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(Carta al cielo) Tú última mirada


Para ti madre amada

que te fuiste pronto de mi lado,
que marchaste sin querer ni desearlo,
dedico estas hermosas palabras
de cariño y reconocimiento.

Un lucero no brilla más
que tu brillo en el cielo.
Una estrella no ilumina más
que tu luz iluminó mis momentos.
Me diste la profundidad de los sentimientos.
Me enseñaste a seguir el camino recto.
Me inculcaste el amor y el respeto.
Me dijiste vuela y sé siempre buena.
Y yo, desde lejos y en mente tu retrato
te explico que te sigo queriendo,
que estos años han sido muy tristes y largos,
que he seguido tus recomendaciones y pasos,
que me voy acercando al reencuentro,
que espero niveles y limpies el terreno.

Rememoro el instante interminable de tu adiós.
Fue una noche bruna y sempiterna,
quedaste dormida en dulce sueño,
no pronunciaste ninguna palabra
y me prodigaste tu última mirada.
Y yo, con la congoja de la pérdida,
con el desgarrado dolor por tu falta,
por la culpa sin quedar saldada,
lloré, lloré como si se me fuera el alma,
grité, grité mi orfandad indeseada,
supliqué una y otra vez mi perdón
por todas las molestias ocasionadas.
Después, en lo más profundo de mi corazón
sentí tu bendición de paz y calma.

Autora: María Cruz Pérez Moreno - acnamalas -
Derechos de autor reservados.
03/11/2017 Madrid. España.
 
Última edición:

Azalea Diaz

Miembro Conocido
Bellísimo y sentido poema. No hay palabras para describir la sensación al leer tu poema. Rodaron lágrimas. Un abrazo enorme!! Saludos
 
Azalea gracias por pasar y comentar. En la vida pasamos de buenos momentos a malos y la pérdida de una gran madre es más que malo. Siempre en mi corazón. Saludos y feliz Domingo.
 

Para ti madre amada

que te fuiste pronto de mi lado,
que marchaste sin querer ni desearlo,
dedico estas hermosas palabras
de cariño y reconocimiento.

Un lucero no brilla más
que tu brillo en el cielo.
Una estrella no ilumina más
que tu luz iluminó mis momentos.
Me diste la profundidad de los sentimientos.
Me enseñaste a seguir el camino recto.
Me inculcaste el amor y el respeto.
Me dijiste vuela y sé siempre buena.
Y yo, desde lejos y en mente tu retrato
te explico que te sigo queriendo,
que estos años han sido muy tristes y largos,
que he seguido tus recomendaciones y pasos,
que me voy acercando al reencuentro,
que espero niveles y limpies el terreno.

Rememoro el instante interminable de tu adiós.
Fue una noche bruna y sempiterna,
quedaste dormida en dulce sueño,
no pronunciaste ninguna palabra
y me prodigaste tu última mirada.
Y yo, con la congoja de la pérdida,
con el desgarrado dolor por tu falta,
por la culpa sin quedar saldada,
lloré, lloré como si se me fuera el alma,
grité, grité mi orfandad indeseada,
supliqué una y otra vez mi perdón
por todas las molestias ocasionadas.
Después, en lo más profundo de mi corazón
sentí tu bendición de paz y calma.

Autora: María Cruz Pérez Moreno - acnamalas -
Derechos de autor reservados.
03/11/2017 Madrid. España.
Qué hermosa sensibilidad tu pluma para dedicarle a esa persona tran abnegada! Bello poema. Felicitaciones!
Saludos.
 

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