Raquel Fraga
Miembro Conocido
—Eh, tú…
—¿Quién yo?
—Sí, sí, tú que estás pensando sobre qué escribir. Me gustaría que me hagas un favor, que cambies el cuento de la cigarra y la hormiga.
Estoy harta de que la cigarra se pase el verano cantando, mientras yo me deslomo a trabajar. Tengo su sonido metido en la cabeza y me martillea la sien. ¿Sabes lo que es aguantar eso cada vez que un niño abre el libro para leer la fábula?
Además, no me gusta el final, porque yo sería incapaz de cerrarle la puerta en las narices a la cigarra. No tengo tan mal corazón. Es un adiós muy brusco, me remordería la conciencia.
Lo que no entiendo es como sobrevive sin mi ayuda todo el invierno, es imposible, sin embargo, ella vuelve a estar ahí cada vez que salgo a trabajar.
—¿Me ayudarás?
—Claro. A ver qué te parece este cambio…
Un caluroso verano, una cigarra cantaba sin parar debajo de un árbol. Una hormiguita que pasaba por allí cargada con grano, le dijo:
—Te pasas los días feliz, divirtiéndote, piensa bien en lo que harás cuando llegué el invierno y no tengas que comer.
La cigarra despreocupada le contestó:
—Bueno, cuando llegue la fecha ya veré que hago. Ahora déjame seguir canturreando, hace un día magnifico.
Los días seguían pasando y una no dejaba de cantar y la otra no paraba de trabajar. Ya casi terminando el verano, la hormiguita se disponía a salir a por más comida, cuando sintió gritos de niños.
—Mira, mira, Juan. He cazado una cigarra, nos la llevaremos a casa. Aunque… se acerca el otoño y dejará de cantar, pero la cuidaremos hasta que finalice el invierno para oírla de nuevo.
Moraleja: La suerte acompaña siempre al que menos lo necesita.
—¿Quién yo?
—Sí, sí, tú que estás pensando sobre qué escribir. Me gustaría que me hagas un favor, que cambies el cuento de la cigarra y la hormiga.
Estoy harta de que la cigarra se pase el verano cantando, mientras yo me deslomo a trabajar. Tengo su sonido metido en la cabeza y me martillea la sien. ¿Sabes lo que es aguantar eso cada vez que un niño abre el libro para leer la fábula?
Además, no me gusta el final, porque yo sería incapaz de cerrarle la puerta en las narices a la cigarra. No tengo tan mal corazón. Es un adiós muy brusco, me remordería la conciencia.
Lo que no entiendo es como sobrevive sin mi ayuda todo el invierno, es imposible, sin embargo, ella vuelve a estar ahí cada vez que salgo a trabajar.
—¿Me ayudarás?
—Claro. A ver qué te parece este cambio…
Un caluroso verano, una cigarra cantaba sin parar debajo de un árbol. Una hormiguita que pasaba por allí cargada con grano, le dijo:
—Te pasas los días feliz, divirtiéndote, piensa bien en lo que harás cuando llegué el invierno y no tengas que comer.
La cigarra despreocupada le contestó:
—Bueno, cuando llegue la fecha ya veré que hago. Ahora déjame seguir canturreando, hace un día magnifico.
Los días seguían pasando y una no dejaba de cantar y la otra no paraba de trabajar. Ya casi terminando el verano, la hormiguita se disponía a salir a por más comida, cuando sintió gritos de niños.
—Mira, mira, Juan. He cazado una cigarra, nos la llevaremos a casa. Aunque… se acerca el otoño y dejará de cantar, pero la cuidaremos hasta que finalice el invierno para oírla de nuevo.
Moraleja: La suerte acompaña siempre al que menos lo necesita.