• Sabías que puedes registrarte o ingresar a tu cuenta directamente desde facebook con el botón de facebook en la parte superior de la página?

Dura transición

Yo no sé si al mencionarlo ocasione un desacuerdo,
si al común de las personas les sucede normalmente,
o si estos planteamientos no procedan de alguien cuerdo
y esta insólita inquietud que me atropella la mente,
reafirme sin equívocos que hoy por hoy estoy demente.

Tal vez les parezca absurdo, irreal o incoherente
o ninguna idea tengan de cuanto adelante digo,
aunque también es posible que atraviesen un presente,
algo parecido al mío, que asustado soy testigo,
del inmenso pesimismo que cohabita conmigo.

Arribé a la coyuntura de no ser viejo ni joven,
una edad indefinida, difícil de comprender,
un momento meridiano en que ni uno ni otro caben,
donde del joven presencio el tangible atardecer
y del viejo ya avizoro su inminente amanecer.

Un trayecto inevitable al que me empuja la vida,
un camino obligatorio e irremediable sendero,
carente de algún atajo o subrepticia salida,
que ahora debo cruzar, ya sumiso, ya altanero,
sea al hoy un inexperto o veterano viajero.

De pronto llegó la hora sin darme cuenta siquiera,
cuando requerí mi joven y constaté su vacío;
me observé desubicado, viviendo de otra manera,
transitando timorato, entristecido, sombrío,
carente de todo empuje, determinación y brío.

Me invadió una incertidumbre que me mantiene confuso,
temeroso y vacilante frente a lo que se aproxima;
emprender este trayecto que la vida me dispuso,
es como escalar sin mapas la más empinada cima,
temiendo ver de repente que un alud se viene encima.

Ansioso vuelvo la vista queriendo retroceder,
pero no hay camino atrás, está cerrada esa vía,
toca avanzar entre sombras con la esperanza de ver,
algún caminante más que me provea una guía,
o cualquier mísera luz de una incipiente bujía.

Es un momento en que apuestas a la otrora juventud
y con especial empeño te esfuerzas por acertar,
pero en medio de tu lucha, cuando enfrentas el talud,
sientes que todo el empuje que colocas por triunfar,
es un despilfarro inútil y no te habrá de alcanzar.

Te resistes cuando ves asomar nuevos actores,
que eran impúberes niños, hace poco, casi ayer,
en rol de protagonistas, dispuestos e innovadores,
cargados de la energía que tú no logras tener,
diciéndote, sin palabras, que ya es tiempo de ceder.

Intentas miles disfraces y ocultas tus nuevos males,
engañas a los demás con simulada energía,
pero todas son apenas demostraciones banales,
porque al terminar el día se acaba la fantasía,
y pagas caro tributo por tu vana hipocresía.

Finalmente te resignas aceptando que es inútil,
ya el físico no es el mismo, te dices, pero optimista,
repasas las miles cosas en las que te sientes útil,
miras al frente resuelto cual ducho malabarista,
y emprendes el nuevo reto con decisión de alpinista.

Pero si ello fuese todo, bueno, al final se asiente,
la pérdida de lo físico, si funciona la cabeza,
mas, si ante tal emergencia, inspeccionas en tu mente
y encuentras todo en desorden, entiendes con gran tristeza,
que son escasas tus fichas dispuestas sobre la mesa.

Te sientes desorientado, hundido, petrificado,
al ver que para el futuro no tienes un gran respaldo,
que has quemado muchos años pero es poco lo logrado,
que el mañana será incierto y hoy no cuentas con un saldo,
de donde tomar recursos que te sirvan de resguardo.

No es dinero en lo que piensas, aunque ahora mucho cuente
poder contar con ahorros que te sirvan de soporte;
es distinta sensación, la de una voz en la mente,
resonándote por dentro, diciéndote que no hay norte;
y no te encuentras tú mismo, ni uno más a quien le importe.

Es volverse y comprobar una cosecha marchita,
del arado en que invertiste todo tu tiempo pasado,
que seguro te ha dejado una enseñanza bonita,
pero a la vez sensación de mucho afán malgastado,
y un certero desengaño incrustado en el costado.

Tal vez la próxima siembra saldría mucho mejor,
buscarías buenas tierras y unas mejores semillas,
mas, no tienes la entereza, ni la tierra, ni el tractor,
y hoy ninguno considera sean fuertes tus rodillas,
ni cauto invertir en quién ya ha rodado tantas millas.

