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El último regalo

EL ÚLTIMO REGALO

Aquella mañana como todas las mañanas desde hace años salió a dar su paseo matutino y ha coger un ramillete de flores del campo para la que fue su amada durante más de cincuenta años, su ´´niña`` como aún la llamaba cariñosamente pese al color ceniza de sus cabellos y a su piel flácida y moteada, una margarita aquí, una violeta allí y un sin fin de bellas flores de las que aún desconocía su nombre pese a llevar toda la vida en el campo, ¡pero que más daba! era el regalo con el que alimentaba su longevo amor día tras día, cuando hubo completado el ramillete su rostro se iluminó, pensó- éste es aún más bonito que el de ayer- creo que hoy si me ganaré sus labios, camino de casa recordaba cada instante de su pasado como si fuese hoy, orgulloso de haber sabido mantener el amor durante tanto tiempo, al llegar a su casa le recibió su hija que se encargaba de los cuidados de la madre, ¿como está hoy? preguntó, como siempre papa- respondió la hija, orgulloso de su ofrenda se inclinó ante su amada y le dijo- mira lo que te traje hoy mi niña- ¿a que es bonito?, la mujer, mirándolo como se mira a un perfecto desconocido contestó- ya está aquí otra vez el de las flores- el hombre, sin perder la sonrisa de sus labios, pero sin poder frenar aquella tímida lágrima que recorría su mejilla le preguntó- ¿crees que hoy me he ganado un beso?- ¡ni hoy ni nunca! respondió la mujer, además no se a que viene esto de las flores !no me gustan!. La enfermedad de alzheimer dijeron los médicos que padecía- que simple palabra para algo que nos ha robado toda una vida- pensaba él, ¡ladrón de recuerdos! debieran llamarle, mientras secaba sus lágrimas con aquel pañuelo blanco que llevaba sus iniciales grabadas, cosidas con la mano que ahora inconscientemente la despreciaba, su hija trataba de consolarlo, pero era inútil, - papá, la mamá cada día está peor- ya ni a mi me reconoce, habrá que llevarla a un centro donde puedan hacerse cargo de ella, tu no puedes y a mi ya me faltan las fuerzas, tengo a mi familia abandonada por estar aquí con ella y ya no puedo más,- lo entiendo hija, así se hará. El hombre se acercaba a su amada reclamándole un simple beso, pero siempre era rechazado, intentaba cogerle la mano, pero ella al darse cuenta se la retiraba, entonces le contaba historias pasadas de como se conocieron y cuanto se amaron, albergando aún la esperanza de volver a pertenecer a sus recuerdos, recuerdos que la vida miserablemente le había robado, mientras ella lo miraba casi con la mirada perdida que hacía que se le hiciese un nudo en el alma. Al día siguiente se levantó como todas las mañanas y fue al campo, rebuscó entre las flores más bellas y completó su ramillete, al llegar a casa contempló amargamente como se llevaban a su amada allá donde pudieran tratarla según su enfermedad, corrió hasta el coche en marcha para darle el ramo de flores a su amada que nuevamente rechazó, su alma ya casi marchita no pudo más y se derrumbó, se sentó sobre la acera de donde partió el siniestro vehículo que le arrebató el único instante de felicidad que le quedaba, tragaba sus lágrimas produciéndole una terrible úlcera en lo más profundo de sus entrañas, agotado se levantó y vació el jarrón con las flores de ayer para llenarlo con la última ofrenda a su esposa. Durante varios días no salió al campo, ¡para qué! pensaba él, si su flor marchitada en el olvido ya no estaba aunque sólo fuese para regalarle un desprecio; Por fin llegó el domingo, día de visita, el hombre se puso sus mejores galas y marchó hasta la clínica quien sabe si para dar el último adiós a su querida niña, pues en esos días había agravado su enfermedad y daban ya pocas esperanzas, se detuvo en un bonito jardín antes de llegar y cogió de las más hermosas flores jamás encontradas, rosas, gardenias, azucenas y algunas que le recordaban al ramo de novia que llevaba su amada el día de su boda, como siempre sacó una gomita de su bolsillo y entrelazó el ramo para presentarlo en perfecto estado, al entrar en el hospital su hija le dijo- menos mal que estas aquí, creo que no pasa de hoy, pronto se apresuró a entrar en su habitación y allí estaba, con la mirada perdida, tumbada en la cama con la vista fija sobre la ventana,- el doctor le dijo- despídase de ella, pues no esperamos que aguante el día de hoy; Cuando se acercó para darle su último regalo, la magia de la vida levantó acta en el presente, ella se volvió hacia él y le dijo- amor mio, te estaba esperando, no podía marcharme sin éste último regalo, cogió su ramo de flores y se inclinó hacia él y le dijo- y éste es el mio, le dio el beso más apasionado jamás soñado por él, entonces entre lágrimas el hombre le susurró- el de hoy si es bonito ¿verdad?, ella esbozó una ligera sonrisa y cerró sus ojos, él manteniendo la humedad de su beso aún en la boca le aparto el pelo de la cara muy delicadamente y tras recostarla en la cama se tumbó junto a ella, y abrazado a su niña se quedó dormido para siempre.

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R

Ricardo Linares

Guest
Mis aplausos Manuel, me has hecho sentir la historia hasta el final, una historia que desgraciadamente pasa en muchas familias menos la muerte del hombre, Todo un drama y un final muy romántico, te felicito. ha sido un placer leerla. Un abrazo.
 
N

Nube Blanca

Guest
Letras bien relatadas nos dejas Manuel llegando al lector desde
el principio a fin, un relato casi del todo real o real en algunos casos.
Te felicito por tu buena inspiración. Ha sido un placer pasar a leerte.
Abrazos. Tere
 
E

Engel

Guest
Saludos, Manuel.
Te felicito por tu hermosa prosa. Letras que sacuden lo más profundo del alma.
Fuerte abrazo, poeta.
 

Queenire

Miembro Conocido
Tus letras me hicieron recordar una hermosa película "El diario de una pasión", el tema es el mismo, una hermosa historia de amor que ante la adversidad se vuelve fuerte. Si me permites un consejo, la puntuación en un relato es de suma importancia, con ello permite al lector saber cuando se corta una imagen, cuando continua con el mismo tema, o cuando se cambia de idea. Felicidades poeta

Estrellas y un café
 

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