Daniel
Miembro Conocido
Quiero mecer los recuerdos
en la hamaca del camino
donde las letras son versos
desmenuzando suspiros,
parir cascadas de tiempos
en mis ojos escondidos
y revertir los eventos
que marcaron el olvido.
Era un valle de centeno
protegido por su abrigo,
los corales más extensos
en el mar de sus latidos,
la plegaria de algún beso
en cualquier día festivo
y la prisión del bohemio
en su mirada de trigo.
Era un malecón sirviendo,
el mejor sabor del vino,
una danza del estero
sobre su piel de gemidos,
mil soles de fuego eterno
para su luna de limbos,
sobre la vida existiendo
en la cima de aquel risco.
Luego se perdió en el tiempo
en la niebla del suspiro
y se rajaron los tientos
en la noche sin cerillos,
los relámpagos rastreros
fundieron aquel graznido
y su sombra fue el mortero
que exterminó mi destino.
Hoy, soy tan solo un alezo
del desierto y su espejismo,
un habitante sediento
del paraíso proscrito,
el caballo de un cuatrero
cabalgando hacia el abismo
y las penas bajo el hielo
cual esquimales del frío.
en la hamaca del camino
donde las letras son versos
desmenuzando suspiros,
parir cascadas de tiempos
en mis ojos escondidos
y revertir los eventos
que marcaron el olvido.
Era un valle de centeno
protegido por su abrigo,
los corales más extensos
en el mar de sus latidos,
la plegaria de algún beso
en cualquier día festivo
y la prisión del bohemio
en su mirada de trigo.
Era un malecón sirviendo,
el mejor sabor del vino,
una danza del estero
sobre su piel de gemidos,
mil soles de fuego eterno
para su luna de limbos,
sobre la vida existiendo
en la cima de aquel risco.
Luego se perdió en el tiempo
en la niebla del suspiro
y se rajaron los tientos
en la noche sin cerillos,
los relámpagos rastreros
fundieron aquel graznido
y su sombra fue el mortero
que exterminó mi destino.
Hoy, soy tan solo un alezo
del desierto y su espejismo,
un habitante sediento
del paraíso proscrito,
el caballo de un cuatrero
cabalgando hacia el abismo
y las penas bajo el hielo
cual esquimales del frío.