La experiencia te valdrá para una que otra partida
si logras el patrocinio de algún protector o amigo;
podrás ganar unas veces mientras llega tu salida,
pero luego, finalmente, ¡escucha lo que te digo!,
te arrojarán a la calle y negarán un abrigo.

Son años muy turbulentos, colmados de frío y miedo,
de recurrentes insomnios e irresolución profunda,
que nos hacen indefensos, así digamos ¡yo puedo!,
que truecan toda esperanza en quimera moribunda;
nos colman de incertidumbre y consternación rotunda.


Se vuelven atrás los ojos buscando algún compañero,
a los hijos, los amigos, un patrón o algún vecino,
aquél que te brinde apoyo y tienda un brazo sincero,
para explicarte la ruta, para orientar tu camino,
quien te devuelva la fe e ilumine tu destino.

No obstante la vida dicta que es esperanza perdida,
cuanto más se acercará quien posea igual problema,
confundido como tú, impotente y muerto en vida,
vendrá a murmurar contigo y compartir tu dilema,
puesto que nunca a mas nadie le importará dicho tema.

Vale más algo que nada, dirás y estarás muy pronto,
gastando la vida a sorbos, sin ruta ni plan de vuelo,
dejando pasar los días, vegetando como un tonto,
soñando con el pasado, mirando directo al suelo,
y en pálidas añoranzas buscando un fútil consuelo.

Así pasarán los días, luego meses, después años;
cada vez más solitario te irá dejando la vida,
hasta descubrirte un día rodeado por extraños,
confinado en un asilo del que no tendrás salida,
donde estarás internado mientras llega tu partida.

Entonces ya no tendrás motivos para estar vivo,
apenas verás un mundo que bronco pasa a tu lado;
y, sentado en un sillón, anciano, huraño y esquivo,
sumergido en tus arrugas, achacoso y encorvado,
te será evidente y claro que tu tiempo ha terminado.
 
Última edición:

José Luis Blázquez

JURADO - MODERADOR de los Foros de Poética Clásica
Excelente y profundo poema, al que debes modificar este isostiquio para poder pasarlo a la fase de votación, por dar una sílaba de más: “como ducho malabarista”.

Un abrazo.
 

SANDRA BLANCO

Administradora - JURADO
Yo no sé si al mencionarlo ocasione un desacuerdo,
si al común de las personas les sucede normalmente,
o si estos planteamientos no procedan de alguien cuerdo
y esta insólita inquietud que me atropella la mente,
reafirme sin equívocos que hoy por hoy estoy demente.

Tal vez les parezca absurdo, irreal o incoherente
o ninguna idea tengan de cuanto adelante digo,
aunque también es posible que atraviesen un presente,
algo parecido al mío, que asustado soy testigo,
del inmenso pesimismo que cohabita conmigo.

Arribé a la coyuntura de no ser viejo ni joven,
una edad indefinida, difícil de comprender,
un momento meridiano en que ni uno ni otro caben,
donde del joven presencio el tangible atardecer
y del viejo ya avizoro su inminente amanecer.

Un trayecto inevitable al que me empuja la vida,
un camino obligatorio e irremediable sendero,
carente de algún atajo o subrepticia salida,
que ahora debo cruzar, ya sumiso, ya altanero,
sea al hoy un inexperto o veterano viajero.

De pronto llegó la hora sin darme cuenta siquiera,
cuando requerí mi joven y constaté su vacío;
me observé desubicado, viviendo de otra manera,
transitando timorato, entristecido, sombrío,
carente de todo empuje, determinación y brío.

Me invadió una incertidumbre que me mantiene confuso,
temeroso y vacilante frente a lo que se aproxima;
emprender este trayecto que la vida me dispuso,
es como escalar sin mapas la más empinada cima,
temiendo ver de repente que un alud se viene encima.

Ansioso vuelvo la vista queriendo retroceder,
pero no hay camino atrás, está cerrada esa vía,
toca avanzar entre sombras con la esperanza de ver,
algún caminante más que me provea una guía,
o cualquier mísera luz de una incipiente bujía.

Es un momento en que apuestas a la otrora juventud
y con especial empeño te esfuerzas por acertar,
pero en medio de tu lucha, cuando enfrentas el talud,
sientes que todo el empuje que colocas por triunfar,
es un despilfarro inútil y no te habrá de alcanzar.

Te resistes cuando ves asomar nuevos actores,
que eran impúberes niños, hace poco, casi ayer,
en rol de protagonistas, dispuestos e innovadores,
cargados de la energía que tú no logras tener,
diciéndote, sin palabras, que ya es tiempo de ceder.

