Caballero de los Geranios
MODERADOR DE ORTOGRAFÍA Y SEMÁNTICA
DANZA MI NÁYADE
Abres el cauce de mis abatidas vigilias
con tus paradisíacas mieles
en mis noches de fiebre, tediosas de diciembre,
compartes tu talante con mis trémulos desamparos
y tu aroma de azahares se esparce en mi refugio
bajo las cortinas aterciopeladas de un leopardo.
Las trompetas del león solfean en los ventanales
e independientes solistas visuales,
festivos extienden sus nervios
de luces blancas azuladas
crean un fondo teatral encarnizado.
Tú, con tu amplia sonrisa repercutes destellos inagotables,
innovas al abanico su tornasol con tu mágico semblante
y cada vez más, dinámicos cautivan los violines
para el disfrute inmarcesible de tus suaves meñiques
y engarzas a mis deshechos alfileres con terneza.
Tus fulminantes capulíes, desprenden de la cascada milagrosa,
los albos collares se entretienen con tu generoso regocijo
y las burbujas presumidas acicalan al paisaje,
se guarecen con tu ingenio risueño en cristales.
¡Qué venga la tormenta a cada instante!
¡Agita la naturaleza!
Trae a mi muelle las vistas de linces fugitivos
con su lúbrico estaño entre mis aguas cristalinas
y danza mi náyade para sentir tu fresco aliento vehemente
y dulcifica así al universo y la verbena
con la fuerza de toro de tu vital sonrisa…
Abres el cauce de mis abatidas vigilias
con tus paradisíacas mieles
en mis noches de fiebre, tediosas de diciembre,
compartes tu talante con mis trémulos desamparos
y tu aroma de azahares se esparce en mi refugio
bajo las cortinas aterciopeladas de un leopardo.
Las trompetas del león solfean en los ventanales
e independientes solistas visuales,
festivos extienden sus nervios
de luces blancas azuladas
crean un fondo teatral encarnizado.
Tú, con tu amplia sonrisa repercutes destellos inagotables,
innovas al abanico su tornasol con tu mágico semblante
y cada vez más, dinámicos cautivan los violines
para el disfrute inmarcesible de tus suaves meñiques
y engarzas a mis deshechos alfileres con terneza.
Tus fulminantes capulíes, desprenden de la cascada milagrosa,
los albos collares se entretienen con tu generoso regocijo
y las burbujas presumidas acicalan al paisaje,
se guarecen con tu ingenio risueño en cristales.
¡Qué venga la tormenta a cada instante!
¡Agita la naturaleza!
Trae a mi muelle las vistas de linces fugitivos
con su lúbrico estaño entre mis aguas cristalinas
y danza mi náyade para sentir tu fresco aliento vehemente
y dulcifica así al universo y la verbena
con la fuerza de toro de tu vital sonrisa…