Jorge Toro
Miembro Conocido
Conozco de muchas botas que causan indignación,
las botas de militares que aplastan la libertad,
las botas ensangrentadas con sangre de su nación,
las botas de aquellos hombres carentes de humanidad
que atacan, igual que bestias, a la manifestación
que armada con sus pancartas reclama por la equidad.
Las botas que conocimos en pueblos de la región
calzaron a dictadores con amplia legión servil,
dispuestos a gobernar a fuerza de represión,
de cárceles, de torturas; y de criminal fusil.
Millares de botas negras creando desolación
por dar prolongada cima a algún asesino vil.
Aquellos, sin par, matones - infames y malnacidos-
solazan en sus palacios iguales que un magno rey,
en tanto incontables madres entierran a sus maridos
indagan por los perdidos y claman justicia y ley.
No vimos jamás la bota que siempre mantenga el mando;
culmina al final su imperio y cae del pedestal.
Los pueblos despiertan briosos y llega la fecha cuando
desertan despavoridos con todo su capital
a alguna región minada por un sanguinario igual.
Algunos tiranos mueren metidos en la prisión,
pensando con fieras ansias en cómo poder volver;
en tanto los ciudadanos se buscan cualquier bufón
que alienta sus utopías y accede a un novel poder.
Refrenda al final la historia su cíclica condición,
el hombre muy poco aprende de tanto anterior error,
muy pocos liquidan pueblos en pro de su posición;
millones terminan siempre cargados de cruel dolor.
las botas de militares que aplastan la libertad,
las botas ensangrentadas con sangre de su nación,
las botas de aquellos hombres carentes de humanidad
que atacan, igual que bestias, a la manifestación
que armada con sus pancartas reclama por la equidad.
Las botas que conocimos en pueblos de la región
calzaron a dictadores con amplia legión servil,
dispuestos a gobernar a fuerza de represión,
de cárceles, de torturas; y de criminal fusil.
Millares de botas negras creando desolación
por dar prolongada cima a algún asesino vil.
Aquellos, sin par, matones - infames y malnacidos-
solazan en sus palacios iguales que un magno rey,
en tanto incontables madres entierran a sus maridos
indagan por los perdidos y claman justicia y ley.
No vimos jamás la bota que siempre mantenga el mando;
culmina al final su imperio y cae del pedestal.
Los pueblos despiertan briosos y llega la fecha cuando
desertan despavoridos con todo su capital
a alguna región minada por un sanguinario igual.
Algunos tiranos mueren metidos en la prisión,
pensando con fieras ansias en cómo poder volver;
en tanto los ciudadanos se buscan cualquier bufón
que alienta sus utopías y accede a un novel poder.
Refrenda al final la historia su cíclica condición,
el hombre muy poco aprende de tanto anterior error,
muy pocos liquidan pueblos en pro de su posición;
millones terminan siempre cargados de cruel dolor.