Jorge Toro
Miembro Conocido
En Colombia - mi patria - gobierno y guerrilla están en conversaciones de paz.
Millones la deseamos, así tenga sus costos; otros tantos no los aceptan y prefieren continuar la guerra.
Este texto recuerda una de las incontables tragedias que hemos padecido…
La bestia de mil cabezas
volvió a sus viejas andanzas
y con absurdas matanzas
acentuó nuestras tristezas.
No entienden que sus vilezas
no significan victoria
sino apenas la ilusoria
sensación de poderío
sobre un pobre caserío
de protección irrisoria.
A inicios de la alborada
cubiertos por la neblina
bajaron de la colina
marchando por su hondonada.
Después hicieron su entrada
como ratas silenciosas
mientras las caras nerviosas
de los pocos peatones
alzaban sus oraciones
temiendo bárbaras cosas.
Muchos corrieron febriles
a proteger a sus hijos
o en búsqueda de escondrijos
lejanos a los fusiles.
De pronto tres proyectiles
tronaron como señal
y un miedo descomunal
se adentró en los moradores
que vislumbraron horrores
y cercano su final.
Con descargas incesantes
de cilindros y fusil
comenzó su acción hostil
contra aquellos habitantes.
Y al cabo de unos instantes
producto de tanta saña
la muerte - cruenta alimaña-
hizo presencia en la escena
y con risotada obscena
blandió feliz su guadaña.
El caos era patente,
los estruendos aturdían,
mientras las gentes huían
con un terror evidente.
Pero, la banda inclemente
disparó sin restricciones
y por todos los rincones
cual bestias enfurecidas
fueron cercenando vidas
y sepultando ilusiones.
Cayeron viejos, menores,
damiselas y matronas,
prostitutas, santurronas,
y muchos más pobladores.
Sus cuerpos, ya en estertores,
quedaron sobre la vía
mientras con alevosía
el escuadrón insurgente
aniquilaba a la gente
que a rastras se escabullía.
Finalizado el asalto
- después de arrasarlo todo -
salieron por un recodo
en busca del monte alto.
y sobre el desnudo asfalto
quedaron diseminados
los paisanos inmolados
cubiertos por los pasquines
que aquellos verdugos ruines
dejaron allí plantados.
…………………………….
Después de tanta sevicia
sobrevino la amargura
y una profusa censura
clamando pronta justicia.
Pero la aciaga noticia
ahora tan divulgada
en días será olvidada
y toda nuestra nación
-súmmum de la desunión-
seguirá… como si nada…
Millones la deseamos, así tenga sus costos; otros tantos no los aceptan y prefieren continuar la guerra.
Este texto recuerda una de las incontables tragedias que hemos padecido…
La bestia de mil cabezas
volvió a sus viejas andanzas
y con absurdas matanzas
acentuó nuestras tristezas.
No entienden que sus vilezas
no significan victoria
sino apenas la ilusoria
sensación de poderío
sobre un pobre caserío
de protección irrisoria.
A inicios de la alborada
cubiertos por la neblina
bajaron de la colina
marchando por su hondonada.
Después hicieron su entrada
como ratas silenciosas
mientras las caras nerviosas
de los pocos peatones
alzaban sus oraciones
temiendo bárbaras cosas.
Muchos corrieron febriles
a proteger a sus hijos
o en búsqueda de escondrijos
lejanos a los fusiles.
De pronto tres proyectiles
tronaron como señal
y un miedo descomunal
se adentró en los moradores
que vislumbraron horrores
y cercano su final.
Con descargas incesantes
de cilindros y fusil
comenzó su acción hostil
contra aquellos habitantes.
Y al cabo de unos instantes
producto de tanta saña
la muerte - cruenta alimaña-
hizo presencia en la escena
y con risotada obscena
blandió feliz su guadaña.
El caos era patente,
los estruendos aturdían,
mientras las gentes huían
con un terror evidente.
Pero, la banda inclemente
disparó sin restricciones
y por todos los rincones
cual bestias enfurecidas
fueron cercenando vidas
y sepultando ilusiones.
Cayeron viejos, menores,
damiselas y matronas,
prostitutas, santurronas,
y muchos más pobladores.
Sus cuerpos, ya en estertores,
quedaron sobre la vía
mientras con alevosía
el escuadrón insurgente
aniquilaba a la gente
que a rastras se escabullía.
Finalizado el asalto
- después de arrasarlo todo -
salieron por un recodo
en busca del monte alto.
y sobre el desnudo asfalto
quedaron diseminados
los paisanos inmolados
cubiertos por los pasquines
que aquellos verdugos ruines
dejaron allí plantados.
…………………………….
Después de tanta sevicia
sobrevino la amargura
y una profusa censura
clamando pronta justicia.
Pero la aciaga noticia
ahora tan divulgada
en días será olvidada
y toda nuestra nación
-súmmum de la desunión-
seguirá… como si nada…