Caballero de los Geranios
MODERADOR DE ORTOGRAFÍA Y SEMÁNTICA
CATEDRAL DE PALOMAS
Tu otoño con faustos tenores afina mi puerto,
permite se acerque despacio la llanura temerosa
a tu famélico cierzo de esferas en sortilegio
donde curva mi sonámbula esquina,
a tu incienso azucarado y despierta un cerro
en el corpiño de tus ojos…
Las orillas endulzan tu palabra en mis pulgares
polinizan mis espigas con azucenas de violines,
mi terso calzado nada en tus alfombras desiertas
y el entusiasmo de tu leño es corteza de mi rostro…
Cuando salgo de tus verdes pies,
mi tierra celosa de los pétalos de tu lienzo
con la piedra de mi ayer se sublevan.
En ardiente estampida, dardos inertes gritan
al cenit púrpura de tu roca,
sacuden a tus líquidas pestañas
hasta que la pirámide de mi febrero
empina en tus escalinatas,
-reliquias escandalosas con fiebre de madrigales-
y tu vientre vidente impulsa mis prudentes flechas.
Mi sólida sílfide acaricia la soledad de tu sombra,
empero tu cinturón de ilusiones
más helado que mi pretérito,
está en los zarzales nocturnos
en diáfanas túnicas heridas
con uñas ocultas de lujuria,
limita el susurro del corcel del río inexperto
que salvas en gaviotas…
Mis candiles aspiran la hormona de tus sandalias
sobre la titánica catedral de palomas.
En tu reloj diluido abres la canela de tu sueño,
cultivas mis floreros,
con los dados plateados de tu pecho,
reclamas insistente a los astros de mis brazos
que sienten la gota de tu verano…
En conquista de los surcos
despiertos de mis escenarios,
el remanso de tu oído
requiebra el horizonte de mi efluvio
y el capullo de tus pupilas
levanta mi cegado yermo,
y con el crepúsculo de tu silueta
forma el bosque de mi aurora…
Tu otoño con faustos tenores afina mi puerto,
permite se acerque despacio la llanura temerosa
a tu famélico cierzo de esferas en sortilegio
donde curva mi sonámbula esquina,
a tu incienso azucarado y despierta un cerro
en el corpiño de tus ojos…
Las orillas endulzan tu palabra en mis pulgares
polinizan mis espigas con azucenas de violines,
mi terso calzado nada en tus alfombras desiertas
y el entusiasmo de tu leño es corteza de mi rostro…
Cuando salgo de tus verdes pies,
mi tierra celosa de los pétalos de tu lienzo
con la piedra de mi ayer se sublevan.
En ardiente estampida, dardos inertes gritan
al cenit púrpura de tu roca,
sacuden a tus líquidas pestañas
hasta que la pirámide de mi febrero
empina en tus escalinatas,
-reliquias escandalosas con fiebre de madrigales-
y tu vientre vidente impulsa mis prudentes flechas.
Mi sólida sílfide acaricia la soledad de tu sombra,
empero tu cinturón de ilusiones
más helado que mi pretérito,
está en los zarzales nocturnos
en diáfanas túnicas heridas
con uñas ocultas de lujuria,
limita el susurro del corcel del río inexperto
que salvas en gaviotas…
Mis candiles aspiran la hormona de tus sandalias
sobre la titánica catedral de palomas.
En tu reloj diluido abres la canela de tu sueño,
cultivas mis floreros,
con los dados plateados de tu pecho,
reclamas insistente a los astros de mis brazos
que sienten la gota de tu verano…
En conquista de los surcos
despiertos de mis escenarios,
el remanso de tu oído
requiebra el horizonte de mi efluvio
y el capullo de tus pupilas
levanta mi cegado yermo,
y con el crepúsculo de tu silueta
forma el bosque de mi aurora…
