Yo soy,
un roto vileño
nacido en el litoral,
de Chile
un país austral
que en el mapa
está perdido,
detrás,
de un cerro
escondido
y casi colgando
en el mar.
De chico,
fui tan rayado,
que me llamaron
el Loco
y con el flaco
Picoroco,
el Choro
y el Lenguado,
éramos
mal mirados
por ser
enfermos
del coco.
Como éramos,
¡ bien peinetas!,
nos sobraban
las chiquillas
y me acuerdo
que la Jerguilla
con su prima
la Reineta,
nos hacían
morisquetas,
ardientes
como Cabrillas.
Pero,
en lo que
a mi toca,
me gustaba
la Corvina.
¡Esa manera
tan fina
que la hacía
destacar,
como una Perla
del mar,
grácil, bella
y cristalina!
Después,
de un breve
romance,
se convirtió
en mi pareja
y según
le consta
a la Almeja,
nos hicimos,
tan notables,
que nuestro amor
fue comparable,
al de Romeo
y Julieta.
Pero, miren
lo que es
la cuestión.
dicen,
que no hay
felicidad completa.
Un mal día
llegó a la caleta
el maldito Tiburón,
el que,
acompañado
del Salmón,
del Tollo
y la Palometa,
vinieron
a darme
la fleta
y a robarme
su corazón.
Por esta
gran humillación
y para que todo
el mar lo sepa
y siguiendo
el consejo
de una Vieja,
este Loco,
macho
y gozador,
cambió su nombre
señor
y ahora todos
me llaman el…
Concholepas,
Concholepas.
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