Jorge Toro
Miembro Conocido
Tú que me has escoltado tantos años,
que sabes mis valores y defectos,
mitigas mis anhelos con afecto
y secundas mi estilo de ermitaño.
Tú que presta caminas a mi lado,
que compartes tristezas y alegrías,
revistes de color todos mis días
y callas si me ves malhumorado.
Tú que ofreces el pecho a mi reposo,
que dispensas tu entraña a mi deseo,
halagas este cuerpo que poseo
y me amas con afán libidinoso.
Tú que gustas asirte de mis manos,
en las tardes, sentados en el prado;
y en las noches de cielos estrellados
me cautivas desnuda en el rellano.
Tú que sabes completos mis secretos,
mis miedos, mis temores y mis egos,
que sabes de mis antes y mis luegos,
y entiendes de mis gestos su alfabeto.
Deseo en esta carta tan tardía
pedirte que a mi lado perseveres,
que asumamos unidos los deberes
de hacernos complemento día a día.
Que los dos, protegidos por la suerte,
arribemos unidos al ocaso
y fundidos los dos en un abrazo
serenos esperemos a la muerte.
que sabes mis valores y defectos,
mitigas mis anhelos con afecto
y secundas mi estilo de ermitaño.
Tú que presta caminas a mi lado,
que compartes tristezas y alegrías,
revistes de color todos mis días
y callas si me ves malhumorado.
Tú que ofreces el pecho a mi reposo,
que dispensas tu entraña a mi deseo,
halagas este cuerpo que poseo
y me amas con afán libidinoso.
Tú que gustas asirte de mis manos,
en las tardes, sentados en el prado;
y en las noches de cielos estrellados
me cautivas desnuda en el rellano.
Tú que sabes completos mis secretos,
mis miedos, mis temores y mis egos,
que sabes de mis antes y mis luegos,
y entiendes de mis gestos su alfabeto.
Deseo en esta carta tan tardía
pedirte que a mi lado perseveres,
que asumamos unidos los deberes
de hacernos complemento día a día.
Que los dos, protegidos por la suerte,
arribemos unidos al ocaso
y fundidos los dos en un abrazo
serenos esperemos a la muerte.