Intentas miles disfraces y ocultas tus nuevos males,
engañas a los demás con simulada energía,
pero todas son apenas demostraciones banales,
porque al terminar el día se acaba la fantasía,
y pagas caro tributo por tu vana hipocresía.

Finalmente te resignas aceptando que es inútil,
ya el físico no es el mismo, te dices, pero optimista,
repasas las miles cosas en las que te sientes útil,
miras al frente resuelto cual ducho malabarista,
y emprendes el nuevo reto con decisión de alpinista.

Pero si ello fuese todo, bueno, al final se asiente,
la pérdida de lo físico, si funciona la cabeza,
mas, si ante tal emergencia, inspeccionas en tu mente
y encuentras todo en desorden, entiendes con gran tristeza,
que son escasas tus fichas dispuestas sobre la mesa.

Te sientes desorientado, hundido, petrificado,
al ver que para el futuro no tienes un gran respaldo,
que has quemado muchos años pero es poco lo logrado,
que el mañana será incierto y hoy no cuentas con un saldo,
de donde tomar recursos que te sirvan de resguardo.

No es dinero en lo que piensas, aunque ahora mucho cuente
poder contar con ahorros que te sirvan de soporte;
es distinta sensación, la de una voz en la mente,
resonándote por dentro, diciéndote que no hay norte;
y no te encuentras tú mismo, ni uno más a quien le importe.

Es volverse y comprobar una cosecha marchita,
del arado en que invertiste todo tu tiempo pasado,
que seguro te ha dejado una enseñanza bonita,
pero a la vez sensación de mucho afán malgastado,
y un certero desengaño incrustado en el costado.

Tal vez la próxima siembra saldría mucho mejor,
buscarías buenas tierras y unas mejores semillas,
mas, no tienes la entereza, ni la tierra, ni el tractor,
y hoy ninguno considera sean fuertes tus rodillas,
ni cauto invertir en quién ya ha rodado tantas millas.

La experiencia te valdrá para una que otra partida
si logras el patrocinio de algún protector o amigo;
podrás ganar unas veces mientras llega tu salida,
pero luego, finalmente, ¡escucha lo que te digo!,
te arrojarán a la calle y negarán un abrigo.

Son años muy turbulentos, colmados de frío y miedo,
de recurrentes insomnios e irresolución profunda,
que nos hacen indefensos, así digamos ¡yo puedo!,
que truecan toda esperanza en quimera moribunda;
nos colman de incertidumbre y consternación rotunda.


Se vuelven atrás los ojos buscando algún compañero,
a los hijos, los amigos, un patrón o algún vecino,
aquél que te brinde apoyo y tienda un brazo sincero,
para explicarte la ruta, para orientar tu camino,
quien te devuelva la fe e ilumine tu destino.

No obstante la vida dicta que es esperanza perdida,
cuanto más se acercará quien posea igual problema,
confundido como tú, impotente y muerto en vida,
vendrá a murmurar contigo y compartir tu dilema,
puesto que nunca a mas nadie le importará dicho tema.

Vale más algo que nada, dirás y estarás muy pronto,
gastando la vida a sorbos, sin ruta ni plan de vuelo,
dejando pasar los días, vegetando como un tonto,
soñando con el pasado, mirando directo al suelo,
y en pálidas añoranzas buscando un fútil consuelo.

Así pasarán los días, luego meses, después años;
cada vez más solitario te irá dejando la vida,
hasta descubrirte un día rodeado por extraños,
confinado en un asilo del que no tendrás salida,
donde estarás internado mientras llega tu partida.

Entonces ya no tendrás motivos para estar vivo,
apenas verás un mundo que bronco pasa a tu lado;
y, sentado en un sillón, anciano, huraño y esquivo,
sumergido en tus arrugas, achacoso y encorvado,
te será evidente y claro que tu tiempo ha terminado.


Wowwww Jorge una triste realidad que suele suceder muy a menudo,en tus versos confluyen una inmensidad de sentimientos que se van engarzando con la desolación y la tristeza ,maravillosos versos,te felicito,un gusto leerte,gracias por compartir,un beso grande.
 
Wowwww Jorge una triste realidad que suele suceder muy a menudo,en tus versos confluyen una inmensidad de sentimientos que se van engarzando con la desolación y la tristeza ,maravillosos versos,te felicito,un gusto leerte,gracias por compartir,un beso grande.

