Jorge Toro
Miembro Conocido
Cuando al paso del tiempo se marchite tu vida
y presientas cercana tu forzosa partida.
Cuando apenas recuerdos acompañen tus días
y ninguno consiga que de nuevo sonrías.
Cuando partan de golpe todas tus amistades
y comiences a ver lastimeras verdades.
Cuando estés cabizbaja, abatida, extenuada,
y te sea la muerte la invitada esperada.
Cuando presta tu alma te aparezca al encuentro
indicando que es hora de mirarte por dentro….
Pensarás en los años que los dos compartimos
y serás muy consciente de lo que nos perdimos.
Creerás en lo necio de matar los excesos
ahogando deseos y evadiendo los besos.
Soñarás con encuentros, alocados, no cuerdos,
para así atesorar más afables recuerdos…
Con amarga nostalgia volverás al pasado,
extrañando lo tanto que dejaste de lado.
Releyendo mis cartas, amarillas por viejas,
volverás a vibrar con pasiones añejas.
Tus finísimas manos, ya temblonas y frías,
ansiarán el calor que les daban las mías.
Ya a deshora sabrás de la melancolía
cuando mires tu sombra y no encuentres la mía.
Y entendiendo la angustia que sentía por ti
hallarás la razón del porqué sucumbí…
Mas, no obstante tus penas, gozarás de un consuelo,
sabes que enamorado yo te espero en el cielo.
Y verás que mi amor sigue fiel todavía
cuando baje a buscarte en tu póstumo día.
y presientas cercana tu forzosa partida.
Cuando apenas recuerdos acompañen tus días
y ninguno consiga que de nuevo sonrías.
Cuando partan de golpe todas tus amistades
y comiences a ver lastimeras verdades.
Cuando estés cabizbaja, abatida, extenuada,
y te sea la muerte la invitada esperada.
Cuando presta tu alma te aparezca al encuentro
indicando que es hora de mirarte por dentro….
Pensarás en los años que los dos compartimos
y serás muy consciente de lo que nos perdimos.
Creerás en lo necio de matar los excesos
ahogando deseos y evadiendo los besos.
Soñarás con encuentros, alocados, no cuerdos,
para así atesorar más afables recuerdos…
Con amarga nostalgia volverás al pasado,
extrañando lo tanto que dejaste de lado.
Releyendo mis cartas, amarillas por viejas,
volverás a vibrar con pasiones añejas.
Tus finísimas manos, ya temblonas y frías,
ansiarán el calor que les daban las mías.
Ya a deshora sabrás de la melancolía
cuando mires tu sombra y no encuentres la mía.
Y entendiendo la angustia que sentía por ti
hallarás la razón del porqué sucumbí…
Mas, no obstante tus penas, gozarás de un consuelo,
sabes que enamorado yo te espero en el cielo.
Y verás que mi amor sigue fiel todavía
cuando baje a buscarte en tu póstumo día.
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