aquí.

(CRISTINA GUERRERO)
pobreza-niños.jpg
 
Contenido en la distancia,
bajo el arco de un violín callado,
petrificado en las miradas muertas,
destruido en el aire y derramado en lágrimas del ayer como partículas añejas,
Descansa mi figura inerte
aunque no lo he pedido,
aunque no quiero estar aquí.

No me miras, más estoy ahí,
soy de carne y hueso y de canela,
así decía mi abuela, a quien hoy he visto partir,
soy de hierro igualmente que de anís,
soy y estoy,
aunque no me mires,
yo, sigo aquí.

Sostenido en un mural implacable,
protegido de la lluvia por la caridad de un puente que cubre mi cabeza y la de un frío abril,
se dibuja mi figura incierta en esta noche
en esta calle y mas allá,
condenando la ruta de un silencio que atraviesa
las murallas de un sitio que cobija el porvenir.

Es apenas una llama,
casi ni se mueve sobre mí,
pero es la que me dice en las mañanas
a donde debo ir,
porque mis pies agobiados de andanzas a veces no responden
y solo se detienen en algún confín.

Sostenido en la mirada acusadora,
en unos ojos de color gris,
no me rindo y me detengo en el aire putrefacto de este suburbio de almas sin almas,
de cuerpos cansados de voces sin llantos,
de manos sin luz,
Y me separo del mural invisible,
para mirar mas allá de esos ojos
y encontrarme a mí mismo,
en el futuro mirando hacia el sur.

Se aploman mis pies agrietados,
se refugian mis manos en un abrigo pesado,
soy de carne y hueso y de canela,
así decía mi abuela,
a quien hoy, he visto partir.

Y aunque tus ojos grises y tormentosos
no se alejan del recuerdo,
sostendré tu mirada en la mía,
caminaré hacia tu figura
me verás venir.

Ya no existe el muro de cemento,
ni la escalinata hacia la cruz,
estoy aquí de frente al cielo,
es que no me ves?
es que no sientes la luz?

Deberías pues el gris es el color de vacío,
de la soledad del capullo cuando la mariposa ha nacido y se ha dejado ir,
de las telas de arañas que no han servio de nada,
del cemento lúgubre del alma,
cuando no se sabe vivir...

Soy de carne y hueso y de canela,
eso decía mi abuela
a quien hoy, he visto partir.

Contenido en la distancia,
bajo el arco de un violín callado,
petrificado en las miradas muertas,
destruido en el aire y derramado en lágrimas del ayer como partículas añejas,
Descansa mi figura inerte
aunque yo no lo he pedido,
aunque yo no he querido estar aquí.

(CRISTINA GUERRERO)
Ver el archivo adjunto 2677

Amiga he visto el video
de este bello poema
que desagarra en cada verso
el dolor del sentir,bello poema.
Un fuerte abrazo.
 

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