Jorge Toro
Miembro Conocido
Por allá en mis albores
cuando el mundo era apenas
mi vivienda y mi alcoba,
pensaba que los dueños
de todo lo existente
- cuanto yo percibía -
eran mi padre y madre.
Muy pronto descubrí
que era el mundo mayor…
existía un afuera,
más personas mayores
y niños como yo;
sin embargo mis padres
eran aún mis faros.
Entonces me llegaron
tiempos de educación
y arraigué la creencia
de que existía un Dios...
Que era -según decían-
Padre supremo y dueño
de la vida de todos.
Ninguno lo veía
tampoco lo sentía,
aunque todos temían
su mirada severa…
como la de mis padres
o - quizás todavía -
más estricta y feroz.
Tenía establecidas
diez leyes a cumplir,
so castigo de ir
para siempre al infierno….
Era un Dios aburrido,
porque sólo ponía
trabas y condiciones.
Siempre nos exigía
mas no ofrecía a cambio
un obsequio tangible;
diferente a mis padres
que a menudo premiaban
con bonitos regalos
mi absoluta obediencia…
***
Por ese tiempo aprendí
que no solamente Dios
estaba sobre nosotros…
Por encima de mis padres,
por supuesto sobre mí
y toda gente común
había más mandamás:
un tal "señor Presidente"
y unas fuerzas militares
para "defender el orden
y hacer respetar la ley"…
Cuando tantas "jerarquías"
quedaron establecidas
y claras en mi cerebro,
cuando el vivir parecía
una tarea a cumplir
y todo estaba suscrito
a rígidas normativas…
irrumpió mi adolescencia
y la explosión hormonal
me indujo a la rebeldía.
Opté por desaprobar
el proceder de mis padres,
también por negar a Dios
como una entidad real
y a criticar con furor
a todos los gobernantes
y sus fuerzas represivas.
Y descubrí en los amigos,
el complemento ideal,
el firme punto de apoyo
a los afanes y sueños…
Entonces, nos conjuntamos
en cofradías secretas
y nos dimos a la acción
del panfleto y la protesta...
Pronto vi que la amistad
también se vende y traiciona,
que los sueños se bifurcan,
los intereses varían,
las coincidencias decaen
y el respaldo se clausura.
Que tal camaradería
y tanta palabrería
sucumbe con un soborno;
que pueden dejarte a un lado
renunciando a lo pactado
o apuñalarte la espalda
por una ganancia franca…
Después busqué las mujeres
para avivarme en su amor;
fueron tales mis fracasos
que prefiero enmudecer…
Decepcionado me aislé
aprendí la desconfianza
y empecé a dudar de todo
- incluyendo en ello a todos -.
Por eso me quedé sólo
viviendo con mis creencias
arraigado a mis maneras…
aislado como ermitaño
dudando de todo humano…
***
Con el paso de los años
mi identidad se perdió
y, por tal, desdibujando
mis íntimas convicciones…
Hoy me siento un ser extraño
con algo interno anormal
y no sé si de verdad
digno soy de mi confianza...
De pronto la soledad
y mi talante asocial
forjaron tal situación,
o el cavilar me ha dejado
algún tornillo oxidado…
Acaso seré maniaco
y evidente bipolar?
Será que todo mi juicio
cayó por el precipicio,
que me encamino a senil
y por supuesto a mi fin
sumido en el desvarío
o desorden parecido?
cuando el mundo era apenas
mi vivienda y mi alcoba,
pensaba que los dueños
de todo lo existente
- cuanto yo percibía -
eran mi padre y madre.
Muy pronto descubrí
que era el mundo mayor…
existía un afuera,
más personas mayores
y niños como yo;
sin embargo mis padres
eran aún mis faros.
Entonces me llegaron
tiempos de educación
y arraigué la creencia
de que existía un Dios...
Que era -según decían-
Padre supremo y dueño
de la vida de todos.
Ninguno lo veía
tampoco lo sentía,
aunque todos temían
su mirada severa…
como la de mis padres
o - quizás todavía -
más estricta y feroz.
Tenía establecidas
diez leyes a cumplir,
so castigo de ir
para siempre al infierno….
Era un Dios aburrido,
porque sólo ponía
trabas y condiciones.
Siempre nos exigía
mas no ofrecía a cambio
un obsequio tangible;
diferente a mis padres
que a menudo premiaban
con bonitos regalos
mi absoluta obediencia…
***
Por ese tiempo aprendí
que no solamente Dios
estaba sobre nosotros…
Por encima de mis padres,
por supuesto sobre mí
y toda gente común
había más mandamás:
un tal "señor Presidente"
y unas fuerzas militares
para "defender el orden
y hacer respetar la ley"…
Cuando tantas "jerarquías"
quedaron establecidas
y claras en mi cerebro,
cuando el vivir parecía
una tarea a cumplir
y todo estaba suscrito
a rígidas normativas…
irrumpió mi adolescencia
y la explosión hormonal
me indujo a la rebeldía.
Opté por desaprobar
el proceder de mis padres,
también por negar a Dios
como una entidad real
y a criticar con furor
a todos los gobernantes
y sus fuerzas represivas.
Y descubrí en los amigos,
el complemento ideal,
el firme punto de apoyo
a los afanes y sueños…
Entonces, nos conjuntamos
en cofradías secretas
y nos dimos a la acción
del panfleto y la protesta...
Pronto vi que la amistad
también se vende y traiciona,
que los sueños se bifurcan,
los intereses varían,
las coincidencias decaen
y el respaldo se clausura.
Que tal camaradería
y tanta palabrería
sucumbe con un soborno;
que pueden dejarte a un lado
renunciando a lo pactado
o apuñalarte la espalda
por una ganancia franca…
Después busqué las mujeres
para avivarme en su amor;
fueron tales mis fracasos
que prefiero enmudecer…
Decepcionado me aislé
aprendí la desconfianza
y empecé a dudar de todo
- incluyendo en ello a todos -.
Por eso me quedé sólo
viviendo con mis creencias
arraigado a mis maneras…
aislado como ermitaño
dudando de todo humano…
***
Con el paso de los años
mi identidad se perdió
y, por tal, desdibujando
mis íntimas convicciones…
Hoy me siento un ser extraño
con algo interno anormal
y no sé si de verdad
digno soy de mi confianza...
De pronto la soledad
y mi talante asocial
forjaron tal situación,
o el cavilar me ha dejado
algún tornillo oxidado…
Acaso seré maniaco
y evidente bipolar?
Será que todo mi juicio
cayó por el precipicio,
que me encamino a senil
y por supuesto a mi fin
sumido en el desvarío
o desorden parecido?