Agradezco mucho tu paciencia para leer mi kilométrico texto, Sandra.

Un amigo me leyó y solo dijo "Apocalíptico".... Contundente, no crees?

La vida, sinuosa, impredecible, a veces nos arrincona en la fatalidad... O apenas son asuntos de una cabeza demasiado divagante...

También quiero agradecerte por la reputación que me regalas.

Un abrazo.
 

Cisne

Moderadora del Foro Impresionismo y Expresionismo,
Yo no sé si al mencionarlo ocasione un desacuerdo,
si al común de las personas les sucede normalmente,
o si estos planteamientos no procedan de alguien cuerdo
y esta insólita inquietud que me atropella la mente,
reafirme sin equívocos que hoy por hoy estoy demente.

Tal vez les parezca absurdo, irreal o incoherente
o ninguna idea tengan de cuanto adelante digo,
aunque también es posible que atraviesen un presente,
algo parecido al mío, que asustado soy testigo,
del inmenso pesimismo que cohabita conmigo.

Arribé a la coyuntura de no ser viejo ni joven,
una edad indefinida, difícil de comprender,
un momento meridiano en que ni uno ni otro caben,
donde del joven presencio el tangible atardecer
y del viejo ya avizoro su inminente amanecer.

Un trayecto inevitable al que me empuja la vida,
un camino obligatorio e irremediable sendero,
carente de algún atajo o subrepticia salida,
que ahora debo cruzar, ya sumiso, ya altanero,
sea al hoy un inexperto o veterano viajero.

De pronto llegó la hora sin darme cuenta siquiera,
cuando requerí mi joven y constaté su vacío;
me observé desubicado, viviendo de otra manera,
transitando timorato, entristecido, sombrío,
carente de todo empuje, determinación y brío.

Me invadió una incertidumbre que me mantiene confuso,
temeroso y vacilante frente a lo que se aproxima;
emprender este trayecto que la vida me dispuso,
es como escalar sin mapas la más empinada cima,
temiendo ver de repente que un alud se viene encima.

Ansioso vuelvo la vista queriendo retroceder,
pero no hay camino atrás, está cerrada esa vía,
toca avanzar entre sombras con la esperanza de ver,
algún caminante más que me provea una guía,
o cualquier mísera luz de una incipiente bujía.

Es un momento en que apuestas a la otrora juventud
y con especial empeño te esfuerzas por acertar,
pero en medio de tu lucha, cuando enfrentas el talud,
sientes que todo el empuje que colocas por triunfar,
es un despilfarro inútil y no te habrá de alcanzar.

Te resistes cuando ves asomar nuevos actores,
que eran impúberes niños, hace poco, casi ayer,
en rol de protagonistas, dispuestos e innovadores,
cargados de la energía que tú no logras tener,
diciéndote, sin palabras, que ya es tiempo de ceder.

Intentas miles disfraces y ocultas tus nuevos males,
engañas a los demás con simulada energía,
pero todas son apenas demostraciones banales,
porque al terminar el día se acaba la fantasía,
y pagas caro tributo por tu vana hipocresía.

Finalmente te resignas aceptando que es inútil,
ya el físico no es el mismo, te dices, pero optimista,
repasas las miles cosas en las que te sientes útil,
miras al frente resuelto cual ducho malabarista,
y emprendes el nuevo reto con decisión de alpinista.

Pero si ello fuese todo, bueno, al final se asiente,
la pérdida de lo físico, si funciona la cabeza,
mas, si ante tal emergencia, inspeccionas en tu mente
y encuentras todo en desorden, entiendes con gran tristeza,
que son escasas tus fichas dispuestas sobre la mesa.

Te sientes desorientado, hundido, petrificado,
al ver que para el futuro no tienes un gran respaldo,
que has quemado muchos años pero es poco lo logrado,
que el mañana será incierto y hoy no cuentas con un saldo,
de donde tomar recursos que te sirvan de resguardo.

No es dinero en lo que piensas, aunque ahora mucho cuente
poder contar con ahorros que te sirvan de soporte;
es distinta sensación, la de una voz en la mente,
resonándote por dentro, diciéndote que no hay norte;
y no te encuentras tú mismo, ni uno más a quien le importe.

Es volverse y comprobar una cosecha marchita,
del arado en que invertiste todo tu tiempo pasado,
que seguro te ha dejado una enseñanza bonita,
pero a la vez sensación de mucho afán malgastado,
y un certero desengaño incrustado en el costado.

