Nada dijeron las palabras;
saludos… ¡no te recordaba!
dijeron todo, las miradas,
igual que en aquellas veladas
de un verano fugaz
que con nadie más bailabas.
Había una multitud
y a nosotros todos miraban;
callaron hasta los pájaros
esperando que te besara.
Yo no oía, solo miraba
esos ojos, esas llamas…
Nos dijimos adiós...
mientras, nuestras almas lloraban.