Matilde Maisonnave
Miembro Conocido
Dulce Amalia
¡Luces! Dones virtuosos de tu alma virginal.
Tu nombre es una estrella halagando el firmamento.
Eras la esperanza, la unión, el amor que motivaste
acariciando tu entorno;
flores marchitas, con tus blancas manos,
en sueños dorados
sonrisas sin velos extraños,
convertías.
¡Dulce Amalia! tu alma me acompaña.
¡Cuál niña lleva tus ojos!
¡Cuál pétalo! ¡Cuál tesoro!
¡Cuál joya engalanada!
¡OH! ¿Has sido reencarnada?
Quizás en un pechirrojo de celeste mirada;
o en un rosal cercano blanco y fragante,
bálsamo de tus manos.
Leona de tus cachorros, semillas perennes
sembraste en sus almas.
El pan cálido y alegre,
amasaste en fuentes de ternura y paz.
Tu boca sonrisa, tenue y vivaz brisa,
cantaba en tus ojos de cielo, sedosos.
No había consuelo en tu corazón,
si te hería el duelo de una aflicción.
Don de la paciencia y la virtuosidad;
soportaste entera la ignominia artera.
¡Eres tú mi ángel de bondad y amor!
Matilde Maisonnave
¡Luces! Dones virtuosos de tu alma virginal.
Tu nombre es una estrella halagando el firmamento.
Eras la esperanza, la unión, el amor que motivaste
acariciando tu entorno;
flores marchitas, con tus blancas manos,
en sueños dorados
sonrisas sin velos extraños,
convertías.
¡Dulce Amalia! tu alma me acompaña.
¡Cuál niña lleva tus ojos!
¡Cuál pétalo! ¡Cuál tesoro!
¡Cuál joya engalanada!
¡OH! ¿Has sido reencarnada?
Quizás en un pechirrojo de celeste mirada;
o en un rosal cercano blanco y fragante,
bálsamo de tus manos.
Leona de tus cachorros, semillas perennes
sembraste en sus almas.
El pan cálido y alegre,
amasaste en fuentes de ternura y paz.
Tu boca sonrisa, tenue y vivaz brisa,
cantaba en tus ojos de cielo, sedosos.
No había consuelo en tu corazón,
si te hería el duelo de una aflicción.
Don de la paciencia y la virtuosidad;
soportaste entera la ignominia artera.
¡Eres tú mi ángel de bondad y amor!
Matilde Maisonnave