Tal vez la próxima siembra saldría mucho mejor,
buscarías buenas tierras y unas mejores semillas,
mas, no tienes la entereza, ni la tierra, ni el tractor,
y hoy ninguno considera sean fuertes tus rodillas,
ni cauto invertir en quién ya ha rodado tantas millas.

La experiencia te valdrá para una que otra partida
si logras el patrocinio de algún protector o amigo;
podrás ganar unas veces mientras llega tu salida,
pero luego, finalmente, ¡escucha lo que te digo!,
te arrojarán a la calle y negarán un abrigo.

Son años muy turbulentos, colmados de frío y miedo,
de recurrentes insomnios e irresolución profunda,
que nos hacen indefensos, así digamos ¡yo puedo!,
que truecan toda esperanza en quimera moribunda;
nos colman de incertidumbre y consternación rotunda.


Se vuelven atrás los ojos buscando algún compañero,
a los hijos, los amigos, un patrón o algún vecino,
aquél que te brinde apoyo y tienda un brazo sincero,
para explicarte la ruta, para orientar tu camino,
quien te devuelva la fe e ilumine tu destino.

No obstante la vida dicta que es esperanza perdida,
cuanto más se acercará quien posea igual problema,
confundido como tú, impotente y muerto en vida,
vendrá a murmurar contigo y compartir tu dilema,
puesto que nunca a mas nadie le importará dicho tema.

Vale más algo que nada, dirás y estarás muy pronto,
gastando la vida a sorbos, sin ruta ni plan de vuelo,
dejando pasar los días, vegetando como un tonto,
soñando con el pasado, mirando directo al suelo,
y en pálidas añoranzas buscando un fútil consuelo.

Así pasarán los días, luego meses, después años;
cada vez más solitario te irá dejando la vida,
hasta descubrirte un día rodeado por extraños,
confinado en un asilo del que no tendrás salida,
donde estarás internado mientras llega tu partida.

Entonces ya no tendrás motivos para estar vivo,
apenas verás un mundo que bronco pasa a tu lado;
y, sentado en un sillón, anciano, huraño y esquivo,
sumergido en tus arrugas, achacoso y encorvado,
te será evidente y claro que tu tiempo ha terminado.

Jorge
Veo que abordas el tema de la edad en el cenit, con un aire un tanto desolador y es que es cierto - es que estoy en esa edad; ni joven ni vieja- se mira hacia atrás y ya no se es la misma persona aunque tratemos una y mil veces de decirnos a nosotros mismos que nada a cambiado, al final del día ya estamos cansados...y si vemos hacia adelante tal parece que la soledad es la candidata perfecta para los días futuros...
Me ha gustado mucho tu poesía.
Felicitaciones y un abrazo.
Ana
 
Jorge
Veo que abordas el tema de la edad en el cenit, con un aire un tanto desolador y es que es cierto - es que estoy en esa edad; ni joven ni vieja- se mira hacia atrás y ya no se es la misma persona aunque tratemos una y mil veces de decirnos a nosotros mismos que nada a cambiado, al final del día ya estamos cansados...y si vemos hacia adelante tal parece que la soledad es la candidata perfecta para los días futuros...
Me ha gustado mucho tu poesía.
Felicitaciones y un abrazo.
Ana

Ana, quiero agradecer tu lectura, tus palabras y la reputación que me regalas.

La conciencia del paso del tiempo, tan despreciada en la juventud, con los años va afianzándose en nosotros y nos entrega el pronóstico de un futuro posiblemente complejo.

Un abrazo.
 
Son los claros miedos que todos hemos de pasar. El que tenga suerte y una vida plena, tendrá poco tiempo de pararse a pensar el destino cierto, pero el que pasa más horas de las debidas pensando en ello, no tiene más remedio, que volverse pesimista.
Excelente trabajo Jorge.
Un abrazo
 
Son los claros miedos que todos hemos de pasar. El que tenga suerte y una vida plena, tendrá poco tiempo de pararse a pensar el destino cierto, pero el que pasa más horas de las debidas pensando en ello, no tiene más remedio, que volverse pesimista.
Excelente trabajo Jorge.
Un abrazo

Hola JAVIER TOMAS.

Tal vez la manera en que hemos vivido determine en mucho nuestros pensamientos y temores...

Agradezco tu presencia, la lectura de mi extenso tema y la reputación que me regalas.

Un abrazo.
 

RADIO EN VIVO

Donar

Versos Compartidos en Facebook

Arriba