Yaneth Hernández
Miembro Conocido
Miro la marea en su elevada hermosura
como el reflejo de tus ojos claros;
como tus labios
que amanecen sombreados.
El viento
te desnuda la sonrisa,
allá en lo alto de una nube
vuelves amarme
con la piel recién estrenada.
Tengo etéreas alegrías
en mis manos de redes
y unos años que conversan de mis arrugas,
nada importa
cuando mi cuerpo se hace tu tocador
y tus mejillas se empolvan
con boatos de vanidad.
Me amas
abriendo un poco las sombras
para contemplar el humo
del cigarrillo que espera disiparse
cuando estornuden mis ideas.
Así existes
en los lingueros de los sinsabores
te adhieres a las fibras
de mis sentimientos
y de repente desapareces
en la ruta de algún barco.
No es mucho el rato
que te apetece mirarme
sin embargo pintas mi rostro
en un pedazo de tela
que abandonas bajo el sol
luego me invitas a un café
y hablamos de Carl Sagan.
A veces
para sentirte te busco en alguna frase
de un poema
que perdió la rima de tanto leerlo,
entonces comprendo que la soledad
hace rato ocupa tu lugar.
Busco una botella
para calmar los demonios que no cesan
de repetir tu ausencia.
Bailas en el umbral de mi insomnio
te ríes y le cantas a los sonidos
de todo aquello que esta mort dans mon.
Parece
que el inefable destino
se empeña en acuartelarme,
en convertirme en su marioneta
pero cómo evitar la catástrofe
cuando el alma está comprometida
con ese naufragio, omnipotente,
llamado amor.
Derechos reservados.
como el reflejo de tus ojos claros;
como tus labios
que amanecen sombreados.
El viento
te desnuda la sonrisa,
allá en lo alto de una nube
vuelves amarme
con la piel recién estrenada.
Tengo etéreas alegrías
en mis manos de redes
y unos años que conversan de mis arrugas,
nada importa
cuando mi cuerpo se hace tu tocador
y tus mejillas se empolvan
con boatos de vanidad.
Me amas
abriendo un poco las sombras
para contemplar el humo
del cigarrillo que espera disiparse
cuando estornuden mis ideas.
Así existes
en los lingueros de los sinsabores
te adhieres a las fibras
de mis sentimientos
y de repente desapareces
en la ruta de algún barco.
No es mucho el rato
que te apetece mirarme
sin embargo pintas mi rostro
en un pedazo de tela
que abandonas bajo el sol
luego me invitas a un café
y hablamos de Carl Sagan.
A veces
para sentirte te busco en alguna frase
de un poema
que perdió la rima de tanto leerlo,
entonces comprendo que la soledad
hace rato ocupa tu lugar.
Busco una botella
para calmar los demonios que no cesan
de repetir tu ausencia.
Bailas en el umbral de mi insomnio
te ríes y le cantas a los sonidos
de todo aquello que esta mort dans mon.
Parece
que el inefable destino
se empeña en acuartelarme,
en convertirme en su marioneta
pero cómo evitar la catástrofe
cuando el alma está comprometida
con ese naufragio, omnipotente,
llamado amor.
Derechos reservados.